Diana
Daunheimer ha demandado por años a la industria debido a los daños
ocasionados en su propia parcela.
Diana
Daunheimer descubrió este foso sumidero de gran tamaño, como un
pozo creado para almacenar residuos de perforación, en un
emplazamiento de pozo al noreste de su propiedad, en julio de 2012.
Foto: Diana Daunheimer.
Siendo
madre de dos niños, dedicada la agricultura, era poco lo que conocía
sobre la práctica de perforación horizontal o la fracturación
hidráulica multietapa.
En
dicha práctica, se aplica una inyección de fluidos altamente
presurizados en pozos perforados a kilometros de profundidad, que luego se perforan
hacia los lados, de manera horizontal, con una longitud de más de tres kilometros, para abrir por la fuerza la roca de esquisto, tan compacta
como el granito.
Para
extraer petróleo de baja calidad de la formación Cardium, así
como de otras capas de roca de esquisto en las profundidades del
área centro-oeste de Alberta, la industria aumentó la
implementación de esta práctica alrededor de 2009 y generó una
especie de fiebre del oro oscura a raíz de la cual se
industrializaron muchas comunidades ruralescon el consiguiente tráfico continuo
de camiones y las contaminantes antorchas de flaring para eliminar el gas residual.
Daunheimer
conocía menos aún sobre la autoridad reguladora del sector de
energía de Alberta (Alberta Energy), anteriormente la Junta para la
Conservación de Recursos Energéticos, que arbitra la industria de
toda la provincia.
No
obstante, Daunheimer comenzó a informarse sobre el tema, a medida
que la cantidad de pozos fracturados horizontalmente en la formación
Cardium aumentaba de 70 a 2.000 en cuatro años, y la producción de
petróleo crecía de manera desmesurada de 2.000 a 80.000 barriles
por día.
La
existencia de cinco pozos fracturados pertenecientes a Angle Energy,
con base en Calgary, y otro pozo más fracturado por Bonavista, a
medio kilómetro de su hogar, hizo que Daunheimer se formara opiniones
firmes sobre los procesos de la minería y se convirtiera en un auténtico incordio, tanto para la industria como para los entes reguladores.
Daunheimer,
que estudió Ciencias en la universidad, advirtió hace poco al
comité legislativo de Yukón, que en la actualidad analiza los
beneficios y los riesgos de la fracturación en ese territorio, que
debía «desistir cortésmente» de la mencionada tecnología.*
«Esperen
a conocer las repercusiones a raíz de lo que pasa en los Estados
Unidos, y lo que va a pasar en Alberta, y luego analicen si aun
sienten que esta es una decisión que dará buenos frutos económicos,
y estúdienlo», dijo el 13 de febrero.
La
mujer, de 39 años, demandó a Angle (actualmente, propiedad de
Bellatrix), por $13 millones, demanda que aun se encuentra en
proceso. En su reclamo, presentado hace tres meses, alega que la
empresa no tomó los recaudos necesarios al fracturar los pozos de
petróleo y gas que se encuentran en la cercanía de su hogar, entre
2008 y 2012.
Además,
asevera que las actividades de perforación efectuadas por Angle
provocaron una serie de daños en la propiedad, la muerte del ganado,
un tumor a su hija en el cuello y contaminaron el agua de pozo,
además de ocasionarle un estrés implacable durante dos años.
En
un enunciado de la defensa de Angle, presentado en febrero, se niegan
todos los reclamos de Daunheimer.
Por
su parte, Daunheimer se encarga personalmente de llevar adelante las
acciones legales, tarea que según ella le resulta «extremadamente
frustrante, y te cambia la vida». Afirma que sabe más de la
industria que la mayoría de los abogados y que, si fuese de otra
manera, no podría costear los gastos de la representación legal.
«Creo
que soy la mamá osa», comenta. «Protejo a mis niños, y amo el
lugar donde vivo. Trabajo con toda el alma para mantener mi hogar.
Me casé aquí. ¿Por qué me van a sacar a la fuerza de mi casa por
las actividades ilegales de alguien más? No tiene ningún sentido».
