miércoles, 5 de febrero de 2014

Publicado el estudio que relaciona defectos en el nacimiento con proximidad a pozos de gas



Colorado frackingUn nuevo estudio vincula la fracturación hidráulica a las cardiopatías congénitas detectadas en las aves en el estado de Colorado, en el que existen numerosas instalaciones de perforación.
Los riesgos de cardiopatías congénitas aumentaron hasta un 30% entre las madres que vivían cerca de los pozos de petróleo y gas.

Según los resultados de un nuevo estudio, vivir en las proximidades de los pozos de fracturación hidráulica puede aumentar hasta un 30% el riesgo de cardiopatías congénitas. En los Estados Unidos, más de 15 millones de personas viven actualmente dentro de un radio de 1,5 km de distancia de uno de estos pozos.


La utilización de la fracturación hidráulica, un proceso de extracción de gas, que consiste en bombear arena, agua y sustancias químicas en la tierra para liberar los depósitos de combustible atrapados en las rocas, se ha incrementado significativamente en los Estados Unidos en los últimos diez años. Hace cinco años, los Estados Unidos producían 5 millones de barriles de petróleo diarios, mientras que actualmente producen 7,4 millones, gracias en gran medida a la fracturación hidráulica.


Los defensores de esta tecnología afirman que crea puestos de trabajo y estimula la economía, mientras que sus detractores dicen que se ha desarrollado sin apenas regulación y que se sabe muy poco sobre sus efectos contaminantes y los riesgos que entraña para la salud.


El informe, elaborado por la Escuela de Salud Pública de Colorado y publicado el 28 de enero, se ha basado en pruebas obtenidas en las zonas rurales de Colorado, en las que existen numerosas instalaciones de perforación y que registra una de las mayores densidades de pozos de petróleo y gas de los Estados Unidos.


Descubrimos que el riesgo de cardiopatías congénitas se incrementaba cuando la densidad de pozos de gas era mayor- es decir, las madres que viven en zonas de mayor densidad de pozos presentan un riesgo mayor” explicaba a Al Jazeera Lisa McKenzie, investigadora asociada de la Escuela de Salud Pública de Colorado y principal autora del estudio.


En el estudio se examinaron los vínculos entre la proximidad del hábitat de las madres a pozos de gas natural y las cardiopatías congénitas en más de 124.842 nacimientos entre 1996 y 2009 en las zonas rurales de Colorado.


De los resultados del estudio se desprende que los bebes nacidos de madres que habitaban en las zonas más expuestas (zonas con más de 125 pozos por cada 1,5 kilómetros) registraban una prevalencia de un 30% más de cardiopatías congénitas que los bebés nacidos de madres que habitaban en zonas en las que no había pozos dentro de un radio de 15 km de distancia de su hábitat.


Según el informe, muchas sustancias contaminantes sospechosas de incrementar el riesgo de cardiopatías congénitas se emiten a la atmósfera durante el desarrollo y la producción del gas natural.


McKenzie añadía que, si bien el estudio no es conclusivo, ha permitido hallar una “asociación.” Sin embargo, las voces críticas de la industria del petróleo y el gas no fueron tan cautas a la hora de extraer conclusiones de las pruebas realizadas.


Gary Wockner, representante de la organización Clean Water Action, en Colorado, dijo que, según las conclusiones del informe, quien desee tener un niño sano y viva en las proximidades de una instalación de fracturación hidráulica debería trasladarse a otro lugar.

En Colorado hay más de 50.000 pozos de petróleo y gas activos —contando los más de 20.000 sitos en el norte del condado de Weld. Wockner explicaba a Al Jazeera que, de acuerdo con las previsiones del sector, en los próximos 15 a 20 años se construirán otros 50.000 pozos en el estado y que sus posibles efectos en la salud pública constituye un grave motivo de preocupación.


Lo más sorprendente de toda esta historia es que la fracturación hidráulica ha avanzado prácticamente sin regulación alguna y sin que se haya realizado ningún estudio de sus repercusiones en la salud pública.


