miércoles, 4 de enero de 2017
Los científicos pueden haber resuelto un misterio clave sobre las emisiones de metano en el mundo
Una nueva investigación abre de nuevo el gran debate sobre las emisiones globales de metano, un potente gas de efecto invernadero que, solo por detrás del dióxido de carbono, son los principales causantes del cambio climático.
Un estudio publicado el lunes en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (Proceedings of the National Academy of Sciences, en inglés), señala que la cantidad de metano emitido por las industrias de combustibles fósiles ha ido aumentando desde la década de los 80, sobre todo durante esta última década. Este estudio ha llegado a unas conclusiones que contradicen a las de estudios anteriores en lo que se refiere a los causantes de los gases de efecto invernadero.
Los cambios en la concentración atmosférica de metano a lo largo de los últimos siglos están bien documentados. Los científicos están de acuerdo en que, globalmente, estas concentraciones están aumentando y han ido incrementándose al menos desde la revolución industrial. Sin embargo, el ritmo al que han ido creciendo estas concentraciones no ha sido precisamente constante a lo largo de todo este tiempo. Los registros indican que el ritmo de aumento disminuyó a finales de 1980 y 1990, pero las concentraciones finalmente se han mantenido al mismo nivel desde 1999 hasta el 2006 aproximadamente y a partir de entonces empezó a subir.
Los científicos discrepan sobre qué estaba sucediendo durante esta época a las fuentes de metano del mundo, dijo Andrew Rice, un profesor asociado y científico dedicado al medio ambiente en la Portland State University y también autor principal del nuevo estudio.
El metano se produce por una serie de actividades diferentes, entre ellas: la agricultura, los cambios que hacen los humanos en el paisaje, la actividad microbiana en humedales, el deshielo del permafrost, la quema de biomasa y la extracción de combustibles fósiles. Entre las fuentes más discutidas actualmente, encontramos a las llamadas emisiones “fugitivas” de combustibles fósiles. Éstas son, básicamente, fugas de metano que se desprenden accidentalmente en las operaciones petroleras y de gas, dado que las emisiones no son intencionadas, para la industria han sido difíciles de cuantificar de abajo hacia arriba. Como resultado, los científicos difieren sobre si estas emisiones fugitivas van en aumento o descienden.
Dos investigaciones anteriores han tratado responder a esta duda. Para ello, han observado las concentraciones atmosféricas tanto del metano como de otro compuesto con base de carbono llamado etano, que suele ser emitido por muchas de las mismas fuentes, incluida la industria fósil.
“Hallaron que el etano atmosférico estaba disminuyendo y esto lo atribuyeron a un descenso de las emisiones de emisiones fugitivas de los combustibles fósiles”, comentó Rice. Dadas las mejoras tecnológicas en las operaciones de petróleo y gas durante las últimas décadas, esta propuesta no parece ser un disparate.
No obstante, la nueva investigación contradice estos resultados. Según indica, las emisiones fugitivas de metano de los combustibles fósiles han aumentado desde los decenios del 1980 en una media de 24 megatoneladas (millones de toneladas) por año, ocurriendo gran parte de este crecimiento desde el año 2000. Al mismo tiempo, el estudio apunta que las emisiones de metano causadas por humedales, cultivos de arroz y quema de biomasa han menguado.
Esta nueva investigación llega a estos resultados a través de un método completamente diferente del que se usó anteriormente. Se basa en un análisis de isótopos de carbono diferentes (distintas formas químicas de un mismo elemento) que se han encontrado en el metano que se ha capturado en muestras de aire a lo largo de las décadas. El metano producido por distintas fuentes tiende a contener isótopos diferentes que, analizándolos, pueden aportar información a los científicos para que averiguen cuanto metano procede de cada actividad.
En este caso, Rice y un grupo de colegas de la Portland State University y de la Oregon Health & Science University, pudieron usar un archivo con más de 200 muestras de aire recogidas por investigadores de Oregón desde finales del 1970 hasta el decenio de 1990. Combinaron los datos de estas muestras con otros 100 archivos aproximadamente procedentes de todo el mundo y elaboraron un modelo para ayudarles a analizar las fuentes de todo el metano.
Estos análisis indicaban que la cantidad de metano producido por las actividades que usan combustibles fósiles permaneció estable desde el 1984 hasta alrededor del 2000, y desde entonces aumentó drásticamente. El estudio señala que este aumento se vio compensado por la disminución de las emisiones de metano procedente de la quema de biomasa, los humedales y el cultivo de arroz.
“Sinceramente podríamos decir que nos sorprendieron los resultados”, comentó Rice. “Hasta que no llegó nuestro trabajo, las pruebas mostraban que las emisiones fugitivas de combustibles fósiles estaban disminuyendo, teniendo en cuenta los datos que proporcionaba el estudio del etano.
Los investigadores llevaron a cabo varias pruebas para verificar sus resultados. Decidieron ver qué pasaría si repitieran los análisis otra vez, pero forzando a que las emisiones fugitivas de combustible fósil menguaran, al contrario que en el análisis anterior (básicamente, forzando a que su modelo suponga que los estudios anteriores eran correctos). Para compensar este forcejo, el modelo indicó que harían falta un gran aumento en emisiones de otras áreas, tales como vertederos y tratamientos de deshechos, mientras que los estudios anteriores que se hicieron sobre estos sectores, indicaron que es muy improbable que pudiera suceder un aumento de estas magnitudes.
De modo que los investigadores están seguros de sus resultados. El problema es que disciernen mucho de las conclusiones a las que llegaron los otros estudios y por eso el debate sigue sin resolverse.
“Desgraciadamente creo que seguirá siendo un asunto abierto”, opinó Rice.
Sin embargo, otros expertos no involucrados en esta investigación, dicen que, al fin y al cabo, estos nuevos resultados puede que no sean tan controvertidos. Los dos estudios anteriores, que se basaban en el etano, ya tienen unos cuantos años y “desde entonces ha habido varios documentos que muestran que el etano ahora está aumentando, debido a las emisiones relacionadas con combustible fósil”, dijo Drew Shindell, profesor de ciencias del clima en la Duke University, en un comentario que envió a The Washington Post. “Este nuevo estudio ayuda a confirmar que los resultados que se obtuvieron a partir del antiguo análisis del etano ya no son válidos”.
De hecho, aunque las emisiones de etano y de metano pueden proceder de las mismas fuentes, no siempre se da en las mismas proporciones, apuntó Daniel Jacob, un experto en química atmosférica de la Harvard University. Por eso cree que el argumento que se dio en los estudios anteriores “no era muy sólido”.
Sin embargo, si este asunto sigue sin resolverse, en un futuro esto podría ser un reto para la política global sobre el clima. Para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, como el metano, los responsables políticos primero tienen que saber de dónde proceden la gran mayoría de estos gases.
Si la nueva investigación es correcta, las fugas de metano que proceden de las operaciones petroleras y de gas, realmente están en aumento, “esto representa un grave problema y una gran oportunidad,” dijo Shindell. “Tenemos que controlar mucho mejor las fugas de metano o nuestra transición del carbón al gas no nos habrá aportado ningún beneficio medioambiental. La oportunidad es que tenemos la posibilidad de hacer un mejor trabajo, tal y como ha demostrado la industria cuando opera en su mejor manera… y si utilizáramos la mejor industria en todos los lugares, podríamos marcar una gran diferencia”.
Traducción del artículo "Scientists may have solved a key mystery about the world’s methane emission" publicado el 13 de septiembre en The Washington Post