lunes, 17 de noviembre de 2014

Mujer de Alberta batalla contra cinco pozos fracturados vecinos



Sump pit
Diana Daunheimer ha demandado por años a la industria debido a los daños ocasionados en su propia parcela.


Diana Daunheimer descubrió este foso sumidero de gran tamaño, como un pozo creado para almacenar residuos de perforación, en un emplazamiento de pozo al noreste de su propiedad, en julio de 2012. Foto: Diana Daunheimer.

Cuando la explosión del boom del petróleo de arenas compactas invadió la provincia rural  de Alberta hace cinco años, Diana Daunheimer era simplemente «una propietaria ignorante», según sus propias palabras.

Siendo madre de dos niños, dedicada la agricultura, era poco lo que conocía sobre la práctica de perforación horizontal o la fracturación hidráulica multietapa.

En dicha práctica, se aplica una inyección de fluidos altamente presurizados en pozos perforados a kilometros de profundidad, que luego se perforan hacia los lados, de manera horizontal, con una longitud de más de tres kilometros, para abrir por la fuerza la roca de esquisto, tan compacta como el granito.

Para extraer petróleo de baja calidad de la formación Cardium, así como de otras capas de roca de esquisto en las profundidades del área centro-oeste de Alberta, la industria aumentó la implementación de esta práctica alrededor de 2009 y generó una especie de fiebre del oro oscura a raíz de la cual se industrializaron muchas comunidades ruralescon el consiguiente tráfico continuo de camiones y las contaminantes antorchas de flaring para eliminar el gas residual.

Daunheimer conocía menos aún sobre la autoridad reguladora del sector de energía de Alberta (Alberta Energy), anteriormente la Junta para la Conservación de Recursos Energéticos, que arbitra la industria de toda la provincia.

No obstante, Daunheimer comenzó a informarse sobre el tema, a medida que la cantidad de pozos fracturados horizontalmente en la formación Cardium aumentaba de 70 a 2.000 en cuatro años, y la producción de petróleo crecía de manera desmesurada de 2.000 a 80.000 barriles por día.

La existencia de cinco pozos fracturados pertenecientes a Angle Energy, con base en Calgary, y otro pozo más fracturado por Bonavista, a medio kilómetro de su hogar, hizo que Daunheimer se formara opiniones firmes sobre los procesos de la minería y se convirtiera en un auténtico incordio, tanto para la industria como para los entes reguladores.

Daunheimer, que estudió Ciencias en la universidad, advirtió hace poco al comité legislativo de Yukón, que en la actualidad analiza los beneficios y los riesgos de la fracturación en ese territorio, que debía «desistir cortésmente» de la mencionada tecnología.*

«Esperen a conocer las repercusiones a raíz de lo que pasa en los Estados Unidos, y lo que va a pasar en Alberta, y luego analicen si aun sienten que esta es una decisión que dará buenos frutos económicos, y estúdienlo», dijo el 13 de febrero.

La mujer, de 39 años, demandó a Angle (actualmente, propiedad de Bellatrix), por $13 millones, demanda que aun se encuentra en proceso. En su reclamo, presentado hace tres meses, alega que la empresa no tomó los recaudos necesarios al fracturar los pozos de petróleo y gas que se encuentran en la cercanía de su hogar, entre 2008 y 2012.

Además, asevera que las actividades de perforación efectuadas por Angle provocaron una serie de daños en la propiedad, la muerte del ganado, un tumor a su hija en el cuello y contaminaron el agua de pozo, además de ocasionarle un estrés implacable durante dos años.

En un enunciado de la defensa de Angle, presentado en febrero, se niegan todos los reclamos de Daunheimer.

Por su parte, Daunheimer se encarga personalmente de llevar adelante las acciones legales, tarea que según ella le resulta «extremadamente frustrante, y te cambia la vida». Afirma que sabe más de la industria que la mayoría de los abogados y que, si fuese de otra manera, no podría costear los gastos de la representación legal.

