lunes, 13 de abril de 2015

Mientras los terremotos asolan Oklahoma, todo apunta hacia la industria del petróleo y gas


Prague, Oklahoma — Jennifer Lin Cooper, cuya familia ha vivido cerca de aquí durante más de medio siglo, solo se podía imaginar que el estruendo que envolvía su casa procedía de un helicóptero que estaba aterrizando sobre su tejado. Estaba equivocada.

 Un terremoto de magnitud 5 — el primero de los tres tan o más fuerte durante varios días en el mes de noviembre de 2011 — había destrozado la fachada de ladrillo de la casa de 117.000 dólares que había comprado el año anterior. La señora Cooper, de 36 años de edad, no pudo salir hasta que su padre hizo palanca para abrir la contrapuerta. Los gastos de la reparación ascienden de momento a 12.000 dólares y esto le ha obligado a buscarse otro empleo (nocturno) para pagar las facturas.

En una concurrida reunión que se celebró en el ayuntamiento días después, los trabajadores públicos del estado calificaron los seísmos, incluyendo el terremoto de magnitud 5,7, que fue el más severo de Oklahoma, como «una acto de la naturaleza, y no fue culpa de nadie», afirmó la señora Cooper.

Muchos científicos discrepan y se afirma que esos terremotos, y los otros miles que han acontecido desde entonces, son consecuencia de la actividad de los seres humanos. Están causados por los pozos usados para enterrar grandes cantidades de aguas residuales procedentes de las exploraciones de petróleo y gas que se realizan a gran profundidad cerca de zonas de fallas. Además, alertan que si se continúa enterrando tales cantidades, existe el riesgo de que se produzcan temblores de más intensidad — si no aquí, en otros campos petrolíferos del estado, los cuales se encuentran en expansión.


«Mientras se siga inyectando aguas residuales en zonas de fallas, de acuerdo con mis cálculos, los terremotos van a continuar», indicó Arthur F. McGarr, jefe del proyecto de sismicidad inducida del centro federal Earthquake Science Center situado en Menlo Park, California e investigó los terremotos de Prague. «Yo estaría un poco preocupado si viviese allí. De hecho, estaría muy preocupado».


Pero en un estado donde el petróleo y el gas son los pilares económicos, los líderes políticos se han demorado en abordar el problema. Y mientras los reguladores han tomado medidas de protección, ellos carecen de dinero, fuerza de trabajo y autoridad legal para hacer frente a las amenazas.


Más de cinco años después de que los terremotos comenzaran a aumentar de forma brusca y constante, la acción más severa de la gobernadora republicana Mary Fallin ha sido nombrar un consejo para intercambiar información sobre los temblores. El grupo se reúne en secreto y no tiene competencia para emitir recomendaciones.

La Asamblea Legislativa del estado no está considerando legislar sobre este tema, pero ambas cámaras han aprobado algunos proyectos de ley

La oficina de sismología del estado, con poco personal, ha dejado de analizar la información de los temblores con una magnitud menor de 2,5 — aunque un estudio reciente afirma que esos terremotos localizan amenazas sísmicas «que podrían ser determinantes para evitar un terrible terremoto».

La gobernadora remitió una entrevista a su secretario de energía y medio ambiente Michael Teague. El señor Teague manifestó que el consejo nombrado por la gobernadora estaba ayudando a crear una respuesta coordinada a los temblores y que los reguladores y los científicos con una financiación insuficiente se han beneficiado de los esfuerzos para encontrar una asistencia estatal y federal nueva para su trabajo.

«Sin ninguna duda no está funcionando lo suficientemente bien si su casa está temblando», recalcó. «Pero está funcionando muy bien».

Sin embargo, otros afirman que no existe voluntad política para afrontar una amenaza de terremoto ligada a la dominante actividad industrial de Oklahoma.


Es «una peligrosa ruleta rusa», declaró el republicano Jason Murphey, el representante del estado de la ciudad de Guthrie, situada en el área central de Oklahoma, la cual está plagada de terremotos. «Si se produce un terremoto de gran magnitud y causa una gran cantidad de daños y lesiones — añadió — el sector energético no será bien visto durante mucho tiempo».

Si los científicos advierten algún peligro, muchos habitantes de Oklahoma desconfían de que se interrumpa un sector industrial tan presente en el día a día.

Los yacimientos de petróleo y gas del estado son una fuente de beneficios para los propietarios de las empresas, pero también lo son para las diferentes clases, desde los más ricos hasta los granjeros y los propietarios de viviendas, y para el pago de impuestos al estado y las ciudades. Se dice que la industria sostiene uno de cada cinco trabajos en Oklahoma. Esta industria cubre a las universidades de Oklahoma con millones de dólares procedentes de donaciones y hace realidad sueños como la franquicia de la N.B.A. de Oklahoma City.

