En
esta entrada,
Kathryn McWhirter de
No
Fracking in Balcombe Society,
explica
cómo comunidades de toda Europa están unidas detrás de una causa
común--mantener
a raya a las empresas de fracking.
El
camino hacia el claro es escarpado y pedregoso, serpentea en un
escuálido bosque, más allá de arroyos de montaña, pequeñas
anémonas de los bosques azules y blancas y eléboros verde
silvestres.
Eulalia
Massana, la alcaldesa de la ciudad, está frente a
nosotros en vaqueros y camiseta amarilla, con el cabello canoso
recogido. "Permanezcamos en silencio,
solo por diez segundos," nos dice.
Somos
un parloteo de visitantes de toda Europa, y escuchamos el canto de
los pájaros como si fuéramos uno.
"Sabe",
dice, "A menudo tratamos de justificar
nuestra oposición al fracking mencionando el
ruido, el tráfico intenso, la contaminación del aire y del agua,
los residuos tóxicos-- pero lo más
importante es intangible. Es la paz y belleza del lugar. Y no
dormiremos hasta asegurarnos de que quienes nos gobiernan lo tengan
en cuenta."
Este
lugar es Riudaura, una pequeña comunidad
en el noreste de España, epicentro, según dicen, de la lucha
española contra el fracking.
En
2011, llegaron visitantes de Teredo Oils
Ltd, una empresa del
Reino Unido que pretendía explotar las presuntas reservas de gas y
petróleo del área.
"Era
surrealista," dice Eulalia. "Él
nos dijo: 'No se preocupen, solo vamos a
instalar dos pequeñas tuberías en el suelo.' Si
encontraban gas, le dijo al consejo municipal, sería interesante.
Pero si encontraban gas él nos haría ricos. Riudaura se
convertiría en el Texas de España, ¡un
exportador de petróleo!... ¡No nos gustó
su actitud! ¡Esas eran nuestras granjas,
nuestra tierra, nuestro país!"
La
ciudad se puso a trabajar. Se organizaron comités, dedicados a
diferentes áreas de investigación y acción. Recibieron consejos
técnicos, consultaron a geólogos locales y comenzaron a descubrir
las consecuencias del fracking para el
ambiente, la salud y el acuífero considerando la composición
geológica con gran cantidad de fallas de la cuenca volcánica al pie
de los Pirineos.
Descubrieron
que el gobierno de Cataluña en
Barcelona había otorgado una concesión petrolera
de 50,000 hectáreas al "hombre
de la pequeña tubería". Una evaluación de impacto
ambiental no estaba en los planes y los datos
sísmicos de la década de 1960 serían
suficientes para guiar las perforaciones. Pero según el gobierno
regional se trataba solamente de exploración, y no había nada para
preocuparse.
En
abril de 2012, llegaron hombres con
sombreros vaqueros, comenzaron a realizar prospecciones, y a explicar
que determinadas viviendas tendrían que ser demolidas porque los
vehículos pesados no podían pasar. Ellos perforarían un pozo de
800 metros de profundidad y luego brazos
laterales de un km y medio cada uno. Para el agua de fracking harían
un pozo. Y si el pozo no producía lo suficiente para agrietar la
roca, usarían cisternas para transportar
agua de mar.
Se
tardó un año de lobby y campañas para
conseguir que el gobierno de Cataluña cancelara el permiso otorgado
a Teredo para realizar operaciones de
fracking en Riudaura.
De
vuelta en la ciudad, donde las camisetas amarillas llevan la consigna
en catalán Ni aqui, ni enlloc (Ni aquí,
ni en ningún lugar), el carpintero
retirado Ramón Marguí explica que
"Riudaura es muy
pequeña, tiene solo 400 habitantes.
Todos estamos juntos en esta lucha--
incluyendo al propietario de la tierra. Y ahora
que hemos ganado aquí, queremos mantener el fracking fuera del resto
de Cataluña, y del resto de España, porque en Madrid el
gobierno quiere imponerlo por la fuerza."
Le
conté lo mucho que se parece a Balcombe, la
ciudad en West Sussex donde ciudadanos como
yo han estado combatiendo el fracking. El ayuntamiento local no nos
dijo nada. Leimos en un periódico nacional que una empresa petrolera
planeaba realizar perforaciones en nuestra ciudad. Ahora existe un
clima combativo en Balcombe, y tenemos
también nuevos amigos, reuniones y fiestas. También nos aventuramos
allá afuera, más allá de nuestros patios traseros vinculándonos
con otras comunidades que luchan contra el fracking.
Eulalia
está aquí.
"Manténganse unidos,"
dice. "Establezcan
una línea que no puedan cruzar. Tengan confianza en que pueden
detenerlo. Y háganlo."
Fuera
del ayuntamiento, una larga hilera de paneles solares de la misma
extensión del patio de juegos es otro recordatorio de Balcombe.
Acabamos de instalar paneles en un establo, y los
próximos serán dos techos de escuela, y tenemos un plan de generar
la electricidad que consume la ciudad. La cooperativa de energía
RepowerBalcombe ha sido nuestro antídoto
contra la ira del fracking. Pero la amenaza del fracking es
más fuerte que nunca y ya hemos trazado nuestra línea.