«Creo que soy la mamá osa», comenta. «Protejo a mis niños, y amo el lugar donde vivo. Trabajo con toda el alma para mantener mi hogar. Me casé aquí. ¿Por qué me van a sacar a la fuerza de mi casa por las actividades ilegales de alguien más? No tiene ningún sentido».

A diario, desde la industria se afirma que la fracturación hidráulica es una actividad «segura y comprobada»; de la misma manera, la autoridad reguladora de la energía en Alberta asevera a los propietarios que la práctica se realiza con «responsabilidad» y que «los impactos acumulativos se minimizan».

Sin embargo, según sus propias palabras, esto no es lo que Daunheimer experimentó en su casa, propiedad que adquirió en el año 2002. «Sufrimos todos los impactos acumulativos que una familia pueda experimentar», replica.

En Alberta, varios grupos conformados por propietarios, municipalidades, ciudadanos de Lethbridge, profesionales especializados en recursos hídricos y políticos han planteado sus preocupaciones sobre dicha actividad.


LICENCIAS PARA LOS POZOS HORIZONTALES

Cantidad de licencias otorgadas para los pozos horizontales en Alberta. Fuente: Alberta Energy.

Brian Mason, líder del Nuevo Partido Democrático de Alberta, lanzó recientemente la acusación de que la fracturación hidráulica no solo se encuentra «fuera de control» sino que «está aumentando de manera drástica, sin que se comprendan verdaderamente cuáles serían las consecuencias en el futuro».

El vecino amargado

Durante años, Daunheimer, una ex coordinadora ambiental de la ciudad de Airdrie, cultivó en su terreno vegetales orgánicos para los restaurantes ubicados en la zona residencial de Calgary.

Pero en el año 2008 su vida comenzó a cambiar, cuando Angle inició sus actividades de perforación y fractura con fluidos altamente presurizados en dos pozos, de manera simultánea, que se encontraban a 25 metros uno de otro y a unos 400 metros de su hacienda, al oeste de Didsbury, en el centro-sur de Alberta.

Dichas prácticas provocaron un tráfico interminable, así como la contaminación auditiva y ocasionada a raíz de los vapores del diésel, pero los Daunheimer supusieron que se trataba de una actividad normal en una provincia que depende de las ganancias provenientes de los hidrocarburos.

La familia se puso en estado de alerta, según la Sra. Daunheimer, cuando la compañía perforó y fracturó un pozo de gas amargo al sur de la propiedad, en agosto de 2010.

Después de haber fracturado propano en el pozo ubicado a 377 metros de su hogar, la empresa quemó gas no deseado durante 19 días.

Según lo explicó Daunheimer, la compañía quemó «todo el gas no rentable para llegar al petróleo rentable», lo que es una práctica común en la «zona de petróleo» y que en la actualidad se reconoce como una actividad inútil y un riesgo potencial para la seguridad pública de Dakota del Norte.

También afirma que, durante ese tiempo, se escuchaba en todo momento el rugido de dos incineradores, que se asemejaba al ruido del motor de un avión. La contaminación que provenía del humo atemorizaba a sus pollos y cabras y causaba dolores de cabeza en la familia, además de largos períodos con mareos e infecciones respiratorias crónicas.

Un grupo de personas relacionadas con la industria (el esposo de Daunheimer, Derek, es gerente de maniobras en la zona de petróleo) le comentó a la familia que tendrían que haber sido evacuados durante el evento.

Tres semanas después, las cabras que criaba la familia abortaron el 50 por ciento de sus fetos, mientras que a la hija de los Daunheimer, de diez años, se le encontró un tumor en el cuello.

Le llevó un tiempo a la familia tomar cartas en el asunto. Recién el año pasado, después de haber hecho uso de las leyes que amparan la libertad de información para acceder a los registros de perforación y de otra índole, se percató del peligro potencial y del grado de exposición a los químicos que originaban estos pozos cercanos.

Como resultado de dicha exposición, la familia consultará a un toxicólogo de Edmonton, la capital de Alberta, el próximo mes. «Cuando visitamos a los médicos e intentamos expresarles nuestras preocupaciones con respecto a la actividad industrial y cómo afecta a la salud de la familia, nos miran con desconfianza, como si no creyeran lo que les contamos», dice Daunheimer.