También es un importante contribuyente político para la señora Fallin, los legisladores y los tres miembros electos de la Comisión Corporativa de Oklahoma, la cual supervisa la producción de petróleo y gas y los pozos de inyección.

«Siempre queremos que nos inviten al baile de fin de curso», dijo el representante del estado de Oklahoma Cory Williams, un demócrata de Stillwater, el hogar de la Oklahoma State University y una de las áreas con más actividad sísmica del estado. «Y hemos decidido que el petróleo y el gas son los mejores acompañantes que podríamos desear para este baile y no queremos que se vayan».

Estas bendiciones, sin embargo, no son tan puras como parecen.

De 2010 a 2013, la producción de petróleo de Oklahoma aumentó dos tercios y la producción de gas creció más de una sexta parte, como muestran los datos federales. La cantidad de aguas residuales inyectadas anualmente creció una quinta parte, haciendo un total de 1,1 mil millones de barriles. y Oklahoma pasó de tener tres terremotos de magnitud 3 o más a tener 585 en 2014 y a 750 más este año, continuando con el ritmo actual. Dentro de Estados Unidos, solo Alaska tiene más terremotos.


La Comisión Corporativa carece de autoridad explícita para establecer regulaciones sobre la peligrosidad de los terremotos. Por lo tanto, se está intentando contener los riegos que suponen aproximadamente 3.200 pozos de inyección de aguas residuales activos mediante la aplicación de leyes que controlan aquello relacionado con la contaminación del agua.

La pasada primavera, la comisión comenzó a intentar eliminar estos riesgos mediante la inspección, por problemas de funcionamiento y por permitir infracciones, de los pozos que se encuentran cercanos a los terremotos más severos. Unas pocas docenas de pozos hicieron modificaciones y cuatro cerraron. Ahora es difícil obtener la aprobación para la construcción de nuevos pozos cerca de las fallas que se encuentren en tensión, zonas sísmicas activas o epicentros de terremotos anteriores con una magnitud superior a 4. Los reguladores ampliaron considerablemente las áreas bajo escrutinio el mes pasado, pero aún los terremotos continúan.



Algunas compañías están cooperando de forma privada con los reguladores y científicos ofreciendo información sobre las fallas subterráneas. De cara al público, la industria quiere que los habitantes de Oklahoma tengan cuidado de no matar a la gallina de oro.



Muchos miembros de la industria se mostraron reacios a hacer comentarios para este artículo. Sin embargo, Kim Hatfield, presidente de la Oklahoma Independent Petroleum Association y el presidente de Crawley Petroleum, advirtieron: «Una reacción impulsada por el pánico no ayuda».



Cerrar los pozos de inyección y la industria en la que funcionan, añadió, «hará que “The Grapes of Wrath” parezca una película alegre».


Un aumento de aguas residuales


Los mecanismos de inducción de terremotos mediante aguas residuales son sencillos: Una capa de roca, empapada y con suficiente líquido, se expande y se hace más pesada. Los terremotos se pueden producir cuando la presión del líquido llega a una falla, ya sea por contacto directo con la roca empapada o de forma indirecta, de la roca que está en expansión. Los sismólogos han documentado este tipo de terremotos en Colorado, Nuevo México, Arkandas, Kansas y otros lugares desde 1960.

Pero en ninguna parte se han documentado terremotos del mismo número y alcance como los de Oklahoma, que han sacudido a la quinta parte del estado. Los científicos sospechan que una de las razones es que el depósito de residuos, un lecho de piedra caliza a miles de metros bajo tierra, se encuentra situado cerca de la zona de fallas que causan los terremotos.


El agua residual, que es salada y a veces tóxica, es un subproducto de la extracción de petróleo y gas, ya sea por fractura hidráulica de los depósitos de esquisto, comúnmente llamado fracking, o de pozos convencionales. La mayor parte es bombeada a la superficie junto con el petróleo o gas, y luego es reinyectado al subsuelo a un pozo de inyección, a menudo en una zona distinta.


La Comisión Corporativa hace frente a una tarea complicada. Solo puede ordenar el cierre o cambio operativo de los pozos uno a uno y únicamente si un pozo viola el permiso de operación o si está claramente relacionado con la posibilidad de que se produzca un terremoto.

Pero los geólogos afirman que la gran cantidad de residuos que se está reinyectando en una zona con muchos pozos — y no solo uno — causa la mayoría de los terremotos. A menudo es difícil o imposible identificar el pozo causante del terremoto.

