En
la zona rural de Minisink (Nueva York), la cantidad de contaminantes
en el aire provenientes del compresor de gas de Millenium Pipeline es
superior a la que encontraríamos incluso en una gran ciudad, dice
David Brown, consultor en salud ambiental. Después de que docenas de
residentes de Minisink descubrieran que habían sufrido dolencias
similares inmediatamente tras la construcción de la estación de
compresión en 2013, Brown, junto con sus colegas del Proyecto de
Salud Ambiental de Pensilvania Suroeste (SWP-EHP, por sus siglas en
inglés), llevó a cabo un estudio de dos meses sobre los
contaminantes del aire. Esta organización sin ánimo de lucro de
expertos de la salud con base en McMurray, Pensilvania, ha estado
investigando patrones de síntomas muy similares cerca de las
perforaciones en Pensilvania y otros estados.
En
el estudio de Minisink, publicado recientemente, descubrieron que los
valores máximos de toxinas en el aire cerca del compresor coincidían
con la aparición de síntomas adversos en los habitantes. El estudio
se realizó con 35 residentes, que fueron encuestados con métodos
debidamente comprobados, incluyendo entrevistas con un médico. La
SWP-EHP también proporcionó cinco monitores Speck para medir la
cantidad de partículas finas en suspensión en el aire cerca de las
viviendas durante los dos meses, desde el 19 de octubre hasta el 17
de diciembre de 2014. Además, los participantes usaron recipientes
especiales para tomar muestras de aire durante los «episodios de mal
olor», o períodos en los que el compresor emitía olores fuertes.
El
asma, las hemorragias nasales, los dolores de cabeza y las erupciones
cutáneas fueron frecuentes entre los 35 participantes, de ocho
familias, que vivían en un radio de 1,6 km alrederedor del
compresor. Estos síntomas también se dan con frecuencia cerca de
las zonas de fracturación hidráulica para la extracción de gas,
dijo Brown.
Seis
de los 12 niños estudiados sufrieron hemorragias nasales, que Brown
atribuyó a una presión sanguínea elevada o a la irritación de las
membranas mucosas debido al formaldehído, un carcinógeno hallado en
cantidades excesivas cerca de los compresores, de acuerdo con un
estudio de la Universidad Estatal de Nueva York en Albany.
Especialmente
preocupante fue el aumento de partículas en suspensión (PM 2,5).
Durante
el período de estudio, el PM 2,5 medio fue de 17 a 20 microgramos
por metro cúbico (ug/M3) —tres veces la media regional, de 6,3.
Así pues, estuvo constantemente fuera del límite de la Agencia de
Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), fijado en 12.
Los monitores Speck también registraron numerosos episodios donde se
alcanzaron máximos de varios centenares, hasta 426. «Una casa tuvo
un período de 24 horas con una media de 64 ug/m3», dijo Brown.
En
un estudio publicado en junio por el epidemiólogo de Harvard Joel
Schwartz y sus colegas, se determinó que los valores de PM 2,5
superiores a 6 ya eran peligrosos. Descubrieron que cada aumento de
un microgramo por metro cúbico aumenta la tasa de mortalidad en un 1
% en las personas mayores de 65. Para la investigación, utilizaron
las estadísticas de mortalidad de Medicaid junto con las lecturas de
PM 2,5 realizadas por satélite en Nueva Inglaterra.
Además, los niveles altos de PM 2,5, cuando la madre se expone a ellos durante el tercer trimestre del embarazo, duplican el riesgo de autismo en los recién nacidos, según un estudio publicado por el epidemiólogo de Harvard Marc Weisskopf y sus colegas en Environmental Health Perspectives en diciembre de 2014.
Además, los niveles altos de PM 2,5, cuando la madre se expone a ellos durante el tercer trimestre del embarazo, duplican el riesgo de autismo en los recién nacidos, según un estudio publicado por el epidemiólogo de Harvard Marc Weisskopf y sus colegas en Environmental Health Perspectives en diciembre de 2014.
Schwartz
atribuye los efectos del PM 2,5, en especial las enfermedades
respiratorias y los ataques al corazón, a la inflamación que se
genera en el cuerpo. La inflamación de la placa arterial propicia
que los glóbulos blancos penetren en ella, haciéndola menos estable
y más fácil de romperse, lo que provoca el ataque al corazón, dice
Schwartz. «Ni siquiera en una ciudad grande como Nueva York veríamos
estos picos en la cantidad de partículas en suspensión ni
tendríamos las mismas sustancias químicas en el aire», dijo
Brown.
