Los organismos reguladores federales creen que “hay una gran posibilidad” de que los últimos terremotos producidos en el norte de Texas estén relacionados con la actividad del petróleo y del gas, aunque los organismos reguladores estatales no lo reconozcan.
Esto es conforme a la evaluación anual de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, siglas en inglés) de cómo la Comisión de Ferrocarriles de Texas supervisa miles de pozos de inyección y de eliminación de residuos en los campos de petróleo, es decir, zonas de descanso bajo la tierra para millones de galones de residuos tóxicos producidos por el fracking y otras actividades de perforación.
“Según los descubrimientos de varios investigadores, su análisis de varios casos y el hecho de que los terremotos disminuyeran en varias zonas tras una reducción del volumen de inyección en los pozos seleccionados”, un informe del 15 de agosto afirma que “la EPA cree que hay una gran posibilidad de que la actividad sísmica del norte de Texas este asociada con los pozos de eliminación de residuos”.
Desde hace décadas, los científicos saben que la inyección de líquidos bajo tierra puede dar lugar a terremotos, y una recopilación de estudios de investigación ha relacionado los pozos de eliminación de residuos con la sismicidad en Texas y en otros estados en los que se ha vuelto más frecuente.
Jim Bradbury, un abogado con oficina en Fort Worth que ha seguido de cerca el tema de los terremotos, dijo que no podía afirmar que la EPA vinculase de forma explícita los terremotos en Texas con la actividad industrial.
“Es importante que dijeran eso”, afirmó.
Texas, hogar de miles de estos pozos, es el tercer estado con mayor riesgo de terremotos provocados por el hombre, según el Servicio Geológico de los Estados Unidos, solamente por detrás de Oklahoma y Kansas.
Últimamente, algunas zonas en Texas donde se realiza la perforación han notado más terremotos, la mayoría de ellos sin importancia. Pero los temblores en la zona de Dallas-Fort Worth han cobrado más importancia, sobre todo aquellos que tuvieron lugar en los dos últimos años.
“La EPA está preocupada por el nivel de actividad sísmica durante el año 2015 en la zona de Dallas-Fort Worth debido a las posibilidades de tener una repercusión en la salud pública y el medioambiente, además de en las fuentes subterráneas de agua potable”, informó la agencia.
El temblor ha creado desafíos políticos para la Comisión de Ferrocarriles de Texas, la cual supervisa la poderosa industria del gas y el petróleo.
Desde 2014, la agencia ha contado con un grupo de sismólogos y ha aprobado normativas que obligan a los operarios de pozos de eliminación de residuos a presentar más información geográfica. Sin embargo, la agencia, que ha realizado sus propias investigaciones, no ha relacionado públicamente ninguno de los temblores con la actividad industrial; incluso los organismos reguladores en otros estados con petróleo reconocen la conexión. La Comisión de Ferrocarriles es reticente a las conclusiones de algunos de estos estudios.
En respuesta al informe de la EPA, la comisión afirmó al Texas Tribune que se toma muy en serio el asunto de la sismicidad inducida y se adoptan algunas de las normas más estrictas sobre los pozos de eliminación de residuos”.
Desde la aprobación de esas reglas, la comisión ha recibido 56 solicitudes de pozos de eliminación de residuos en las zonas históricamente sísmicas, dijo el portavoz Gaye McElwain en un email. De estas solicitudes, la agencia ha expedido 28 permisos con “condiciones especiales”, aquellas que están relacionadas por ejemplo con los volúmenes y presiones de inyección. Once solicitudes han sido rechazadas, mientras que se han llevado a los tribunales tres de ellas. “Se dieron diez permisos sin condiciones especiales, y cuatro solicitudes están todavía pendientes”, dijo McElwain.
En su evaluación, la EPA “felicitó” a la Comisión de Ferrocarriles por establecer nuevas normativas sobre los pozos de eliminación de residuos y por aclarar su autoridad para paralizar ciertas operaciones que están relacionadas con los terremotos. Sin embargo, la agencia federal reconoció que sus descubrimientos sobre la sismicidad del norte de Texas se oponen a lo que la Comisión de Ferrocarriles ha declarado públicamente.
Los terremotos se producen por deslizamientos de fallas o fracturas. Los expertos dicen que los fluidos inyectados a altas presiones pueden aliviar la presión en algunas fallas, lo que provoca el deslizamiento. Y las formaciones de inyección naturalmente fracturadas pueden transmitir la acumulación de presión de la inyección durante millas,” observa la evaluación de la EPA, destacando una de las formaciones en el norte de Texas (Ellenburger), que es una zona conocida de desechos.
Luke Metzger, director del grupo de defensa Environment Texas, señaló que la EPA simplemente “estaba afirmando lo obvio” sobre la causa de los terremotos.
“La EPA debería insistir en que la Comisión de Ferrocarriles aceptase las pruebas científicas y tomase medidas para proteger a Texas de los terremotos”, afirmó.
Pero Bradbury, el abogado del norte de Texas, encontró algo más importante en el mensaje que la agencia federal mandó a la Comisión de Ferrocarriles, particularmente porque la EPA habló previamente sobre los terremotos en Texas.
“Es obvio que [la Comisión de Ferrocarriles] está evitando de forma intencionada la realidad que la comunidad científica ha abrazado y está trabajando en ello”, afirmó Bradbury en un email. “Creo que muestra que la EPA está preocupada por esa realidad”.
En su informe, la EPA recomendó “un detallado seguimiento de la actividad de inyección” que progrese, combinado con métodos apropiados de análisis de datos, en un esfuerzo coordinado para detectar posibles correspondencias con la actividad sísmica”.
Bradbury observó que la EPA tiene el poder de revocar la autoridad de la comisión sobre los pozos de eliminación de residuos.
“Es el programa de la EPA y pueden causar a la comisión un montón de problemas”, declaró.
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Traducción del artículo "EPA: North Texas Earthquakes Likely Linked to Oil and Gas Drilling" publicado en The Texas Tribune el 22 de agosto de 2016