El pasado año, Rusell Ray se puso en contacto con las autoridades de Tejas porque sospechaba que los pozos de petróleo y gas que rodeaban su casa eran los culpables de que el agua estuviese apareciendo salada y sucia. Este fue solo uno de los 50 casos de contaminación de aguas por la actividad petrolera y gasística que en 2015 documentó la comisión estatal que regula esta industria.
En total, el estado sufre 570 casos de agua contaminada por operaciones de extracción de petróleo y gas, según el informe de contaminación de aguas subterráneas de 2015, publicado la semana pasada por el Comité de Protección de Aguas Subterráneas de Tejas. El informe recoge casos de varias agencias del estado. Estos 50 de 2015 representan un ligero aumento con respecto a los 48 del año anterior, aunque están por debajo de los 72 de 2013, el año con el mayor número de registros.
La contaminación de aguas subterráneas ha sido declarada uno de los principales riesgos del boom petrolífero del país, al que contribuyeron los avances en fractura hidráulica. La industria petrolera y gasística y las autoridades del estado que la regulan han aseverado que existen pocos casos de contaminación de aguas subterráneas por causa del fracking, si es que existe alguno. Sin embargo, hay muchas maneras en las que la producción de petróleo y gas puede afectar al agua, a parte del fracking, como la ruptura de oleoductos o una construcción defectuosa de los pozos, que provocan que el gas se desvíe y entre en los acuíferos o que se produzcan vertidos en la superficie liberando sales y productos químicos que acaban filtrándose en la tierra.
El fracking es una parte relativamente pequeña de la construcción de los pozos, por el cual se inyectan agua con productos químicos y arena a una gran presión para romper las rocas y liberar así el petróleo y el gas.
La Agencia de Protección Medioambiental de EEUU publicó el borrador de un estudio el año pasado donde negaba que pudiese surgir cualquier problema "generalizado y sistemático" por beber agua de zonas donde se realiza el fracking. Los consejeros científicos de la agencia han tachado esa consclusión de vaga y sin fundamento (EnergyWire, agosto 12). Los vertidos se produjeron en pozos de petróleo y gas, basureros, plantas de gas y oleoductos, según la lista de áreas contaminadas, en la cual no se incluye la explosión que tuvo lugar en el condado de Palo Pinto en 2014, donde se halló gas termogenico originado en las capas más profundas de las que las compañías extraen gas. La explosión tuvo como consecuencia tres heridos (EnergyWire, junio 1).
Otros estados con industria petrolera y gasística llevan un registro de la contaminación de las aguas subterráneas, pero cada uno lo hace de una manera diferente. Los registros de vertidos de Colorado indican que los propios productores informaron sobre 92 casos de contaminación de aguas subterráneas el año pasado. El departamento de protección medioambiental de Pensilvania, basándose en las quejas de los ciudadanos, confirmó 26 casos en 2015 en los que el petróleo y el gas habían dañado las reservas de agua. Las criticas a las agencias reguladoras de Pensilvania, Tejas y otros estados argumentan que hay muchos más casos de contaminación, afirmando que las autoridades estatales ignoran o desconocen las señales de contaminación y que son altamente reacios a culpar a las compañías.
La portavoz de la Comisión de Ferrocarriles de Texas (encargada de la regulación del gas y el petróleo en dicho estado), Ramona Nye, niega tales críticas, afirmando que la institución protege la salud pública y el medioambiente "manteniendo un estricto protocolo de regulación para la industria energética". Añade, además, que "los registros de la comisión no indican ni un solo caso documentado de contaminación de aguas subterráneas relacionado con las actividades de fractura hidráulica que se llevan a cabo en Tejas".
Hemos intentado, sin éxito, hablar con Rusell Ray. No obstante, en declaraciones a un medio local en 2014 afirmó que analizó su agua con la ayuda de una asociación. Les dijo a sus invitados que el agua sabía de forma graciosa, aunque él no lo notaba, decía, porque ya estaba acostumbrado, pero lo que más le molestaba era la "mugre" que se quedaba en los vasos. Los análisis mostraban que el agua presentaba un alto contenido en cloruro (1,280 mg/litro), siendo 250 mg/l el máximo recomendado por la Agencia de Protección Medioambiental.
En los casos de contaminación de aguas, los productores de petróleo y gas a menudo dicen que los vecinos los acusan injustamente por problemas en la calidad del agua que ya venían de antes. Este es también el caso de Ray. La corporación Tamarack Petroleum, que trabaja en los pozos de esa área, declaró que el agua allí es por lo general de una calidad pobre. "No existen indicios de que nuestro pozo tenga nada que ver con los problemas de esta agua. El agua es terrible por toda aquella zona", afirma la presidente de la compañía, Deborah McKeithan. Según declaró, apoyándose en una carta de la Comisión de Ferrocarriles de Tejas, un inspector examinó la zona en enero y no encontró "ninguna violación de leyes federales ni evidencias de contaminación del terreno".
El informe estatal de contaminación manifiesta la "contaminación documentada de aguas subterráneas causada muy probablemente por actividades reguladas por las agencias estatales". La comisión de Ferrocarriles de Tejas, que regula las actividades de extracción de petróleo y gas es una de las diez agencias que forman el Comité de Protección de Aguas Subterráneas de Tejas, que publica el informe de contaminación cada año.
Traducción del artículo "Texas officials found 50 cases of groundwater contamination in 2015" publicado el 6 de septiembre de 2016 en Justice Peace and Earth