miércoles, 25 de junio de 2014

Las exportaciones de gas natural de EE.UU. no son mejores para el clima que el carbón de China, según los expertos

Ignorar el posible aumento de las emisiones de metano de las futuras exportaciones de gas natural licuado (GNL) no hará que el cambio climático desaparezca, simplemente traerá peores consecuencias


Un petrolero de Freeport con GNL en la fotografía. Freeport LNG Expansion, L.P. es una de las empresas energéticas que ha presentado múltiples solicitudes al Departamento de energía de los Estados Unidos para exportar GNL de producción nacional. / Michael Scott, flickr 60Share291 
 
El gobierno de Obama avanza hacia una mayor expansión de las exportaciones de gas natural y una de las cuestiones más peliagudas que se plantean es cómo afectará este crecimiento a las emisiones de gases de efecto invernadero, que posiblemente agraven el problema del calentamiento global.

Aunque el gas contiene menos carbono que otros combustibles fósiles, emite más metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente a corto plazo que el CO2. El metano se libera a la atmósfera mediante los pozos productores de gas y los oleoductos que suministran el gas a los terminales de exportación. Por eso, hay que contar las emisiones de CO2 desde la gran cantidad de energía requerida para licuar el gas con el fin de que se pueda transportar al exterior. Al final, es probable que las exportaciones disparen los precios del gas, y ello podría fomentar la quema de un carbón más sucio.

Cuantificar toda esta contaminación es muy complicado, y los intentos de hacerlo pueden llevar a resultados sorprendentes, como se muestra en el nuevo estudio del Departamento de energía del Laboratorio nacional de tecnología energética. Ha llegado al asombroso hallazgo de que, en lo que a las emisiones de gases de efecto invernadero se refiere, que China compre gas natural licuado (GNL) de los Estados Unidos puede que no sea más limpio que quemar su propio carbón. Joe Romm de Climate Progress (aquí) y Steve Mufson del Washington Post (aquí) explican las conclusiones del estudio con más detalle.

El descubrimiento del Laboratorio nacional es importante porque, dado que China está intentando dar un cambio en cuanto al carbón para hacer frente a la creciente contaminación, el GNL importado está visto como “una parte importante de la solución”, tal como señaló la seria Agencia internacional de energía esta semana. La AIE predice que China va a duplicar su uso de gas en los próximos cinco años. Esto convertiría al país en el mercado principal de GNL para los Estados Unidos, suponiendo que el Departamento de energía apruebe un número importante de los nuevos terminales de exportación que están examinando actualmente.

Los grupos ecologistas que se oponen a esta expansión afirman que el panorama del gas de efecto invernadero es incluso peor de lo que sugiere el estudio del Laboratorio nacional. Una coalición de 16 grupos ecologistas que se oponen a un terminal de exportación concreto (de 3,8 mil millones de dólares), el de Cove Point en Lusby (Maryland), señala lo siguiente: “Creemos que la implementación de un plan masivo de exportación de GNL bloquearía la infraestructura y la dinámica económica, lo que haría casi imposible evitar el catastrófico cambio climático”.

En una carta con fecha de 18 de marzo dirigida al presidente Obama, esta coalición le pide que ordene a la Comisión nacional de regulación de energía (FERC, por sus siglas en inglés) la realización de una declaración completa sobre el impacto medioambiental para el proyecto en lugar de aceptar la valoración menos exhaustiva que la agencia ha considerado suficiente.

Según Daniel Weiss, del Center for American Progress, el gobierno de Obama ha aprobado condicionalmente suficientes terminales de exportación nuevos como para gestionar casi un quinto de la producción nacional de gas natural esperada en 2020. Para entonces, se estima que las exportaciones aumenten 14 veces más, y se espera otro cuadruplicado para 2030. En una audiencia reciente del Congreso, Weiss señaló que: “ignorar el posible aumento de la contaminación por metano de las futuras exportaciones de GNL no hará que el cambio climático desaparezca, simplemente traerá peores consecuencias”.