A
diario, desde la industria se afirma que la fracturación hidráulica
es una actividad «segura y comprobada»; de la misma manera, la
autoridad reguladora de la energía en Alberta asevera a los
propietarios que la práctica se realiza con «responsabilidad» y
que «los impactos acumulativos se minimizan».
Sin
embargo, según sus propias palabras, esto no es lo que Daunheimer
experimentó en su casa, propiedad que adquirió en el año 2002.
«Sufrimos todos los impactos acumulativos que una familia pueda
experimentar», replica.
En
Alberta, varios grupos conformados por propietarios, municipalidades,
ciudadanos de Lethbridge, profesionales especializados en recursos
hídricos y políticos han planteado sus preocupaciones sobre dicha
actividad.
LICENCIAS
PARA LOS POZOS HORIZONTALES
Cantidad
de licencias otorgadas para los pozos horizontales en Alberta.
Fuente: Alberta Energy.
Brian
Mason, líder del Nuevo Partido Democrático de Alberta, lanzó
recientemente la acusación de que la fracturación hidráulica no
solo se encuentra «fuera de control» sino que «está aumentando de
manera drástica, sin que se comprendan verdaderamente cuáles serían
las consecuencias en el futuro».
El
vecino amargado
Durante
años, Daunheimer, una ex coordinadora ambiental de la ciudad de
Airdrie, cultivó en su terreno vegetales orgánicos para los
restaurantes ubicados en la zona residencial de Calgary.
Pero
en el año 2008 su vida comenzó a cambiar, cuando Angle inició sus
actividades de perforación y fractura con fluidos altamente
presurizados en dos pozos, de manera simultánea, que se encontraban
a 25 metros uno de otro y a unos 400 metros de su hacienda, al oeste
de Didsbury, en el centro-sur de Alberta.
Dichas
prácticas provocaron un tráfico interminable, así como la
contaminación auditiva y ocasionada a raíz de los vapores del
diésel, pero los Daunheimer supusieron que se trataba de una
actividad normal en una provincia que depende de las ganancias
provenientes de los hidrocarburos.
La
familia se puso en estado de alerta, según la Sra. Daunheimer,
cuando la compañía perforó y fracturó un pozo de gas amargo al
sur de la propiedad, en agosto de 2010.
Después
de haber fracturado propano en el pozo ubicado a 377 metros de su
hogar, la empresa quemó gas no deseado durante 19 días.
Según
lo explicó Daunheimer, la compañía quemó «todo el gas no
rentable para llegar al petróleo rentable», lo que es una práctica
común en la «zona de petróleo» y que en la actualidad se reconoce
como una actividad inútil y un riesgo potencial para la seguridad
pública de Dakota del Norte.
También
afirma que, durante ese tiempo, se escuchaba en todo momento el
rugido de dos incineradores, que se asemejaba al ruido del motor de
un avión. La contaminación que provenía del humo atemorizaba a sus
pollos y cabras y causaba dolores de cabeza en la familia, además de
largos períodos con mareos e infecciones respiratorias crónicas.
Un
grupo de personas relacionadas con la industria (el esposo de
Daunheimer, Derek, es gerente de maniobras en la zona de petróleo)
le comentó a la familia que tendrían que haber sido evacuados
durante el evento.
Tres
semanas después, las cabras que criaba la familia abortaron el 50
por ciento de sus fetos, mientras que a la hija de los Daunheimer, de
diez años, se le encontró un tumor en el cuello.
Le
llevó un tiempo a la familia tomar cartas en el asunto. Recién el
año pasado, después de haber hecho uso de las leyes que amparan la
libertad de información para acceder a los registros de perforación
y de otra índole, se percató del peligro potencial y del grado de
exposición a los químicos que originaban estos pozos cercanos.
Como
resultado de dicha exposición, la familia consultará a un
toxicólogo de Edmonton, la capital de Alberta, el próximo mes.
«Cuando visitamos a los médicos e intentamos expresarles nuestras
preocupaciones con respecto a la actividad industrial y cómo afecta
a la salud de la familia, nos miran con desconfianza, como si no
creyeran lo que les contamos», dice Daunheimer.
El
gas amargo, un gas parecido al cianuro y que en bajas concentraciones
resulta tóxico (tanto para los humanos como para los animales), se
estanca en las áreas bajas; precisamente, la casa de los Daunheimer
se encuentra en una depresión. La familia afirma que durante años
sintieron el olor de ese gas.