El gas amargo, un gas parecido al cianuro y que en bajas concentraciones resulta tóxico (tanto para los humanos como para los animales), se estanca en las áreas bajas; precisamente, la casa de los Daunheimer se encuentra en una depresión. La familia afirma que durante años sintieron el olor de ese gas.

Sitio del gas amargo
Lugar de concentración del gas amargo, a unos 400 metros al sur de la propiedad de la familia Daunheimer. Foto: Diana Daunheimer.

La empresa juró que el vapor no se originó a partir de sus actividades.

Más adelante, Daunheimer descubrió que el pozo contaba con la licencia para ventilar los gases de combustión, pero que su familia no había sido notificada sobre ello. Mediante un correo electrónico, uno de los empleados de Angle le informó a ella sobre el asunto. Además, una serie de registros de control reveló que las estaciones de compresión de dos de los pozos liberaban 15.000 metros cúbicos de gas de combustión cada una, todos los meses.

Combustión elevada

En ese momento, la Sra. Daunheimer comenzó a estudiar las leyes de la industria, así como la eficiencia de la combustión y el contenido de la llama.

Descubrió algunos estudios llevados a cabo por el Consejo de Investigaciones de Alberta, en los cuales se demostraba que las llamas se quemaban, a menudo, con el 62 por ciento de eficiencia hace más de una década, lo que significaba que los propietarios respiraban, con el viento a favor, hasta 150 hidrocarburos altamente tóxicos.

Según los informes generales de emisiones, presentados con el ente regulador, y en base a las hojas de datos de seguridad de los materiales en relación con los fluidos de fracturación, «ahora sabemos que hemos estado expuestos a benceno crudo», comenta Daunheimer.

Cada vez más, los habitantes de Alberta se exponen al mismo tipo de material que contamina las cuencas atmosféricas, en las zonas donde han surgido las barreras de contención de hidrocarburos compactos y la fracturación hidráulica, como Texas y Dakota del Norte.

Debido al drástico aumento de la inyección de fluidos en los pozos horizontales, impulsada por incentivos fiscales y gubernamentales, la cantidad de gases de combustión que se ventilan o se queman se han multiplicado como hongos en la provincia desde 2006, como en Dakota del Norte.

En su informe de combustión de 2013, la autoridad reguladora de energía de Alberta atribuye directamente el 25,9 por ciento de aumento (de 2011 a 2012) en la eliminación de gas de combustión quemado en el aire «al aumento en la nueva producción de petróleo crudo y bajos costos del gas, lo que dificulta más la viabilidad económica de la conservación».

El ente regulador atribuyó el aumento del gas de combustión al «número de operaciones de fracturación horizontales y de múltiples etapas. Lleva más tiempo recuperar los fluidos de carga y limpiar los pozos en estas operaciones, lo que origina mayores volúmenes de antorchas y mayor duración de la combustión».

Daunheimer también encontró grandes fosos de sumideros, o pozos creados para almacenar los residuos de la perforación, en un nuevo emplazamiento de pozo fracturado al noreste de su propiedad, en julio de 2012. (En otro emplazamiento, al sur de su hogar, se erigían imponentes conductos de escape con derrames de petróleo).

La Sra. Daunheimer sospechó que los fosos de sumideros eran ilegales porque podían provocar la filtración de agua contaminada con hidrocarburos hacia aguas subterráneas o cerca del río Rosebud River.

Alberta Environment, una de las dos agencias provinciales responsables de la protección de aguas subterráneas, expresó su preocupación, pero alegó que no podía hacer nada, según Daunheimer.

Al sentir inquietud sobre la seguridad del agua de su propio pozo (debido a que ciertos ensayos químicos revelaron problemas), presentó una queja al ente regulador Alberta Energy.

Al tiempo, uno de los inspectores revisó los fosos sin delimitar ni revestir. En su informe, advirtió que dichos fosos presentaban un «fuerte olor a fluidos de perforación basados en hidrocarburos». Como resultado, el ente regulador emitió una «orden de cumplimiento por alto riesgo» contra Angle, para que solucionen el problema.

