miércoles, 8 de enero de 2014

El fracking perjudica la salud de los bebés, según un estudio

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La industria energética lleva tiempo insistiendo en que la fracturación hidráulica, es decir, la técnica de fracturación de la roca para extraer gas y petróleo de yacimientos a gran profundidad bajo la superficie terrestre, es segura para las personas que viven en sus cercanías. Sin embargo, una investigación reciente sugiere que esto no es del todo cierto para algunos de los seres humanos más vulnerables: los recién nacidos. 

  En un estudio presentado hoy en la reunión anual de la Asociación Estadounidense de Economía (American Economic Association) en Filadelfia, los investigadores Janet Currie de la Universidad de Princeton, Katherine Meckel de la Universidad de Columbia, y John Deutch y Michael Greenstone del Instituto Tecnológico de Massachusetts, examinaron las actas de nacimiento registradas en Pensilvania desde 2004 a 2011 para poder evaluar la salud de los bebés nacidos en un radio de 2,5 kilómetros de los lugares donde se lleva a cabo la fracturación hidráulica de gas natural. Descubrieron que la proximidad a los lugares del fracking incrementaba en más de la mitad la probabilidad de que el bebé naciese con un peso inferior, en un porcentaje de un 5,6% a un 9%, aproximadamente. La posibilidad de obtener una puntuación baja en el test de Apgar, un examen en el que se resume la salud del recién nacido, se duplicaba en más de un 5% en la mayoría de los casos. 
 
El estudio, que aún no ha sido revisado por otros expertos ni se ha publicado en Internet, llega en un momento en el que las autoridades estatales y federales se enfrentan a cómo regular el fracking o incluso, en el caso del Estado de Nueva York, si permitir el uso de esta técnica. Gran parte de la investigación disponible está patrocinada o por la industria energética o por los detractores de la misma. Algunas investigaciones independientes han descubierto indicios de contaminación de acuíferos en zonas cercanas a donde se desarrollaban actividades de fracking. Sin embargo, es complicado establecer una relación directa entre el fracking y la salud humana, debido a la falta de información sobre las sustancias químicas que se utilizan en el proceso y a la dificultad de conseguir historiales médicos que incluyan datos de residencia. 
 
Currie, quien contó con financiación económica por parte de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (Environmental Protection Agency) y la Fundación John D. y Catherine T. MacArthur, y sus colegas consiguieron acceder a actas de nacimiento de Pennsylvania que contenían la latitud y la longitud de las residencias de las madres y que se correspondían con las ubicaciones de los lugares donde se desarrollaba el fracking. La investigación profundiza en el trabajo de Elaine Hill, estudiante doctoranda de la Universidad de Cornell quien desató la controversia en 2012 con un estudio (en inglés) que revelaba que los bebés nacidos cerca de pozos de gas ya fracturados presentaban más problemas de salud que los bebés nacidos cerca de lugares en los que el fracking estaba permitido pero aún no se había puesto en práctica. Hill criticaba asimismo en su estudio que la actividad de fracking podría alterar la demografía de una zona, atrayendo a más madres con mayor probabilidad de dar a luz a niños con problemas de salud.

La nueva investigación aborda estas preocupaciones mediante el seguimiento de un grupo constante de madres que dieron a luz a niños tanto antes como después del comienzo de la actividad de fracking, controlando si se observan o no diferencias geográficas en las características iniciales de la salud de las madres. La investigación pretende conseguir el rigor de un experimento controlado, centrándose en madres seleccionadas aleatoriamente para ser expuestas al fracking según su residencia y fecha de embarazo. 
 
Aunque el estudio presenta evidencias suficientes de que el fracking tiene efectos negativos en la salud de los bebés, se necesita investigar más para saber por qué. Sorprendentemente, la contaminación en el agua no parece ser la culpable: los investigadores encontraron resultados similares tanto en madres que tenían acceso a sistemas públicos de agua potable, controlados con cierta frecuencia, como en madres que preferían el tipo de pozos privados que tienen más probabilidad de verse afectados por la actividad de fracking. Otra posibilidad que se baraja es que lo que perjudica la salud de los bebés es la contaminación del aire asociada a la actividad de fracking. 
 
El estudio no nos explica necesariamente si el uso del fracking merece o no la pena. Los problemas de salud que el fracking causa pueden compensarse con algunos de sus beneficios, como la generación de más puestos de trabajo, la bajada en los precios de la energía o la reducción del uso de carbón u otros combustibles cuando el gas natural pase a estar disponible. «Teniendo en cuenta la importancia del fracking para la economía en general, podría considerarse indemnizar a la gente por los gastos que les supondría desalojar sus hogares en vez de cesar la actividad de fracking”, comentó Currie.


Aún así, la sola evidencia de que nuestra demanda de energía barata podría estar causando daños irreversibles a los niños debería ser motivo para plantearnos seriamente una pausa.
 
Traducción del artículoStudy Shows Fracking Is Bad for Babies publicado en Bloomberg el 4 de enero de 2014