Otros estados como Arkansas y, esta semana, Kansas, han impuesto ceses en la actividad o recortes en los pozos cercanos a las zonas de terremoto activos. «No tenemos ni la capacidad ni la autoridad legal para establecer una moratoria», afirmó Dana Murphy, una de las tres miembros de la comisión corporativa, en una entrevista.

«Tenemos la capacidad de tomar ciertas acciones en situaciones de emergencia», continuó. «Pero las emergencias solo se identifican una vez que ya han ocurrido». No habla sobre lo que pasa antes de que las emergencias tengan lugar».

Los terremotos de 2011 que causaron daños en la casa de la señora Cooper en Prague reflejan las limitaciones de los reguladores.

En respuesta a las sospechas de los geólogos tras el primer temblor, los reguladores examinaron y estudiaron minuciosamente los datos de operación de tres pozos — dos pequeños y uno de gran tamaño, llamado Wilzetta, hundido por la compañía New Dominion, cuya sede está en Tulsa, en 1999. Estaban buscando la principal causa del temblor, pero no encontraron nada.


Los pozos bombean todavía hoy en día, aún cuando los reguladores preocupados por la situación dicen adiós a los operadores que quieren hundir los nuevos. De hecho, en diciembre del 2013, Wilzetta había casi doblado el volumen mensual de promedio de residuos comparado con los meses anteriores a los terremotos de 2011.

Sin pruebas convincentes de que un pozo supone una amenaza sísmica, declaró un funcionario, los reguladores no tienen poder para ordenar precauciones y mucho menos parones. «¿Echar el cierre? ¿A causa de qué?» preguntó este funcionario, amparado en el anonimato ya que no estaba autorizado para hablar sobre casos específicos. «Mostradme la causa. Mostradme la infracción».



Paralizados, los reguladores han llevado su autoridad al límite. A partir del pasado mes de mayo, la comisión comenzó a dificultar la concesión de permisos para los nuevos pozos, requiriendo pruebas de sismicidad y el cierre si los terremotos ocurrieran en las proximidades.



Los pozos ya existentes no se verían afectados por esto. Pero el pasado mes la agencia requirió a los operadores de cientos de pozos que probasen que no estaban bombeando accidentalmente aguas residuales a la roca de fondo, acción que según afirman los sismólogos aumenta el riesgo de que se produzca un terremoto.


«Estamos trabajando sin olvidar que el tiempo es un factor importante», dijo en una entrevista un gerente del programa de regulación de la comisión, Matt Skinner.


Los científicos están totalmente de acuerdo.


Durante un año, los sismólogos federales han advertido sobre el aumento de la peligrosidad de los terremotos. El pasado julio, unos investigadores manifestaron en la revista Science que los terremotos inducidos mediante aguas residuales se estaban acercando a una falla cercana a Oklahoma City y que podría producir un terremoto de magnitud 7, aunque otros expertos opinan que esto es improbable. En enero, algunos científicos, incluyendo al sismólogo del estado Austin Holland, mostraron que se había producido un aumento respecto al riesgo de que se produzcan terremotos e identificaron tres fallas capaces de ocasionar terremotos «significativamente mayores».



El pasado mes, un geofísico de Sudáfrica lanzó la advertencia más específica hasta el momento Otro terremoto de magnitud 5 podría tener lugar en 2016, y una falla que se desplaza a través de Stillwater y otras dos ciudades podría liberar potencialmente un terremoto de magnitud 6,5.


Mientras que los científicos se preocupan por la situación, los líderes políticos han tardado en reconocer la amenaza.


Elegida por primera vez en 2010, la gobernadora Fallin nombró un consejo asesor sobre los terremotos del pasado mes de septiembre. «Oklahoma siempre ha tenido actividad sísmica, pero la realidad es que estamos viendo un aumento», comunicó entonces. «Es importante que estudiemos este problema y que tengamos conocimientos científicos sólidos para tomar decisiones correctas».


La pasada semana, la gobernadora admitió que los pozos que habían perforado accidentalmente en una zona de fallas podrían "potencialmente" desencadenar terremotos. Los científicos dicen que esto es solo uno de los factores que pueden originar terremotos.


El consejo consultivo sobre terremotos de la gobernadora, que cuenta con 12 miembros provenientes de la industria, el gobierno, la Asamblea Legislativa y el mundo académico, funciona como un centro de información, dijo el señor Teague, secretario de energía y medio ambiente de la gobernadora y jefe del grupo.