Daunheimer presentó una solicitud de libertad de información al gobierno para obtener una copia de la orden de ejecución, por la cual, el año 2012, se clausuró por un día a la empresa, mientras esta efectuaba las tareas de remoción de los residuos de petróleo del foso. La compañía demoró un año más en limpiar totalmente el emplazamiento.

Entre tanto, otra de las ramas gubernamentales de Alberta frustró una prueba que iba a efectuarse en un pozo de agua potable, la cual había sido solicitada por Daunheimer luego de que, a raíz de una prueba rutinaria sobre los químicos, apareciera evidencia de contaminación por hidrocarburos.

Al principio, el gobierno informó que esa prueba «no comprobó que había algo por lo que preocuparse» (diciembre pasado), pero una vez que Daunheimer planteó su preocupación sobre la calidad de la prueba, admitió en un correo electrónico que «se habían cometido tantos errores desde el laboratorio cuando se efectuó la primera prueba» que tendrían que volver a tomar muestras del pozo.

También preocupaba el ruido. En Alberta, la industria del petróleo y del gas debe mantener su maquinaria a 50 decibeles durante el día, y 40 por la noche.

Pero, en contra de lo que estipulaban las normativas, una de las estaciones de compresión produjo un ruido ensordecedor durante dos años y medio, según Daunheimer, quien agrega que después de que ella hizo conocer esa violación de las normas al ente regulador, la empresa desmanteló la estación, silenciosamente.

Para el año 2012, la compañía se negó a dialogar con la familia, mientras que el organismo de control expresó su frustración ante la veintena de correos electrónicos y llamadas telefónicas de Daunheimer, comenta la señora.

Perdido en el pozo

Si bien la industria y el gobierno anuncian repetidamente que los fluidos de fracturación se basan en cantidades de agua y que resultan tan inofensivos como la goma guar, Daunheimer descubrió lo contrario.

Según la información que ella recopiló en el sitio Web de FracFocus, uno de los pozos cercanos a su hogar fue fracturado, principalmente, con combustible diésel, nafta disolvente (petróleo) de fracciones aromáticas ligeras, y queroseno.

FracFocus, un conjunto de registros voluntarios asentados por las empresas, enumera los contenidos de los fluidos peligrosos que se inyectan durante las operaciones de fracturación en América del Norte, por lo general, tres meses después de la actividad. En un estudio legal realizado en 2013 por integrantes de la Universidad de Harvard, se concluyó que los registros de las industrias «evitan que los estados las obliguen a cumplir con los requisitos de divulgación puntuales, genera obstáculos en cuanto a la obligación de las compañías de informar sobre sus actividades, y da lugar a la reivindicación de operaciones comerciales inconsistentes y secretas».

Otros pozos cercanos a la casa de los Daunheimer fueron bombardeados con petróleo de fracturación, regular y sintético, o con «diesel invert» (un fluido de perforación). Las hojas de datos de seguridad de los materiales (MSDS, por sus siglas en inglés) advierten que el petróleo de fracturación es «altamente inflamable» y que «contiene benceno, un componente cancerígeno para los humanos».

Además, el combustible diésel contiene bencenos, tolueno y xileno. Todas estas sustancias pueden contaminar las aguas subterráneas y provocar cáncer, daños en los riñones y en el hígado, o lesiones cerebrales, si se ingieren.

Después de revisar los informes de los pozos, Daunheimer planteó una serie de inquietudes sobre la pérdida de 362.000 litros de diesel invert en uno de los pozos que se encuentra en las cercanías de su hogar.

El término que utiliza la industria para referirse a los fluidos de perforación que terminan en el pozo es «pérdidas de circulación».

Al principio, el ente regulador le explicó a Daunheimer que la industria no sufría pérdidas de fluido de perforación y que las sustancias peligrosas no podían migrar, según lo afirma ella.

Sin embargo, en la información que encontró más adelante, se indicaba que cada pozo en el oeste de Canadá pierde entre tres y cinco metros cúbicos de fluido de perforación cada 100 metros que se perforan.