No obstante, las veces que la FERC ha realizado declaraciones completas sobre el impacto medioambiental de los terminales de exportación, ha rechazado examinar en detalle las emisiones de gases de efecto invernadero que acarrearían los proyectos. Normalmente, considera solo las emisiones de dióxido de carbono en el mismo lugar de los proyectos de exportación: una fracción de las emisiones de todo el ciclo de vida que comienzan cuando se perfora la tierra y acaban cuando se consume el gas, quizá al otro lado del mundo.

La Agencia de protección ambiental, encargada de supervisar el trabajo de otras agencias cuando realizan estudios de impacto, ha encontrado en repetidas ocasiones estudios de la FERC y alienta a la agencia que tenga una visión más amplia sobre las emisiones de gases de efecto invernadero.

En una carta reciente en la que se revisa el borrador de la declaración de impacto de la FERC para una planta de Texas, la EPA solicita a la FERC que considere si el proyecto propuesto aumentaría la demanda de gas natural nacional y los impactos medioambientales asociados con cualquier producción adicional. La EPA respondió en la carta que: “Sugerimos que EIS cuantifique todas las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al proyecto, incluyendo las emisiones relacionadas con la producción, el transporte y la combustión del gas natural”.

La FERC ha respondido en casos similares que, mientras es razonable suponer que las exportaciones de gas aumentarían la producción, no es posible decir de dónde vendría el gas adicional o cómo se produciría o transportaría. En otro caso señaló: “Los impactos medioambientales de producción inducida y transporte por oleoducto que pueden producirse por el desarrollo de gas natural adicional no se pueden predecir”.

La organización Sierra Club, con extensos comentarios a la FERC, ha rebatido esta postura diciendo que no solo es factible un análisis completo, sino que es obligatorio según la ley nacional relativa al medio ambiente. No solo debería realizarse este tipo de análisis para cada instalación de exportación propuesta, según afirma la organización de abogados, sino que deberían calcularse todos los efectos acumulados de todos estos proyectos para evaluar los efectos climáticos totales del proyecto.

El nuevo estudio del Departamento de energía da un paso en esta dirección: el departamento lo ha presentado como parte del futuro expediente de reglamentación de cada caso de implementación de GNL que está bajo consideración. No obstante, el estudio no ha tenido en cuenta los efectos reales de cada proyecto, sino que más bien ha sido un intento de pensar en términos generales sobre cómo podrían compararse las crecientes exportaciones de gas natural con el status quo bajo suposiciones sobre mercados energéticos, tecnología, etc. Esto da forma al debate, pero no soluciona la cuestión.

Un enfoque más exhaustivo sería realizar un análisis de todo el ciclo de vida, teniendo en cuenta las exportaciones de gas natural en todos los proyectos que se contemplan: una llamada declaración “programática” de impacto sobre el medio ambiente. Sin embargo, es difícil saber en esta fase cuántas de las solicitudes de permiso se llevarán a cabo en realidad, así que incluso esta visión global dejaría muchos interrogantes.

Uno de los problemas para determinar la huella de gases de efecto invernadero sobre aumentar la producción del gas natural es que las estimaciones de fuga se han hecho en todo el mapa.

Robert W. Howarth de la Universidad Cornell, uno de los primeros científicos que advirtió que la contaminación de fugas de metano podría eliminar la ventaja del gas natural como combustible bajo en carbono, acaba de publicar un nuevo artículo basado en un gran volumen de investigación realizado en los últimos dos o tres años. 
 
Señala que: “Usando esta nueva y mejorada información y un periodo de tiempo de 20 años para comparar el potencial de calentamiento del metano comparado con el dióxido de carbono, la conclusión muestra que tanto el gas de esquisto y como el gas natural convencional tienen una huella de gases de efecto invernadero más grande que el carbón o el petróleo”. 
 
Dice lo siguiente: “¿Recomiendo que sigamos utilizando carbón y petróleo en lugar de reemplazarlos por gas natural? En absoluto. La sociedad necesita desacostumbrarse de esa adicción a los combustibles fósiles lo antes posible, pero reemplazar unos combustibles fósiles (carbón, petróleo) por otro (gas natural) no será suficiente para asumir el cambio climático”.

Traducción del artículo "US. Natural Gas Exports No Better for Climate Than China’s Coal, Experts Say" publicado en Inside Climate News  el 12 de junio de 2014