«La idea general del grupo — afirmó — es la siguiente: ¿en qué estáis trabajando? ¿Cuáles son las deficiencias que habéis identificado, y puede alguien subsanarlas?»


Sin embargo, las deficiencias más evidentes siguen sin ser subsanadas.


El pasado mes el estado prometió la incorporación de un secretario, dos expertos técnicos y 50.000 dólares para ayudar a los reguladores a inspeccionar los pozos, pero un déficit presupuestario de más de 600 millones de dólares hacen que esto sea improbable. La Asamblea Legislativa podría elevar la autoridad de la comisión, pero los legisladores opinan que esto no es una opción en un estado donde las regulaciones son profundamente impopulares, y la industria del petróleo y gas domina la política y la economía.


Los residentes presentan una demanda


La industria ha trabajado en varios frentes para contener la preocupación por los terremotos


En octubre de 2013, casi dos años después de los terremotos de Pague, el Doctor Holland, el sismólogo del estado, emitió un comunicado advirtiendo sobre el aumento del riesgo de que se produzca un terremoto en Oklahoma City, capital situada unos 80 kilómetros al oeste de Prague. Los pozos de inyección de aguas residuales, añadió, pueden «ser un factor que contribuya a la formación de terremotos». Dos semanas después, fue llamado a la oficina del presidente de la Universidad de Oklahoma, David L. Boren, para reunirse con Harold G. Hamm, presidente de Continental Resources, una de las compañías de petróleo y gas más grandes del estado. El señor Boren forma parte de la junta de Continental Resources, por lo que se le ha pagado más de 1,6 millones de dólares en adjudicaciones de acciones y honorarios de director desde 2009, de acuerdo con las declaraciones de representación.


Los empleados más importantes de la compañía no hicieron ningún tipo de declaraciones. El pasado mes, después de que el periódico EnergyWire informara sobre la reunión, el señor Boren declaró que la reunión era «puramente informativa».


El Doctor Holland afirmó que el señor Boren le aseguró que su libertad académica como científico era algo indiscutible. Entonces, el Doctor dijo que el señor Hamm le comentó que las discusiones públicas sobre los pozos de inyección «son enervantes — pueden afectar a la industria de forma dramática».


Continental Resources está tratando de dar forma a la discusión pública, argumentando en periódicos y programas de televisión que la epidemia de terremotos no ha sido obra del hombre, sino que forma parte de un período inusualmente activo de terremotos en todo el mundo.


Aún así, algunos residentes han comenzado a exigir rendición de cuentas en reuniones públicas y en los juzgados. En agosto, Sandra Ladra, una residente de Prague herida cuando su chimenea se vino abajo durante los terremotos de 2011, demandó al operador del pozo Wilzetta, New Dominion y Speech Oil Company, la cual opera en los dos yacimientos más pequeños.



Entonces, en febrero, el señor Cooper, cuya casa situada en Prague estaba gravemente dañada, interpuso una demanda colectiva contra las dos compañías. La demanda tiene como fin la obtención de una compensación por los daños que los terremotos causaron a su casa y a cualquier casa de los nueve condados que rodean Prague.


Ese caso aún tiene que ser visto por las instituciones competentes. Pero la demanda de la señora Ladra, que se encuentra en el Tribunal Supremo, prevé la reacción de la industria: Los pozos operan legalmente y los reguladores deberían escuchar las quejas. El hecho de que se permita al jurado achacar la culpa de los terremotos invita al desastre financiero.


«No quiero despreciar la preocupación de la gente sobre los terremotos. Yo vivo aquí también», afirmó en una audiencia en octubre el abogado de New Dominion Robert T. Gum. «Pero esto no es más importante para las personas sentadas en esta sala de justicia y aquellas que residen en este estado que la economía del estado. No es más importante que reconocer lo importante que es la industria del petróleo y el gas para la economía».


Si el jurado considera que las compañías son responsables de los terremotos de Prague, añadió, «no creo que esta sea la última demanda que se presente. Estos pozos se convertirán en una carga económica y legal. Serán cerrados».


Para la señora Cooper, el mensaje está muy claro. «Las personas tienen que aceptar los daños colaterales por el bien de las compañías de petróleo y gas — ya sabes, cumple con tu parte», afirmó.


Pero ella no acepta esto.


«Si la verdad destruye algo — afirmó — entonces ese algo debe ser destruido».


Traducción del artículo "As Quakes Rattle Oklahoma, Fingers Point to Oil and Gas Industry" publicado el 3 de abril en The New York Times, realizada por Raúl Ugía Martín, miembro de Traductoras/es en Acción, la red de traductoras/es e intérpretes voluntarios/as de Ecologistas en Acción,