martes, 10 de noviembre de 2015

Compresores de gas y sangrados de nariz

Los riesgos ambientales de la fracturación hidráulica pueden extenderse mucho más allá de las perforaciones.

En la zona rural de Minisink (Nueva York), la cantidad de contaminantes en el aire provenientes del compresor de gas de Millenium Pipeline es superior a la que encontraríamos incluso en una gran ciudad, dice David Brown, consultor en salud ambiental. Después de que docenas de residentes de Minisink descubrieran que habían sufrido dolencias similares inmediatamente tras la construcción de la estación de compresión en 2013, Brown, junto con sus colegas del Proyecto de Salud Ambiental de Pensilvania Suroeste (SWP-EHP, por sus siglas en inglés), llevó a cabo un estudio de dos meses sobre los contaminantes del aire. Esta organización sin ánimo de lucro de expertos de la salud con base en McMurray, Pensilvania, ha estado investigando patrones de síntomas muy similares cerca de las perforaciones en Pensilvania y otros estados.

En el estudio de Minisink, publicado recientemente, descubrieron que los valores máximos de toxinas en el aire cerca del compresor coincidían con la aparición de síntomas adversos en los habitantes. El estudio se realizó con 35 residentes, que fueron encuestados con métodos debidamente comprobados, incluyendo entrevistas con un médico. La SWP-EHP también proporcionó cinco monitores Speck para medir la cantidad de partículas finas en suspensión en el aire cerca de las viviendas durante los dos meses, desde el 19 de octubre hasta el 17 de diciembre de 2014. Además, los participantes usaron recipientes especiales para tomar muestras de aire durante los «episodios de mal olor», o períodos en los que el compresor emitía olores fuertes.

El asma, las hemorragias nasales, los dolores de cabeza y las erupciones cutáneas fueron frecuentes entre los 35 participantes, de ocho familias, que vivían en un radio de 1,6 km alrederedor del compresor. Estos síntomas también se dan con frecuencia cerca de las zonas de fracturación hidráulica para la extracción de gas, dijo Brown.

Seis de los 12 niños estudiados sufrieron hemorragias nasales, que Brown atribuyó a una presión sanguínea elevada o a la irritación de las membranas mucosas debido al formaldehído, un carcinógeno hallado en cantidades excesivas cerca de los compresores, de acuerdo con un estudio de la Universidad Estatal de Nueva York en Albany.

Especialmente preocupante fue el aumento de partículas en suspensión (PM 2,5).

Durante el período de estudio, el PM 2,5 medio fue de 17 a 20 microgramos por metro cúbico (ug/M3) —tres veces la media regional, de 6,3. Así pues, estuvo constantemente fuera del límite de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), fijado en 12. Los monitores Speck también registraron numerosos episodios donde se alcanzaron máximos de varios centenares, hasta 426. «Una casa tuvo un período de 24 horas con una media de 64 ug/m3», dijo Brown.

En un estudio publicado en junio por el epidemiólogo de Harvard Joel Schwartz y sus colegas, se determinó que los valores de PM 2,5 superiores a 6 ya eran peligrosos. Descubrieron que cada aumento de un microgramo por metro cúbico aumenta la tasa de mortalidad en un 1 % en las personas mayores de 65. Para la investigación, utilizaron las estadísticas de mortalidad de Medicaid junto con las lecturas de PM 2,5 realizadas por satélite en Nueva Inglaterra.
Además, los niveles altos de PM 2,5, cuando la madre se expone a ellos durante el tercer trimestre del embarazo, duplican el riesgo de autismo en los recién nacidos, según un estudio publicado por el epidemiólogo de Harvard Marc Weisskopf y sus colegas en Environmental Health Perspectives en diciembre de 2014.

Schwartz atribuye los efectos del PM 2,5, en especial las enfermedades respiratorias y los ataques al corazón, a la inflamación que se genera en el cuerpo. La inflamación de la placa arterial propicia que los glóbulos blancos penetren en ella, haciéndola menos estable y más fácil de romperse, lo que provoca el ataque al corazón, dice Schwartz. «Ni siquiera en una ciudad grande como Nueva York veríamos estos picos en la cantidad de partículas en suspensión ni tendríamos las mismas sustancias químicas en el aire», dijo Brown.

