La
crisis en Ucrania ha sido un regalo del cielo para los promotores del
gas de esquisto en Europa. Las
exportaciones de gas natural hacia el centro y oeste de Europa, la
mitad de las cuales atraviesan Ucrania, no son confiables, alegan los
defensores del esquisto; necesitamos contar con recursos propios de
gas y –como es sabido – estamos sobre un océano subterráneo de
fuentes de energía. Nuestra política debería ser 'perfora, chico,
perfora' y si convertimos al continente en un alfiletero, será
independiente en materia energética y competitivo frente a los
norteamericanos, que tienen tanto gas que prácticamente lo están
regalando.
En
papel, es un argumento convincente. Ciertas regiones de Europa, desde
Inglaterra a Polonia están emplazadas sobre grandes cantidades de
gas de esquisto. El lunes se conoció, según el Informe Geológico
británico, que Escocia, que en septiembre va a decidir si se
independiza, tiene suficiente gas de esquisto para satisfacer la
demanda británica de gas durante 30 años. Estas son buenas noticias
para Escocia, cuyos campos de gas y de petróleo en el Mar del Norte
están comenzando a agotarse.
El
Primer Ministro británico David Cameron y George Osborne, el
Ministro de Hacienda, han estado alimentando la historia del gas de
esquisto británico como si fuera lo más importante desde el invento
de las barrits de chocolate Mars. Teniendo en cuenta que EE.UU
se ha convertido en un imán para las industrias del sector
energético, como los fabricantes de productos químicos, Cameron ha
hablado de “recuperar” – puestos de trabajo del exterior – si
Gran Bretaña entra al juego de la explotación del esquisto. El
déficit generado por enormes pagos por la energía importada
desaparecería y el uso de carbón blanqueado con dióxido de carbono
se desplomaría, junto con las facturas de energía de los
británicos. Los europeos pagan generalmente tres veces más por el
gas que los norteamericanos y canadienses. Y si Gran Bretaña
perforara pueden apostar que Francia y Alemania no se quedarían
atrás. Esos dos países no tolerarían darle una enorme ventaja en
materia energética a Gran Bretaña.
La ola
de perforaciones en Europa podría revivir la economía europea como
lo hizo en EE.UU. Y permitiría a Europa decirle al presidente ruso
Vladimir Putin que se vaya de paseo. En la década pasada, Rusia ha
cortado el suministro a Ucrania en tres oportunidades, la última vez
a mediados de junio. En 2009, la disputa por el contrato de gas entre
los dos países generó que el gas escaseara en 18 países de la
Unión Europea a fines del invierno.
Es una
total fantasía. Nunca habrá una “revolución” del esquisto como
la de EE.UU en Gran Bretaña ni en ningún otro lugar de Europa.
Pese a lo mucho que se ha hablado acerca de las reservas de gas bajo
los pies de británicos, franceses y alemanes, no hay ni un solo pozo
comercial funcionando en esos países (Italia está evidentemente
libre de esquisto, aunque tiene gran cantidad de petróleo extraíble
en el sur del país)
¿Cómo
puede ser esto posible?, considerando la magnitud de los recursos de
esquisto y el alto precio de la energía en Europa uno pensaría que
los británicos perforarían el piso del Palacio de Buckingham si
supieran que hay gas debajo.
La
geología no explica la revolución perdida. Los culpables son la
legislación, la densidad de población y un movimiento ambiental
relativamente fuerte.
La
legislación es la causa principal. En EE.UU, el propietario de un terreno es el titular del derecho sobre los minerales hasta el centro
de la tierra. La bonanza del esquisto en el centro oeste de EE.UU y
en Texas han convertido a miles de granjeros en millonarios o
'shaleonarios' de la noche a la mañana. Los dueños de la tierra
perciben una suma por alquilarle la tierra a los perforadores o reciben
regalías por la producción o ambos. Es preferible a levantarse a
las 5 de la mañana a ordeñar vacas.
En Gran
Bretaña y en la mayor parte de Europa, tales derechos sobre el
subsuelo no existen. En Gran Bretaña quienes pretenden perforar,
como Cuadrilla, planean comprar favores pagando sumas de dinero a los
concejos municipales pero eso no es lo mismo que pagarles a los
propietarios del suelo. El requisito mínimo para conseguir un boom
del esquisto al estilo norteamericano es modificar la legislación
para permitir que sean los propietarios los que reciban dinero.
Las
concentraciones de habitantes le complican la vida a los
perforadores. La densidad de población en Europa es cinco o diez
veces superior a la de EE.UU.
No va a
suceder entonces nada de lo siguiente, no se van a instalar
plataformas de perforación en una población o en sus cercanías, ni
tuberías, ni las carreteras se van a inundar de camiones para transportar
equipos y a robustos hombres tatuados.
Finalmente,
las leyes ambientales son más severas en Europa que en EE.UU. En
Francia, la fractura hidráulica – el uso de sustancias químicas y
agua a alta presión para fracturar la roca de esquisto y liberar el
gas– está prohibida. Lo mismo sucede en Bulgaria. El temor de
contaminar las fuentes de agua y unas cuantas historias terroríficas
de lo que sucedió en EE.UU apoyan la opinión de que la fractura
hidráulica genera consecuencias negativas para el medioambiente.
Los
intentos de perforar en busca de combustibles no convencionales en
Europa han sido infructuosos. En Polonia que se suponía que iba a
convertirse en el primer gran mercado del esquisto en Europa no dió
resultado. Algunos gigantes del sector energético, como Exxon Mobil
Corp y la italiana Eni SpA, se han ido de Polonia porque la geología
y la legislación son incompatibles con la bonanza de las
perforaciones.
EE.UU y
Canadá van a celebrar que la revolución europea del esquisto esté
en suspenso. Las exportaciones de gas, en la forma de gas natural
licuado (LNG), hacia Europa son inevitables. Lo que Europa necesita
es una política energética, puesto que no la tiene.
Existe
una mezcla de programas nacionales que van desde la promesa de
Alemania de abandonar la energía nuclear (¿y reemplazarla con qué?)
a la búsqueda de energías renovables que requieren subsidios
imposibles de pagar para los gobiernos.
El
esquisto está siendo presentado en algunos países, especialmente en
Gran Bretaña, como la panacea. Pero que exista en el suelo no
significa que pueda ser extraído y comercializado.
Traducción del artículo "Europe’s shale gas backers are living in a fantasy world"
publicado por The Globe and Mail el 4 de julio de 2014