La perspectiva de la fractura hidráulica (fracking) en el sur de Inglaterra se hizo más próxima la semana pasada cuando el British Geological Survey reveló la extensión estimada de la riqueza de hidrocarburos en la región.
La cuenca Weald, que
cubre una gran franja del cinturón de los suburbios de Londres desde
Hampshire a Kent pasando por Sussex y Surrey, se ha constatado que
alberga gran cantidad de petróleo
de esquistos bituminosos (shale oil), que podría ser potencialmente
recuperado a través del controvertido proceso de fractura
hidráulica.
Si los buscadores de
esquistos empiezan a excavar los condados de alrededor de Londres en
busca del oro negro, habrá indignación pública por la interrupción
de la tranquilidad rural y por el riesgo de profanación
medioambiental.
La “batalla de
Balcombe”, que tuvo lugar en una verde y prospera aldea de Sussex
el año pasado, ilustra la oposición popular a la industria en la
zona central de los Tories.
De todos modos, para
la minoría de moradores del país cuyas fincas yacen sobre las
formaciones de esquistos, el hecho de perforar en profundidad y con
éxito en sus tierras ¿podría significar la aparición de una
bonanza financiera?
Para desilusión de
algunos entusiasmados propietarios, la propiedad de la Corona
respecto los derechos sobre los minerales se extiende a todo el país,
los vecinos no tienen derecho a reclamar el petróleo como suyo.
En 2010, el ex
propietario de Harrods Mohamed Fayed fracasó en su demanda de
participación de las ganancias derivadas de la extracción
convencional de petróleo de su finca de Surrey.
Las oportunidades para
negociar el cobro de grandes sumas de las compañías petroleras a cambio del
derecho de acceso a las tierras, están destinadas a desaparecer con
las propuestas del gobierno para prevenir que los locales puedan
llevar a cabo esos proyectos, mediante la modificación de las leyes
de la propiedad.
Citando las
similitudes entre la extracción profunda de esquistos y la minería
de carbón – e incluso los derechos sobre el espacio aéreo sobre
una propiedad – el gobierno propone un derecho reglamentario de
acceso para la extracción de petróleo o gas de cómo mínimo 300
metros por debajo de la superficie.
Además, un único
pago de £20.000 por pozo – además de uno de £100.000 por
ubicación –se pagaría, pero no a los propietarios, si no a una
organización comunitaria, de acuerdo con el documento de consulta
del gobierno. El pago mencionado seria nominal, según dicho
documento.
Mientras estas
propuestas quizás eviten futuras especulaciones en los campos y
bosques del sureste rural, la eliminación de obstáculos a la
planificación será de poca ayuda para promover el entusiasmo de los
inversores hacia los buscadores de petróleo y gas que intentan
aprovecharse de las reservas de esquistos del país.
¿Pero es este un
caso que convenza a los inversores? Hay cuestiones relacionadas con
la geología, al menos en Weald.
Si los cálculos
probaran con certeza que solo un 1% del crudo de Weald se puede
recuperar, eso llevaría a la producción equivalente a solo 50
millones de barriles. En Ruino Unido se consumió el equivalente a
1,5 millones de barriles al día en 2012.
La formación de
esquistos de Bowland, en el norte de Inglaterra, es más prometedora. El British Geological Survey estimó el año pasado que el área
cubre cerca de 36.812(tn) m³ de gas. Si solo se extrajera el 10%, la
cantidad sería equivalente a 40 años de provisión de gas para el
Reino Unido.
De todos modos, hay
dudas sobre el valor de las participaciones de las empresas
explotadoras de esquisto, la mayoría de las cuales tienen limitada
o, en algunos casos, no pueden presumir de producción. Empresas como
Aim-listed IGas y Egdon
Resources no son tan económicas como lo eran a principio de año.
Mientras que la
petrolera francesa Total ha anunciado inversiones en el sector del
esquisto inglés, la cantidad comprometida – sobre los 50 millones
de dólares – es una nimiedad. Su precaución puede deberse a la
experiencia de sus colegas. En Norteamérica, tanto BP como Shell se
han quemado los dedos, perdiendo 1.000 millones de dólares y más de
2.000 millones de dólares respectivamente en activos de esquistos.
A pesar del optimismo
acerca de una revolución del esquisto en Reino Unido, la realidad es
que la extracción de recursos está lejos de ser una realidad y, en
el mejor de los casos, a unos cuantos años de distancia.
Los inversores quizás
quieran seguir el consejo del comentarista, mencionado en el blog del
Financial Times de Nick Butler, quien afirma que los únicos que
están enriqueciéndose con el esquisto en el Reino Unido son los
organizadores de conferencias y el sector de la seguridad.