Recopilatorio de las principales evidencias sobre el consumo de agua y el fracking elaborado por nuestro compañero de "Food and Water watch", Geert de Cock.
Mientras se calienta el debate sobre el fracking en California en mitad de una gran sequía, podría ser útil volver a exponer lo que sabemos sobre el consumo de agua y el fracking.
A continuación doy más detalles, pero aquí va un resumen:
- El fracking gasta grandes
cantidades de agua en zonas de EE.UU. que sufren escasez de la
misma.
- Algunos pozos de petróleo de
esquistos emplean 25-33 millones de litros de “agua de
mantenimiento” a lo largo de su producción, casi el doble de lo
usado para el fracking inicial.
- El 90% del agua utilizada para
el fracking se destruye para siempre –restos en el pozo o
desechada en pozos profundos de infiltración.
- La industria no está haciendo
progresos reales para reciclar los fluidos de fractura para futuras
operaciones de fracking.
- Una mayor eficiencia de la
industria en reciclar el agua de fractura no resolverá este
problema (el porqué, en el tercer punto).
Sabemos que el punto central de la industria es que el fracking solo emplea el 0,2% (o alguna otra cifra ridículamente baja) del consumo de agua total estatal. Aunque esta estadística puede ser cierta, el fracking puede llevarnos a una escasez de agua local, puesto que toda el agua para el fracking se suministra localmente, de aguas superficiales y subterráneas.
Esto es bastante obvio en el debate en California sobre si comenzar a fracturar suministros de petróleo de esquistos en medio de una sequía. Véase este artículo que hace referencia al informe CERES:
http://www.theguardian.com/environment/2014/feb/05/fracking-water-america-drought-oil-gas
El informe CERES señala que casi la mitad (47%) de los pozos estadounidenses están surgiendo en regiones con una falta de agua entre alta y extremadamente alta. Esto significa que más del 80% del agua disponible anual ya se distribuye a usuarios municipales, industriales y agrícolas en estas regiones. Al añadir el fracking a los usuarios existentes, se crean graves problemas.
En un artículo sobre los pozos de petróleo de esquistos en Dakota del Norte, el National Geographic también señala que mucha “agua de mantenimiento” se usa àra evitar la deposición de sal en y para mantener el flujo del petróleo.
- La necesidad de agua de
mantenimiento podría añadir de 25 a 33,3 millones de litros –o
más de 3 a 4 veces el agua necesaria para el fracking inicial.
- Reciclar no ayudará en el
mantenimiento de los pozos. El agua ya empleada para el fracking ha
recogido demasiada sal de la formación geológica subterránea como
para utilizarse para evitar las acumulaciones de sal en el taladro.
En cambio, solo se puede usar agua dulce –tratada con un biocida
para matar bacterias que podrían dañar el depósito de petróleo.
Como de costumbre, en realidad no. Este artículo en el Texas Observer resume hallazgos de un estudio científico arbitrado:
- Nicot descubrió que la gran
mayoría del agua, alrededor del 92%, utilizada para fracturar los
pozos de esquisto de Barnett en 2011 se “consumió” –nunca
volvió al acuífero o al depósito. Solo alrededor del 5% de toda
el agua se ha reutilizado o reciclado “durante los últimos años”.
El resto, sobre un 3%, vino de fuentes de agua salobre. Los números
sugieren que la industria está progresando muy poco por conservar
el agua, a pesar de un impulso de los reguladores y legisladores
para fomentar esta práctica.
- La información anecdótica de
los perforadores y de la Comisión de la cuenca del río Susquehanna
indica que aproximadamente el 10% del agua de la fracturación se
recupera de la formación perforada y fracturada en el noreste de
Pensilvania (Comisión de la cuenca del río Susquehanna, 2013). El
agua que queda en el fondo del pozo se considera una pérdida
consuntiva y ya no forma parte del ciclo hidrológico.
- Aunque la tecnología para la
perforación direccional u horizontal utilizada en combinación con
sofisticados procesos de fracturación hidráulica para extraer
recursos gaseosos ha mejorado durante las últimas décadas, el
conocimiento sobre cómo podría afectar esta extracción a los
recursos hídricos no ha mantenido el ritmo.
En otras palabras, incluso si se llegase a reciclar el 100% del 10% del agua de fractura (lo que es improbable, pero solo por argumentar), esto no sería muy útil a la hora de reducir el impacto hídrico de las operaciones para extraer gas de esquisto. Tras la inyección, el 90% del agua usada se pierde para siempre.
Incluso si se pudiese recuperar más agua (el doble o el triple), aún significaría que el 70% o el 80% de toda el agua se destruiría de forma permanente. Una mayor eficiencia es poco probable que resuelva este asunto.
La industria a menudo compara el consumo de agua de, por ejemplo, un campo de golf de 18 hoyos con el que necesita la industria del fracking. Estas comparaciones se olvidan de que el fracking retira de forma permanente enormes cantidades de agua del ciclo hidrológico en zonas donde tienen lugar las operaciones a gran escala para extraer gas de esquisto.