Sitio
del gas amargo
Lugar
de concentración del gas amargo, a unos 400 metros al sur de la
propiedad de la familia Daunheimer. Foto: Diana Daunheimer.
La
empresa juró que el vapor no se originó a partir de sus
actividades.
Más
adelante, Daunheimer descubrió que el pozo contaba con la licencia
para ventilar los gases de combustión, pero que su familia no había
sido notificada sobre ello. Mediante un correo electrónico, uno de
los empleados de Angle le informó a ella sobre el asunto. Además,
una serie de registros de control reveló que las estaciones de
compresión de dos de los pozos liberaban 15.000 metros cúbicos de
gas de combustión cada una, todos los meses.
Combustión
elevada
En
ese momento, la Sra. Daunheimer comenzó a estudiar las leyes de la
industria, así como la eficiencia de la combustión y el contenido
de la llama.
Descubrió
algunos estudios llevados a cabo por el Consejo de Investigaciones de
Alberta, en los cuales se demostraba que las llamas se quemaban, a
menudo, con el 62 por ciento de eficiencia hace más de una década,
lo que significaba que los propietarios respiraban, con el viento a
favor, hasta 150 hidrocarburos altamente tóxicos.
Según
los informes generales de emisiones, presentados con el ente
regulador, y en base a las hojas de datos de seguridad de los
materiales en relación con los fluidos de fracturación, «ahora
sabemos que hemos estado expuestos a benceno crudo», comenta
Daunheimer.
Cada
vez más, los habitantes de Alberta se exponen al mismo tipo de
material que contamina las cuencas atmosféricas, en las zonas donde
han surgido las barreras de contención de hidrocarburos compactos y
la fracturación hidráulica, como Texas y Dakota del Norte.
Debido
al drástico aumento de la inyección de fluidos en los pozos
horizontales, impulsada por incentivos fiscales y gubernamentales, la
cantidad de gases de combustión que se ventilan o se queman se han
multiplicado como hongos en la provincia desde 2006, como en Dakota
del Norte.
En
su informe de combustión de 2013, la autoridad reguladora de energía
de Alberta atribuye directamente el 25,9 por ciento de aumento (de
2011 a 2012) en la eliminación de gas de combustión quemado en el
aire «al aumento en la nueva producción de petróleo crudo y bajos
costos del gas, lo que dificulta más la viabilidad económica de la
conservación».
El
ente regulador atribuyó el aumento del gas de combustión al «número
de operaciones de fracturación horizontales y de múltiples etapas.
Lleva más tiempo recuperar los fluidos de carga y limpiar los pozos
en estas operaciones, lo que origina mayores volúmenes de antorchas
y mayor duración de la combustión».
Daunheimer
también encontró grandes fosos de sumideros, o pozos creados para
almacenar los residuos de la perforación, en un nuevo emplazamiento
de pozo fracturado al noreste de su propiedad, en julio de 2012. (En
otro emplazamiento, al sur de su hogar, se erigían imponentes
conductos de escape con derrames de petróleo).
La
Sra. Daunheimer sospechó que los fosos de sumideros eran ilegales
porque podían provocar la filtración de agua contaminada con
hidrocarburos hacia aguas subterráneas o cerca del río Rosebud
River.
Alberta
Environment, una de las dos agencias provinciales responsables de la
protección de aguas subterráneas, expresó su preocupación, pero
alegó que no podía hacer nada, según Daunheimer.
Al
sentir inquietud sobre la seguridad del agua de su propio pozo
(debido a que ciertos ensayos químicos revelaron problemas),
presentó una queja al ente regulador Alberta Energy.
Al
tiempo, uno de los inspectores revisó los fosos sin delimitar ni
revestir. En su informe, advirtió que dichos fosos presentaban un
«fuerte olor a fluidos de perforación basados en hidrocarburos».
Como resultado, el ente regulador emitió una «orden de cumplimiento
por alto riesgo» contra Angle, para que solucionen el problema.
