domingo, 24 de mayo de 2015

Los pozos de fracking podrían contaminar el aire a cientos de kilómetros de distancia

A partir de un nuevo estudio, se descubrió que el aire contaminado que se origina en las operaciones de fracturación hidráulica podría viajar cientos de millas, incluso ingresar a los estados en los cuales se practica poco fracking o donde es inexistente
Fracking Gas Line Safety

En el estudio, publicado en el periódico Atmospheric Environment, se analizaron los niveles por hora de los contaminantes del aire, como el etano y el metano (gases que se encuentran en el gas natural) en Baltimore, Maryland y Washington, D.C., entre 2010 y 2013. Se descubrió que los niveles de etano aumentaron un 30 por ciento entre 2010 y 2013 en esa región.

Los investigadores se centraron en el etano debido a que no pudieron extraer datos suficientes de las emisiones de metano durante ese periodo. Además, el etano es el segundo componente más abundante del gas natural. El aumento súbito de la cantidad de etano en el aire de Maryland y D.C. no es una buena noticia para los residentes de la región: cuando se respira este gas, se pueden sufrir náuseas, dolores de cabeza y mareos.

Sin embargo, en la actualidad Maryland prohíbe el fracking. No fue hasta el final de su mandato que el ex gobernador, Martin O’Malley, propuso las normativas relativas a la fracturación hidráulica, y en el estado no se practicó esta actividad durante el periodo 2010-2013. Por lo tanto, los investigadores compararon los datos del etano con la producción de gas natural en los estados vecinos que se encuentran por encima de la formación de esquisto de Marcellus, y entre los cuales se incluyen Virginia Occidental (West Virginia), Pensilvania (Pennsylvania) y Ohio. Durante dicha comparación, descubrieron que las emisiones de etano registradas en Maryland podrían provenir de las operaciones de gas natural de esos estados vecinos.

Mientras la producción de gas natural siga en expansión, esta tendencia continuará en aumento en las regiones hacia donde se desplace el viento, hasta que se empleen tecnologías de control más eficientes”, escribieron los autores del estudio.

Los autores revisaron los niveles de etano en Atlanta, Georgia, una ciudad que no se encuentra en la dirección del viento que proviene de las zonas donde se practica el fracking. Descubrieron que los niveles de etano no aumentaron entre los años 2010 y 2013. También descartaron otras fuentes potenciales de etano, incluidos los campos de almacenamiento de gas natural en las proximidades del Condado de Garrett, Maryland, y los vehículos. En ninguna de estas fuentes potenciales se produjo un incremento súbito en el consumo de gas natural, entre 2010 y 2013. Sin embargo, según se advierte en el informe, Pensilvania y Virgina Occidental “albergan miles de pozos responsables de un incremento diez veces mayor en los volúmenes de la producción de gas natural, desde el año 2009 al 2013”.

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El estudio apunta a la necesidad de tener en cuenta la contaminación interestatal cuando se redactan normas sobre las emisiones que produce la fracturación hidráulica, según comentó uno de los autores del estudio en un enunciado. Las emisiones de metano provenientes del fracking no se regulan actualmente en los EE. UU., pero la Agencia de Protección Ambiental introdujo, a principios de este año, la propuesta de una norma para limitar con las emisiones.

A mi parecer, estos resultados implican que tenemos fuertes indicaciones de que se trata de un problema regional”, dijo el autor Sheryl Ehrman, profesor de ingeniería química y biomolecular de la Universidad de Maryland, en una declaración. “Deseamos captar la atención del público, abogar por el control del metano a largo plazo y promover la cooperación regional en cuanto al monitoreo y a la reducción de las emisiones provenientes de la producción de gas natural”.

En el estudio se asevera que, junto con el etano, otros gases, como el metano y demás contaminantes, podrían trasladarse a través de las fronteras estatales, lo que causaría una serie de impactos importantes en la calidad del aire y en los niveles de ozono, en las ciudades que se encuentran en dirección del viento que proviene de las operaciones de fracking.

En otros estudios se ha demostrado la relación que existe entre la fracturación hidráulica y la contaminación del aire y del agua. A partir de un estudio llevado a cabo el año pasado en los pozos de fracturación hidráulica de la región suroeste de Pensilvania se descubrió que los pozos liberaban de 100 a 1.000 veces más metano que los cálculos realizados por la EPA. Este gas, aunque de vida relativamente más corta que el dióxido de carbono, es más efectivo en atrapar el calor una vez que se libera a la atmósfera, lo que lo convierte en un potente gas de efecto invernadero. Otro estudio que también se realizó el año pasado demostró que las operaciones de fracturación hidráulica han contaminado los pozos de agua en múltiples estados; en otra investigación se descubrió que la concentración de metano en los pozos de agua de los hogares de Pensilvania que se encuentran a una milla de los pozos de fracking era seis veces superior que en las residencias más alejadas de estos últimos. El estudio reveló que los niveles de etano también eran elevados en el agua de los hogares más cercanos a los pozos.

Este tipo de contaminación también está relacionada con problemas de salud: el año pasado, un estudio demostró que las tasas de enfermedad en Pensilvania eran mayores en las residencias ubicadas cerca de los pozos de fracking, que en las más apartadas.
Traducción del artículo "Fracking Wells Could Pollute The Air Hundreds Of Miles Away" publicado en Think Progress el 15 de abril de 2015