América
del Norte está siendo testigo del auge del gas y petróleo, con un
promedio de 50,000 nuevos pozos al año desde el
2000. Es fácil ver que un pozo por sí
solo produce un impacto ambiental, pero los datos sobre
los efectos cumulativos de este desarrollo se suman a lo largo del continente son
escasos.
Ahora los investigadores de cinco universidades públicas de estados donde se ha producido el auge petrolero han logrado la primera visión global de la situación. Han rastreado los patrones de vegetación en fotografías de satélite de alta resolución tomadas desde el año 2000, y entrecruzado los datos de estas imágenes y de los registros públicos para entender dónde y cuándo se perforaron los pozos.
Este
enfoque permitió a los investigadores calcular los cambios en la
producción primaria neta debido al desarrollo energético a lo largo
de una amplia región del centro de EE. UU y Canadá. La producción
primaria neta mide el total de carbono fijado por las plantas y
representa uno de los servicios ecosistémicos más fundamentales –
la base de la red alimentaria terrestre.
Los
resultados del análisis de los investigadores ocupó solo dos
páginas del ejemplar del 24 de abril de la revista Science,
pero las implacables estadísticas del estudio y las claras
comparaciones lo convierten en una especie de lamento profético.
El
desarrollo del gas y petróleo ocasionó la pérdida de 4.5
teragramos de carbono o 10 teragramos
de biomasa seca en la zona del estudio, según
determinaron los investigadores. La cantidad de biomasa
perdida en los pastizales podría servir de alimento para 5
millones de cabezas de ganado durante un mes. En
tierras de cultivo, la pérdida es equivalente al 6 por
ciento de la cosecha de trigo de EE. UU de 2013.
Los
investigadores también calcularon el área de cada plataforma de
perforación, zona de almacenamiento, y rutas de acceso asociadas con
las perforaciones de gas y petróleo, y descubrieron que esta difusa
red de infraestructura industrial ocupa terrenos que equivalen a la
superficie de tres veces el Parque nacional Yellowstone.
Finalmente,
calcularon que la fractura hidráulica, una
técnica para extraer el gas y petróleo menos accesible, extrajo
entre 7 mil millones y 34 mil
millones de metros cúbicos de agua de una región que ya sufre
severo estrés hídrico en el período 2000-
2012.
La
última vez en que los seres humanos modificaron de manera tan
radical esta parte del continente, señalan los investigadores, el
resultado fue el Dust Bowl (cuenco de
polvo). Sin embargo, su análisis deja
margen para el optimismo, centrándose en los diversos métodos que
posibilitaron su estudio.
“La
capacidad para comprender las decisiones de uso de la tierra ha
mejorado de manera sustancial”
desde
aquel momento, escribieron los investigadores.
“Afortunadamente,
los datos e información han dejado de ser un obstáculo para
comprender y ocuparse de los efectos acumulativos a escala
continental.”
El
problema
que persiste, por supuesto, es cómo transformar esa información en
acciones.–
Fuente:
Allred
B.W. et
al.
2015 Ecosystem services lost to oil and gas in North America. Science
DOI:
10.1126/science.aaa4785
Traducción del artículo"Oil and gas drilling saps ecosystem services across the Great Plains"publicado en el University of Washington Conservation el 28 de abril de 2015