Daunheimer
presentó una solicitud de libertad de información al gobierno para
obtener una copia de la orden de ejecución, por la cual, el año
2012, se clausuró por un día a la empresa, mientras esta efectuaba
las tareas de remoción de los residuos de petróleo del foso. La
compañía demoró un año más en limpiar totalmente el
emplazamiento.
Entre
tanto, otra de las ramas gubernamentales de Alberta frustró una
prueba que iba a efectuarse en un pozo de agua potable, la cual había
sido solicitada por Daunheimer luego de que, a raíz de una prueba
rutinaria sobre los químicos, apareciera evidencia de contaminación
por hidrocarburos.
Al
principio, el gobierno informó que esa prueba «no comprobó que
había algo por lo que preocuparse» (diciembre pasado), pero una vez
que Daunheimer planteó su preocupación sobre la calidad de la
prueba, admitió en un correo electrónico que «se habían cometido
tantos errores desde el laboratorio cuando se efectuó la primera
prueba» que tendrían que volver a tomar muestras del pozo.
También
preocupaba el ruido. En Alberta, la industria del petróleo y del gas
debe mantener su maquinaria a 50 decibeles durante el día, y 40 por
la noche.
Pero,
en contra de lo que estipulaban las normativas, una de las estaciones
de compresión produjo un ruido ensordecedor durante dos años y
medio, según Daunheimer, quien agrega que después de que ella hizo
conocer esa violación de las normas al ente regulador, la empresa
desmanteló la estación, silenciosamente.
Para
el año 2012, la compañía se negó a dialogar con la familia,
mientras que el organismo de control expresó su frustración ante la
veintena de correos electrónicos y llamadas telefónicas de
Daunheimer, comenta la señora.
Perdido
en el pozo
Si
bien la industria y el gobierno anuncian repetidamente que los
fluidos de fracturación se basan en cantidades de agua y que
resultan tan inofensivos como la goma guar, Daunheimer descubrió lo
contrario.
Según
la información que ella recopiló en el sitio Web de FracFocus, uno
de los pozos cercanos a su hogar fue fracturado, principalmente, con
combustible diésel, nafta disolvente (petróleo) de fracciones
aromáticas ligeras, y queroseno.
FracFocus,
un conjunto de registros voluntarios asentados por las empresas,
enumera los contenidos de los fluidos peligrosos que se inyectan
durante las operaciones de fracturación en América del Norte, por
lo general, tres meses después de la actividad. En un estudio legal
realizado en 2013 por integrantes de la Universidad de Harvard, se
concluyó que los registros de las industrias «evitan que los
estados las obliguen a cumplir con los requisitos de divulgación
puntuales, genera obstáculos en cuanto a la obligación de las
compañías de informar sobre sus actividades, y da lugar a la
reivindicación de operaciones comerciales inconsistentes y
secretas».
Otros
pozos cercanos a la casa de los Daunheimer fueron bombardeados con
petróleo de fracturación, regular y sintético, o con «diesel
invert» (un fluido de perforación). Las hojas de datos de seguridad
de los materiales (MSDS, por sus siglas en inglés) advierten que el
petróleo de fracturación es «altamente inflamable» y que
«contiene benceno, un componente cancerígeno para los humanos».
Además,
el combustible diésel contiene bencenos, tolueno y xileno. Todas
estas sustancias pueden contaminar las aguas subterráneas y provocar
cáncer, daños en los riñones y en el hígado, o lesiones
cerebrales, si se ingieren.
Después
de revisar los informes de los pozos, Daunheimer planteó una serie
de inquietudes sobre la pérdida de 362.000 litros de diesel invert
en uno de los pozos que se encuentra en las cercanías de su hogar.
El
término que utiliza la industria para referirse a los fluidos de
perforación que terminan en el pozo es «pérdidas de circulación».
Al
principio, el ente regulador le explicó a Daunheimer que la
industria no sufría pérdidas de fluido de perforación y que las
sustancias peligrosas no podían migrar, según lo afirma ella.
Sin
embargo, en la información que encontró más adelante, se indicaba
que cada pozo en el oeste de Canadá pierde entre tres y cinco metros
cúbicos de fluido de perforación cada 100 metros que se perforan.