Daunheimer también se planteó algunas cuestiones sobre los 20.050 litros de petróleo de fracturación que desaparecieron en la profundidad del pozo. Si bien el organismo le volvió a decir que no tenía nada de qué preocuparse, ella verificó los datos de la industria.

Durante las operaciones de fracturación, la industria recupera solamente un 20 por ciento del fluido de fracturación que se introduce en el pozo. Los derrames de fluidos y agua durante las actividades de fracturación y cerca de los pozos ocurren decenas de veces, tanto en Columbia Británica como en Alberta.

El asunto se vuelve particularmente intenso cuando se perforan o se fracturan las formaciones de petróleo compacto que se encuentran a lo largo de las Montañas Rocosas en Alberta.

Una empresa de servicios explicó recientemente que, si se fracturan estas zonas sin realizar una buena lectura del comportamiento de las reservas, se corre «el riesgo de intersectar y/o de reactivar las estructuras geológicas, como las fallas, durante la estimulación por fractura hidráulica».

Además, «las fallas servirían de conductos de grandes volúmenes de fluidos y actuarían como una zona de pérdida de circulación; también, redireccionarían el fluido y el agente de soporte de las fracturas [arena] fuera de la zona de tratamiento, lo que provocaría la pérdida de tiempo valioso y de dinero. En las formaciones naturalmente fracturadas, el riesgo extra de desviar el fluido de perforación hacia las fallas implicaría el riesgo de generar una sismicidad inducida de magnitud tan importante que se sentiría en la superficie».

De acuerdo con Daunheimer, el organismo regulador le aseguró más adelante que la pérdida de fluido de perforación no se podía clasificar como un derrame o una fuga tóxica. Los empleados, por su parte, reflexionaron que «los químicos se perdieron en una formación hidrocarburífera, por lo que no constituirían una pérdida reconocible para el medio ambiente», afirma Daunheimer.

En 2012, en un estudio realizado por el hidrólogo estadounidense Tom Myers, se estimó que las fracturas hechas por el hombre y las fallas naturales en las zonas intensamente perforadas podrían acelerar la tasa de migración de fluidos que provienen de la fracturación o la perforación, de manera tal que «los contaminantes alcanzarían la superficie en decenas de años, o menos».

«Mi opinión es que esto tiene que detenerse»

Daunheimer también se planteó inquietudes sobre las fugas de metano en los emplazamientos de pozos, o lo que la industria denomina flujo de ventilación superficial. Esto ocurre cuando el metano burbujea desde el pozo y hacia el agua subterránea, el suelo o la atmósfera.

Es un problema que infesta especialmente a los pozos que fueron sujetos al deterioro que produce la fracturación hidráulica. Según una serie de estudios realizados en Alberta, desde casi un tercio al 70 por ciento de todos los pozos desviados u horizontales sufren fugas.

Además, el arreglo de las fugas de metano es muy costoso. Un ensayo elaborado por una de las industrias en el año 2010 advertía que: «Enmendar estas situaciones es un ejercicio que no genera ganancias, pero sí la posibilidad de acarrear con gastos significativos».

A raíz de una inspección llevada a cabo por un estudiante de verano, se reveló la existencia de un derrame en un pozo de Angle, cerca del hogar de los Daunheimer, en 2010. La señora verificó las normativas de Alberta y descubrió que la compañía no había informado ni enmendado dicho derrame durante tres años. La autoridad reguladora de energía confirmó luego su análisis, pero no hizo mucho más, según lo afirma ella.

«Como lo mencioné anteriormente, estamos en lo correcto cuando afirmamos que Angle Energy no informó de manera apropiada a la AER acerca del flujo de ventilación superficial del pozo 14-15-031-02W5», dijo en un correo electrónico Tyler Callicott, gerente de cumplimiento y supervisión de la central de Red Deer de Alberta Energy, a principios de este año.

Después de que Bellatrix, con base en Calgary, compró Angle por la suma de 500 millones de dólares, asumió todas las obligaciones de esta última.

La autoridad reguladora no efectuó reprimenda sobre Bellatrix debido a que Callicott «no encontró evidencia suficiente de que hayan estado informados sobre el flujo de ventilación».