La Agencia estadounidense de protección del medio ambiente (EPA) está realizando un estudio en profundidad sobre los posibles efectos de la fracturación hidráulica en los recursos hídricos cuyos resultados está previsto que se publiquen a finales de este año.



Prohibición de las instalaciones de fracturación hidráulica
Mientras la EPA prosigue con su estudio, persiste la preocupación en relación con este tema. De acuerdo con la información que figura en el sitio web de la Colorado Oil and Gas Association’s (COGA), en más del 90% de los pozos de Colorado se utiliza la fracturación hidráulica, lo que suscita preocupación debido a la contaminación del aire y el agua y sus posibles efectos perjudiciales para la salud de las personas que residen en las proximidades de estas instalaciones.


Los resultados de un estudio publicado por The Associated Press a principios de enero indican que existe una vinculación entre la contaminación del agua en cuatro estados de los Estados Unidos y los pozos de petróleo y gas y, según las conclusiones de dicho estudio, la contaminación estaba más extendida de lo que la propia industria admite. Un estudio realizado en el mes de diciembre por la Universidad de Missouri demostró que los fluidos de la fracturación hidráulica podrían alterar las hormonas humanas y provocar infertilidad, cáncer y otros problemas de salud.


En su sitio web, la COGA insiste en que la fracturación hidráulica es segura, y proporciona una lista de estudios en los que se afirma que esta controvertida práctica no tiene repercusiones graves en la salud humana.


Doug Flanders, portavoz de la COGA, explicaba a Al Jazeera en un mensaje de correo electrónico que el nuevo estudio contenía numerosas deficiencias.


Por ejemplo, si vamos más allá de la narrativa de la autora y estudiamos los datos reales y los cuadros que esta ha utilizado, veremos que en la mitad de los casos había disminuido el riesgo de nacimiento prematuro cuanto menor era la distancia entre los pozos y el hábitat de las madres, lo que pone de manifiesto los problemas que presenta el estudio,” decía Flanders refiriéndose a la reducción de la relación que McKenzie y los otros científicos encontraron entre la proximidad a los pozos y la probabilidad de que la cría naciera a su debido tiempo.


Mark Salley, director de comunicaciones del Departamento de Salud Pública de Colorado, explicaba a Al Jazeera que las normas del estado en materia de petróleo y gas son las más exigentes del país en lo tocante a la protección de la salud pública y el medio ambiente.


Añadía que Colorado está actualizando sus normas para reducir aún más las emisiones en la atmósfera procedentes de las actividades industriales.


Estamos de acuerdo en que a la opinión pública le preocupan los efectos para la salud de las operaciones relacionadas con el petróleo y el gas, como, por ejemplo, las patologías congénitas” afirma Salley. “En particular, pensamos que este estudio pone de relieve ámbitos de estudio interesantes para futuras investigaciones pero no es conclusivo.”


Sin embargo, pese a las garantías de la industria, numerosos habitantes de Colorado están luchando para acabar con las perforaciones en su estado.


Aquí en Colorado, tenemos ciudades con una población superior a 400.000 personas que han prohibido la fracturación hidráulica,” dice Wockner. “Básicamente estamos creando zonas libres de fracturación hidráulica, en las que la salud pública y la propiedad están mejor protegidas de este tipo de amenazas industriales tan peligrosas.”

Dice Wockner que cinco ciudades de Colorado han prohibido las perforaciones dentro de los límites municipales o han declarado moratorias sobre las mismas tras la proliferación de estos pozos en las proximidades de las escuelas o de los patios de las viviendas.


La COGA ha respondido presentando una demanda contra las ciudades de Lafayette y Fort Collins, que habían publicado ordenanzas prohibiendo la fracturación hidráulica.



Traducción del artículo "New study links fracking to birth defects in heavily drilled Colorado" publicado por Renee Lewis en Al-Jazeera el 30 de enero de 2014