Daunheimer
también se planteó algunas cuestiones sobre los 20.050 litros de
petróleo de fracturación que desaparecieron en la profundidad del
pozo. Si bien el organismo le volvió a decir que no tenía nada de
qué preocuparse, ella verificó los datos de la industria.
Durante
las operaciones de fracturación, la industria recupera solamente un
20 por ciento del fluido de fracturación que se introduce en el
pozo. Los derrames de fluidos y agua durante las actividades de
fracturación y cerca de los pozos ocurren decenas de veces, tanto en
Columbia Británica como en Alberta.
El
asunto se vuelve particularmente intenso cuando se perforan o se
fracturan las formaciones de petróleo compacto que se encuentran a
lo largo de las Montañas Rocosas en Alberta.
Una
empresa de servicios explicó recientemente que, si se fracturan
estas zonas sin realizar una buena lectura del comportamiento de las
reservas, se corre «el riesgo de intersectar y/o de reactivar las
estructuras geológicas, como las fallas, durante la estimulación
por fractura hidráulica».
Además,
«las fallas servirían de conductos de grandes volúmenes de fluidos
y actuarían como una zona de pérdida de circulación; también,
redireccionarían el fluido y el agente de soporte de las fracturas
[arena] fuera de la zona de tratamiento, lo que provocaría la
pérdida de tiempo valioso y de dinero. En las formaciones
naturalmente fracturadas, el riesgo extra de desviar el fluido de
perforación hacia las fallas implicaría el riesgo de generar una
sismicidad inducida de magnitud tan importante que se sentiría en la
superficie».
De
acuerdo con Daunheimer, el organismo regulador le aseguró más
adelante que la pérdida de fluido de perforación no se podía
clasificar como un derrame o una fuga tóxica. Los empleados, por su
parte, reflexionaron que «los químicos se perdieron en una
formación hidrocarburífera, por lo que no constituirían una
pérdida reconocible para el medio ambiente», afirma Daunheimer.
En
2012, en un estudio realizado por el hidrólogo estadounidense Tom
Myers, se estimó que las fracturas hechas por el hombre y las fallas
naturales en las zonas intensamente perforadas podrían acelerar la
tasa de migración de fluidos que provienen de la fracturación o la
perforación, de manera tal que «los contaminantes alcanzarían la
superficie en decenas de años, o menos».
«Mi
opinión es que esto tiene que detenerse»
Daunheimer
también se planteó inquietudes sobre las fugas de metano en los
emplazamientos de pozos, o lo que la industria denomina flujo de
ventilación superficial. Esto ocurre cuando el metano burbujea desde
el pozo y hacia el agua subterránea, el suelo o la atmósfera.
Es
un problema que infesta especialmente a los pozos que fueron sujetos
al deterioro que produce la fracturación hidráulica. Según una
serie de estudios realizados en Alberta, desde casi un tercio al 70
por ciento de todos los pozos desviados u horizontales sufren fugas.
Además,
el arreglo de las fugas de metano es muy costoso. Un ensayo elaborado
por una de las industrias en el año 2010 advertía que: «Enmendar
estas situaciones es un ejercicio que no genera ganancias, pero sí
la posibilidad de acarrear con gastos significativos».
A
raíz de una inspección llevada a cabo por un estudiante de verano,
se reveló la existencia de un derrame en un pozo de Angle, cerca del
hogar de los Daunheimer, en 2010. La señora verificó las normativas
de Alberta y descubrió que la compañía no había informado ni
enmendado dicho derrame durante tres años. La autoridad reguladora
de energía confirmó luego su análisis, pero no hizo mucho más,
según lo afirma ella.
«Como
lo mencioné anteriormente, estamos en lo correcto cuando afirmamos
que Angle Energy no informó de manera apropiada a la AER acerca del
flujo de ventilación superficial del pozo 14-15-031-02W5», dijo en
un correo electrónico Tyler Callicott, gerente de cumplimiento y
supervisión de la central de Red Deer de Alberta Energy, a
principios de este año.
Después
de que Bellatrix, con base en Calgary, compró Angle por la suma de
500 millones de dólares, asumió todas las obligaciones de esta
última.
La
autoridad reguladora no efectuó reprimenda sobre Bellatrix debido a
que Callicott «no encontró evidencia suficiente de que hayan estado
informados sobre el flujo de ventilación».
