martes, 28 de enero de 2014

Porqué no es posible que el fracking conquiste el Reino unido




The picturesque village of Norton St Philip in SomersetEl experto en energía Paul Stevens sostiene que Gran Bretaña no tiene casi ninguna de las condiciones que han llevado a la revolución fracking de Estados Unidos - y que no va a reducir nuestras facturas.

El pueblo de Norton St Philip en los Mendips, Somerset, un área identificada para la potencial extracción de gas de esquisto bituminoso. Fotografía: incamerastock / Alamy


Con el anuncio en diciembre de que se adjudicarían licencias de perforación en 2014, el gobierno de coalición ha dejado claro su entusiasmo por el gas de esquisto. Este celo se deriva de la creencia de que un aumento de la oferta de gas hará bajar los precios, mejorando al mismo tiempo la competitividad de las exportaciones y haciendo frente a la creciente preocupación pública sobre el incremento de la factura energética interna.

Pero esta estrategia es equivocada: al contrario que en Estados Unidos, una revolución del gas de esquisto no hará bajar los precios en el Reino Unido.
A los defensores de un aumento de las perforaciones, incluyendo a David Cameron, les gusta señalar el éxito de la producción de gas de esquisto que se ha expandido por América. Allí, la capacidad de aprovechar los vastos recursos de gas de esquisto, gracias a los avances en la tecnología conocida como fracturación hidráulica o fracking, ha llevado a una caída significativa de los precios del gas doméstico, ha creado decenas de miles de puestos de trabajo y ha ayudado a disminuir la dependencia de los EE.UU. de las importaciones.
Pero la revolución americana del gas de esquisto, con una historia de más de
25 años, se produjo en un contexto que sería muy difícil de replicar en Gran Bretaña.

Fueron una serie de condiciones específicas las que llevaron a impulsar la revolución americana de gas de esquisto, sin olvidar su geología favorable. Gran parte del esquisto americano produce altos niveles de líquidos de gran valor, tales como petróleo crudo, así como el gas. La capacidad de extraer estos líquidos, producidos como un subproducto de las operaciones de gas de esquisto, ha favorecido la economía del esquisto en EE.UU. a pesar de los bajos precios nacionales del gas.

El know-how geológico apunta a que el éxito de la perforación en EE.UU. fue producto de la investigación financiada por el gobierno que data de la década de los 80, cuyos resultados se difundieron ampliamente a la industria privada. (Este tipo de investigación no sería financiada - y no debería serlo- por empresas privadas, así como la ciencia fundamental no puede ser patentada).
Desde el principio, se asignaron amplias exenciones fiscales para el esquisto, y las regulaciones ambientales eran relativamente débiles. Los mercados de capitales estaban dispuestos a facilitar la financiación de riesgo para el petróleo y gas, y la industria estaba dominada por una red de pequeñas empresas de nuevas tecnologías, con el apoyo de un sector de servicios dinámico y altamente competitivo.

Por último, los derechos de propiedad en EE.UU. hacen que cualquier extracción de gas de esquisto pertenezca al propietario del terreno, dándoles una razón para tolerar las interrupciones causadas por las operaciones de
esquisto. Casi ninguna de estas características están presentes en Gran Bretaña. El gobierno es ideológicamente reacio a financiar la investigación científica básica. La normativa  medioambiental es muy estricta y la oposición pública a fracking es muy fuerte. Los mercados de capitales no están acostumbrados a la financiación de las actividades de exploración de petróleo de alto riesgo y la industria de servicios en tierra está lamentablemente poco desarrollada en comparación con su homóloga estadounidense. La ostentación de derechos de petróleo y gas británicos por el estado, en lugar de por el propietario privado, desalienta a los individuos a apoyar nuevas perforaciones.

Además, sin mayor intervención del gobierno en el mercado nacional de gas, una mayor producción de gas de esquisto simplemente permitirá que las grandes empresas británicas envíen más gas a través del gaseoducto de interconexión a Bélgica, aprovechándose de los precios más altos en el continente. No dejarían dinero sobre la mesa para los consumidores británicos. Aunque Gran Bretaña parece tener importantes recursos técnicamente recuperables de gas de esquisto, una revolución como la americana es, por tanto, poco probable.

Un mayor énfasis sobre el esquisto podría generar ingresos y asegurar más a Gran Bretaña sus recursos energéticos, pero sólo si el gobierno pone en práctica medidas de política estratégica. Las exenciones fiscales se podrían ofrecer a las comunidades donde están los pozos de gas de esquisto (de hecho, recientemente se han propuesto exenciones de este tipo, con pagos de 100.000 libras por cada pozo hidrofracturado, más el 1% de los ingresos de cada pozo - pero los detalles no están claros). También se podrían implementar incentivos para impulsar el desarrollo de una industria de servicios que podría convertirse en una importante fuente de ingresos, exportándolos a una Europa hambrienta de gas de esquisto. Más importante aún, en un país donde se están
movilizando a las comunidades a resistir la perforación de gas de esquisto, el gobierno debe hacer un esfuerzo concertado para hacer frente a las preocupaciones del público. Entre éstas está el hecho de que las actividades de gas de esquisto están sujetas a una gran cantidad de regulaciones y supervisadas por múltiples autoridades, a menudo bastantes opacas. El establecimiento de unórgano administrativo designado para el gas de esquisto, armado con un único conjunto de directrices de producción, podría apaciguar los temores de la comunidad de alguna manera.

Existen preocupaciones medioambientales legítimas, y éstas tendrán que ser sopesadas contra los beneficios delaumento de la producción. Muchos temen que un mayor énfasis en el esquisto dé lugar a un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, un subproducto de las emisiones de metano y de la quema de grandesvolúmenes de gas natural. La contaminación de las aguas
subterráneas y los residuos son riesgos reales. También es significativo el argumento de que un aumento gradual de las operaciones de gas de esquisto sería a expensas de las inversiones necesarias en energías renovables como la eólica y solar.

En la medida en que se pueda reducir la dependencia de las importaciones de gas, el gas de esquisto tiene el potencial de hacer de Gran Bretaña más energéticamente independiente. También podría generar ingresos muy bienvenidos. Pero incluso aunque la campaña de relaciones públicas se pueda ganar, es probable que el gobierno sufra una decepción porque un cambio al
esquisto no reducirá los precios internos del gas.

Paul Stevens es un distinguido miembro del
departamento de recursos de la energía y del medio
ambiente de Chatham House, Londres Traducción del artículo “Fracking has conquered the US. Buthere's why it can't happen in Britain”  publicado el 19 de enero de 2014 en The Guardian