Durante
los episodios de mal olor, los residentes tomaron muestras, en sus
recipientes, de muchos tipos de compuestos orgánicos volátiles
(COV). «Los niveles de COV no eran altos en cuanto a sus efectos en
la salud tras una única exposición química, pero siguen siendo
preocupantes si esas exposiciones ocurren a lo largo de mucho tiempo
o si se dan picos altos periódicamente», según el informe.
A
Brown le gustaría obtener datos sobre lo que se está haciendo
exactamente en el compresor. «Llevan un registro», dice. «Pero
todos son muy reservados; protegen sus intereses comerciales».
Para
obtener las licencias, las empresas de tuberías utilizan analistas
que manipulan los niveles de emisiones previstas de tal manera que
sean aceptables para los estándares de la Agencia de Protección
Ambiental, dice Brown. Esos estándares se ven rebajados por los
pleitos que inicia la industria cuando la EPA trata de hacerlos más
estrictos. «Se engañan a sí mismos sobre la seguridad de las
emisiones», dice Brown.
Pramilla
Malick, que vive a menos de un kilómetro del compresor, participó
en el estudio. Recuerda cómo los representantes de la AECOM, la
empresa que realizó los análisis de las emisiones para el
compresor, les dijeron a los residentes de Minisink que el compresor
solo emitiría «vapor de agua». Señala que el director ejecutivo
de AECOM, Daniel Tishman, fue presidente y es ahora vicepresidente
del consejo de administración del Consejo de Defensa de los Recursos
Naturales. «Estoy harta de esta farsa», dice.
Apunta
a la oportunidad para la seguridad de la salud pública que les negó
Millenium. «Podrían eliminar fácilmente estos problemas con un
compresor eléctrico», en lugar de un compresor de gas, afirma. Pero
el eléctrico supondría un gasto inicial mayor para la empresa.
«¿Por qué se permite que las consideraciones económicas sean una
prioridad? La gente se está poniendo enferma», dice Malick.
Ha
liderado la oposición tanto al compresor como a los planes de
Competitive Power Ventures de construir una central de gas en
Wawayanda, a 11 km. La central multiplicaría las cantidades de esas
mismas emisiones.
Entretanto,
la industria del gas tiene planes para multiplicar por diez el número
de perforaciones actuales, según Sam Koplinka-Loehr, del Consejo
para un Aire Limpio. A lo largo de la próxima década, el número de
pozos aumentará
de 10 000 a 100 000, dijo. En consecuencia, los gasoductos y compresores también proliferarían.
de 10 000 a 100 000, dijo. En consecuencia, los gasoductos y compresores también proliferarían.
Los
compresores de gas se construyen cerca de los pozos a intervalos de
entre 80 y 160 km a lo largo de los gasoductos para estimular el
flujo de gas y habitualmente emiten muchas toneladas de contaminantes
atmosféricos.
«Como
Minisink tiene solo un compresor y ningún pozo de gas, esperábamos
poder procesar los datos», para determinar qué síntomas son
causados por los compresores, dijo Brown. Ha sido Jefe del
Departamento de Epidemiología Ambiental y Salud Laboral de
Connecticut e investigador en sitios del Superfondo para los Centros
para el Control de Enfermedades. «Pero no solo investigamos», dijo.
Si vemos efectos en la salud, ofrecemos orientación sobre cómo
mantener una buena salud. La gente de Minisink actuó de manera
comprometida y rigurosa con lo que estábamos haciendo. Podríamos
hacer más con más dinero y equipamiento, pero hemos obtenido datos
fiables buenos».
Los
hallazgos sobre la salud concuerdan con las investigaciones
aparecidas en publicaciones revisadas por pares y por otras
organizaciones de salud ambiental, dice Brown.
Brown
afirma que los departamentos de salud de los condados son las
agencias gubernamentales designadas para ocuparse de los asuntos de
salud pública cuando otros departamentos no lo hacen. Pero un
portavoz del Departamento de Salud del Condado de Orange dijo que el
protocolo requería que las preguntas se dirigiesen al director
ejecutivo del condado. Justin Rodriguez, portavoz del director
ejecutivo del condado Steve Neuhaus, se negó a facilitar un contacto
en el Departamento de Salud del Condado de Orange que pudiese hacer
declaraciones sobre los resultados del estudio. «Los asuntos sobre
la calidad del aire los lleva el Departamento de Conservación
Ambiental del Estado de Nueva York y, a su discreción, en
colaboración con el Departamento de Salud del Estado de Nueva York
(NYSDOH, por sus siglas en inglés)», escribió Rodriguez en un
e-mail.
Sin
embargo, tanto la DEC como el NYSDOH admitieron preguntas sobre los
resultados del estudio de Minisink, aunque no respondieron.
Traducción del artículo "Gas compressors and nose bleeds" publicado en UTNE en otoño de 2015