Como
lo explicó Callicott: «Sí descubrí evidencia de que Angle Energy
estaba consciente del flujo de ventilación y no lo informó; debido
a que ya no es la concesionaria de este pozo ni una licenciataria
activa, no les emitiré un reporte de incumplimiento».
Daunheimer
considera una broma la aseveración del ente regulador de que protege
a los propietarios y al ambiente. «Lo he llegado a ver [al organismo
de control] como una especie de guardaespaldas de la industria»,
afirma la Sra. Daunheimer. Luego de que presentara su demanda
contra Angle el pasado diciembre, el organismo le comunicó que ya no
tenía nada que ver con ella y que iba a cerrar el caso, según ella
misma lo asevera.
El
10 de febrero, Daunheimer alertó a la junta sobre tres
emplazamientos de pozo cerca de su hogar que combustionaron el gas
por un período superior al tiempo legal de 72 horas. Se preguntó
«si las empresas habían solicitado extensiones para combustionar
durante más tiempo».
Fotos
de Diana Daunheimer
La
hacienda de los Daunheimer, al oeste de Didsbury en la zona
sur-centro de Alberta (izquierda arriba). Los hijos de Daunheimer
(izquierda, abajo) y Diana (derecha). Foto: Diana Daunheimer.
Al
día siguiente, recibió una respuesta de Jen Lutz, director de
relaciones comunitarias, sección de compromisos de las partes de
Alberta Energy.
La
respuesta decía lo siguiente: «El 19 de diciembre estudiamos el
caso de las instalaciones de Alberta cerca de su residencia. Los
casos se han cerrado, y nosotros no vamos a revisar más inquietudes
planteadas con respecto al rendimiento operacional. Los archivos se
han analizado íntegramente y se presentaron demandas de ejecución».
Carrie
Rosa, asesora senior de asuntos públicos de Alberta Energy, explicó
que «las medidas que no cumplían con las estipulaciones y que
fueron debidamente identificadas, se controlaron y se siguieron por
completo. Siguen aceptándose más denuncias con respecto a las
operaciones».
Lo
que es más, «[el organismo de control] no pudo verificar o
confirmar las afirmaciones de la Sra. Daunheimer en cuanto a las
infracciones relacionadas con la combustión y, por lo tanto, no se
tomaron medidas al respecto».
No
obstante, Daunheimer no cerró su denuncia en relación a los
impactos de la fracturación hidráulica horizontal.
«Mi
opinión es que esto tiene que detenerse», comenta. «Resultan
abrumadores y atemorizantes los volúmenes de benceno y otras
sustancias altamente tóxicas que se han utilizado, quemado,
derramado e inyectado al suelo, al agua y al aire que nos rodean».
Entretanto,
ella se prepara para llevar su caso a los tribunales. «Llevaré esto
hasta donde sea posible».
Por
su parte, Angle niega todos los reclamos de Daunheimer. En su
enunciado de defensa, presentado a principios de febrero, la empresa
escribe lo siguiente: «Ninguna de las instancias de incumplimiento
originaron el escape de químicos tóxicos, residuos de perforación,
gases de combustión u otras sustancias nocivas en la propiedad de
los Daunheimer».
La
compañía «niega que sus operaciones de extracción de petróleo y
gas contribuyeran o hayan provocado las lesiones o los daños
alegados en la demanda [de los Daunheimer]».
Y
agrega que «las alegaciones de la demanda que critican al organismo
[Alberta Energy], a su investigador, directivos y [las alegaciones]
acerca de que AER se fundó y se controla por la industria del
petróleo y del gas... son falsas».
El
ente regulador se fundó totalmente por la industria del petróleo y
del gas, y está dirigido por Gerard Protti, un ex cabildero y
fundador de la Asociación Canadiense de los Productores
Petrolíferos.
En
diciembre pasado, Bellatrix le ofreció a Daunheimer $50.000 para
perforar otro pozo de agua y para plantar algunos árboles, si ella
retiraba la demanda. Pero, como madre decidida, ella rechazó la
oferta.
«¿Me
toman el pelo?», exclama. «Les aseguro que todavía no me rendí».
" publicado el 28 de febrero de 2014 por The Tyye