Susan Brantley, una geocientífica de la Universidad del estado de Pennsylvania
que ha participado en la elaboración del estudio, dijo a Associated Press que se
trata de la primera demostración documentada y publicada de una fuga de
compuestos tóxicos procedentes de perforaciones sin entubar en los pozos de sondeo
de gas de esquisto, los cuales, tras recorrer largas distancias fueron a parar
al agua potable.
La contaminación se achaca a las deficiencias de construcción de los pozos
El análisis de las muestras de agua potable tomadas en los hogares reveló
la existencia de pequeñas cantidades de 2-butoxyethanol o 2-BE, un compuesto
que se halla normalmente en los cosméticos y en los productos de limpieza de
uso doméstico. Se ha demostrado que el 2-BE causa tumores en los roedores,
aunque sus efectos en los humanos aún no están tan claros; y los investigadores
dicen que las cantidades detectadas en Pensilvania estaban dentro de los
límites establecidos en las normas. Los autores señalan que, probablemente, la
contaminación no fue provocada por la fracturación hidráulica en sí sino por
las deficiencias de construcción de los pozos de perforación.
Los tres hogares se encuentran en el condado de Bradford, en Pensilvania, cerca
de los pozos de gas construidos en 2009 en el yacimiento de Marcellus Shale. En
2010 se encontraron altos niveles de metano y sedimento en el agua potable que
consumían dichos hogares, por lo que se presentó una demanda contra la empresa
de perforación, Chesapeake Energy Corporation. En 2011, las autoridades reguladoras
estatales impusieron una multa de 1 millón de dólares a la empresa y
promulgaron normas más estrictas para regular las actividades de perforación. Nueva
York y Vermont han prohibido totalmente la fracturación hidráulica debido a los
posibles riesgos que podría tener para la salud pública y el medio ambiente. El
mes pasado, la administración Obama introdujo nuevas normas que imponen a las
empresas la obligación de informar de las sustancias químicas que utilizan en
las prospecciones de gas y petróleo.
La industria da marcha atrás
Los autores del estudio creen que la contaminación se produjo en 2010, antes
de la entrada en vigor de las normas relativas a las actividades de
perforación, y reconocen que unas normas más estrictas podrían haberla evitado.
Otros expertos que no participaron en el estudio afirmaron que éste constituye
un claro (aunque infrecuente) ejemplo del impacto que tienen las actividades de
perforación en el agua potable, pero los representantes de la industria de la
perforación pusieron en tela de juicio las conclusiones del estudio. Los
partidarios del gas de esquisto llevan mucho tiempo argumentado que las
actividades de perforación se realizan a una profundidad mucho mayor que la
profundidad a la que se encuentra el agua dulce subterránea, por lo que no
puede suponer riesgos para la salud humana.
Katie Brown, consultora del grupo de promoción del petróleo Energy in
Depth, dijo en un mensaje de correo electrónico a The New York Times que este caso tiene su origen en la detección de una cantidad pequeñísima de un
compuesto que se emplea normalmente en centenares de productos de limpieza de
uso doméstico . Y añade que los investigadores sugieren que el compuesto
también se encuentra en un fluido de perforación específico pero luego nos
dicen que no tienen ninguna prueba de que dicho fluido se hubiera utilizado en
el pozo.
Sin embargo, el autor principal, Garth T. Llewellyn, hidrogeólogo de Appalachia
Hydrogeologic and Environmental Consulting, explicó al Times que los
investigadores no hallaron restos de los compuestos en los hogares más alejados
de los pozos. Llewellyn añadió que cuando se incluyen todos los tipos de
evidencias la conclusión es que esa es la fuente más probable."
Traducción del artículo "Fracking chemicals contaminated drinking water in Pennsylvania, studyfind" publicado en The Verge el 6 de mayo de 2015