Durante los episodios de mal olor, los residentes tomaron muestras, en sus recipientes, de muchos tipos de compuestos orgánicos volátiles (COV). «Los niveles de COV no eran altos en cuanto a sus efectos en la salud tras una única exposición química, pero siguen siendo preocupantes si esas exposiciones ocurren a lo largo de mucho tiempo o si se dan picos altos periódicamente», según el informe.

A Brown le gustaría obtener datos sobre lo que se está haciendo exactamente en el compresor. «Llevan un registro», dice. «Pero todos son muy reservados; protegen sus intereses comerciales».

Para obtener las licencias, las empresas de tuberías utilizan analistas que manipulan los niveles de emisiones previstas de tal manera que sean aceptables para los estándares de la Agencia de Protección Ambiental, dice Brown. Esos estándares se ven rebajados por los pleitos que inicia la industria cuando la EPA trata de hacerlos más estrictos. «Se engañan a sí mismos sobre la seguridad de las emisiones», dice Brown.

Pramilla Malick, que vive a menos de un kilómetro del compresor, participó en el estudio. Recuerda cómo los representantes de la AECOM, la empresa que realizó los análisis de las emisiones para el compresor, les dijeron a los residentes de Minisink que el compresor solo emitiría «vapor de agua». Señala que el director ejecutivo de AECOM, Daniel Tishman, fue presidente y es ahora vicepresidente del consejo de administración del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales. «Estoy harta de esta farsa», dice.

Apunta a la oportunidad para la seguridad de la salud pública que les negó Millenium. «Podrían eliminar fácilmente estos problemas con un compresor eléctrico», en lugar de un compresor de gas, afirma. Pero el eléctrico supondría un gasto inicial mayor para la empresa. «¿Por qué se permite que las consideraciones económicas sean una prioridad? La gente se está poniendo enferma», dice Malick.

Ha liderado la oposición tanto al compresor como a los planes de Competitive Power Ventures de construir una central de gas en Wawayanda, a 11 km. La central multiplicaría las cantidades de esas mismas emisiones.

Entretanto, la industria del gas tiene planes para multiplicar por diez el número de perforaciones actuales, según Sam Koplinka-Loehr, del Consejo para un Aire Limpio. A lo largo de la próxima década, el número de pozos aumentará
de 10 000 a 100 000, dijo. En consecuencia, los gasoductos y compresores también proliferarían.

Los compresores de gas se construyen cerca de los pozos a intervalos de entre 80 y 160 km a lo largo de los gasoductos para estimular el flujo de gas y habitualmente emiten muchas toneladas de contaminantes atmosféricos.

«Como Minisink tiene solo un compresor y ningún pozo de gas, esperábamos poder procesar los datos», para determinar qué síntomas son causados por los compresores, dijo Brown. Ha sido Jefe del Departamento de Epidemiología Ambiental y Salud Laboral de Connecticut e investigador en sitios del Superfondo para los Centros para el Control de Enfermedades. «Pero no solo investigamos», dijo. Si vemos efectos en la salud, ofrecemos orientación sobre cómo mantener una buena salud. La gente de Minisink actuó de manera comprometida y rigurosa con lo que estábamos haciendo. Podríamos hacer más con más dinero y equipamiento, pero hemos obtenido datos fiables buenos».

Los hallazgos sobre la salud concuerdan con las investigaciones aparecidas en publicaciones revisadas por pares y por otras organizaciones de salud ambiental, dice Brown.

Brown afirma que los departamentos de salud de los condados son las agencias gubernamentales designadas para ocuparse de los asuntos de salud pública cuando otros departamentos no lo hacen. Pero un portavoz del Departamento de Salud del Condado de Orange dijo que el protocolo requería que las preguntas se dirigiesen al director ejecutivo del condado. Justin Rodriguez, portavoz del director ejecutivo del condado Steve Neuhaus, se negó a facilitar un contacto en el Departamento de Salud del Condado de Orange que pudiese hacer declaraciones sobre los resultados del estudio. «Los asuntos sobre la calidad del aire los lleva el Departamento de Conservación Ambiental del Estado de Nueva York y, a su discreción, en colaboración con el Departamento de Salud del Estado de Nueva York (NYSDOH, por sus siglas en inglés)», escribió Rodriguez en un e-mail.

Sin embargo, tanto la DEC como el NYSDOH admitieron preguntas sobre los resultados del estudio de Minisink, aunque no respondieron.

Traducción del artículo "Gas compressors and nose bleeds" publicado en UTNE en otoño de 2015