Como lo explicó Callicott: «Sí descubrí evidencia de que Angle Energy estaba consciente del flujo de ventilación y no lo informó; debido a que ya no es la concesionaria de este pozo ni una licenciataria activa, no les emitiré un reporte de incumplimiento».

Daunheimer considera una broma la aseveración del ente regulador de que protege a los propietarios y al ambiente. «Lo he llegado a ver [al organismo de control] como una especie de guardaespaldas de la industria», afirma la Sra. Daunheimer. Luego de que presentara su demanda contra Angle el pasado diciembre, el organismo le comunicó que ya no tenía nada que ver con ella y que iba a cerrar el caso, según ella misma lo asevera.

El 10 de febrero, Daunheimer alertó a la junta sobre tres emplazamientos de pozo cerca de su hogar que combustionaron el gas por un período superior al tiempo legal de 72 horas. Se preguntó «si las empresas habían solicitado extensiones para combustionar durante más tiempo».

Fotos de Diana Daunheimer
La hacienda de los Daunheimer, al oeste de Didsbury en la zona sur-centro de Alberta (izquierda arriba). Los hijos de Daunheimer (izquierda, abajo) y Diana (derecha). Foto: Diana Daunheimer.

Al día siguiente, recibió una respuesta de Jen Lutz, director de relaciones comunitarias, sección de compromisos de las partes de Alberta Energy.

La respuesta decía lo siguiente: «El 19 de diciembre estudiamos el caso de las instalaciones de Alberta cerca de su residencia. Los casos se han cerrado, y nosotros no vamos a revisar más inquietudes planteadas con respecto al rendimiento operacional. Los archivos se han analizado íntegramente y se presentaron demandas de ejecución».

Carrie Rosa, asesora senior de asuntos públicos de Alberta Energy, explicó que «las medidas que no cumplían con las estipulaciones y que fueron debidamente identificadas, se controlaron y se siguieron por completo. Siguen aceptándose más denuncias con respecto a las operaciones».

Lo que es más, «[el organismo de control] no pudo verificar o confirmar las afirmaciones de la Sra. Daunheimer en cuanto a las infracciones relacionadas con la combustión y, por lo tanto, no se tomaron medidas al respecto».

No obstante, Daunheimer no cerró su denuncia en relación a los impactos de la fracturación hidráulica horizontal.

«Mi opinión es que esto tiene que detenerse», comenta. «Resultan abrumadores y atemorizantes los volúmenes de benceno y otras sustancias altamente tóxicas que se han utilizado, quemado, derramado e inyectado al suelo, al agua y al aire que nos rodean».

Entretanto, ella se prepara para llevar su caso a los tribunales. «Llevaré esto hasta donde sea posible».

Por su parte, Angle niega todos los reclamos de Daunheimer. En su enunciado de defensa, presentado a principios de febrero, la empresa escribe lo siguiente: «Ninguna de las instancias de incumplimiento originaron el escape de químicos tóxicos, residuos de perforación, gases de combustión u otras sustancias nocivas en la propiedad de los Daunheimer».

La compañía «niega que sus operaciones de extracción de petróleo y gas contribuyeran o hayan provocado las lesiones o los daños alegados en la demanda [de los Daunheimer]».

Y agrega que «las alegaciones de la demanda que critican al organismo [Alberta Energy], a su investigador, directivos y [las alegaciones] acerca de que AER se fundó y se controla por la industria del petróleo y del gas... son falsas».


El ente regulador se fundó totalmente por la industria del petróleo y del gas, y está dirigido por Gerard Protti, un ex cabildero y fundador de la Asociación Canadiense de los Productores Petrolíferos.

En diciembre pasado, Bellatrix le ofreció a Daunheimer $50.000 para perforar otro pozo de agua y para plantar algunos árboles, si ella retiraba la demanda. Pero, como madre decidida, ella rechazó la oferta.

«¿Me toman el pelo?», exclama. «Les aseguro que todavía no me rendí».

" publicado el 28 de febrero de 2014 por The Tyye