lunes, 24 de marzo de 2014

Suministros de agua contaminados: los problemas para la salud aumentan con el auge del fracking en Pensilvania


An open wastewater impoundment in Washington County, Pa. (Photo: Vanessa Lamers)
A la espera de que se publique el primer estudio oficial que confirme la contaminación del agua por la fractura hidráulica, se ha detectado una alarmante cantidad y variedad de sustancias químicas y compuestos peligrosos – entre ellos arsénico, cloruro, bario, y radio –en las aguas subterráneas de Pensilvania.

Embalse de aguas residuales en el condado de Washington, Pa. (Foto: Vanessa Lamers)


 Poco después de que una compañía de gas en Donegal, Pensilvania, comenzara a almacenar aguas residuales del fracking en un embalse, se encontraron elevados niveles de bario y estroncio en un pozo de agua de una casa cercana. 
 
Este lugar del suroeste de Pensilvania se sitúa a 610 metros de la balsa de almacenamiento, que comenzó a tener filtraciones a finales de 2012, explicó Kathryn Hilton a Truthout. Hilton es una organizadora social en el Mountain Watershed Association, una organización sin fines de lucro dedicada a la conservación del agua en el Indian Creek Watershed.

En agosto de 2012, losresultados del estudio realizado por el Departamento de ProtecciónAmbiental de Pensilvania  (DEP, por sus siglas en inglés) arrojaron niveles de bario y estroncio por encima de las normas de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés). “Estas sustancias químicas son peligrosas y podrían causar problemas para la salud si uno se expone a ellas durante largos períodos de tiempo”, dijo Hilton.

Los propietarios anónimos no pudieron opinar sobre el incidente ya que se encuentran en litigio con la compañía de gas, WPX Energy. Hace tiempo que la empresa quitó la balsa, pero el propietario todavía necesita camiones cisterna para el agua potable, declaró Hilton a Truthout. En junio de 2013, el Programa Petróleo y Gas del DEP emitió una carta de resolución concluyendo que los elevados niveles químicos fueron provocados por la cercana actividad del fracking, según un portavoz de la agencia.

A los ambientalistas, científicos, y residentes les preocupa que otros propietarios puedan enfrentar amenazas similares, y a veces desconocidas, a partir de la contaminación de Pensilvania, donde el auge del fracking ha posicionado al estado como el tercer productor más importante de gas natural. Estas preocupaciones aumentan al expandirse la explotación de esquisto y al transformar las comunidades de Pensilvania, que alguna vez fueron pintorescas zonas rurales, en áreas llenas de equipos de perforación y camiones.

Estos lugares de perforaciones son realmente zonas industriales”, explicó David Brown, toxicólogo del Proyecto de Salud Ambiental en el condado de Washington, Pensilvania. “Hay mucho gasoil alrededor, muchas sustancias químicas que se traen para fracturar la roca, y todo eso se esparce en el agua o en el aire”.

Hallazgos importantes
En el pozo de Donegal, los niveles de las sustancias químicas, como el estroncio, podrían ser lo suficientemente elevados como para causar reacciones cutáneas o gastrointestinales, explicó la científica ambiental Vanessa Lamers a Truthout. Una persona mayor o un niño serian aún más vulnerables.

Es muchísimo estroncio y bario”, dijo Lamers luego de revisar los resultados de las muestras. “El cloruro está cuatro veces por encima del límite”.

Este caso no es el único ejemplo de sustancias químicas y compuestos que contaminan el agua potable en áreas con actividad de fracking. Entre 2008 y el otoño de 2012, los reguladores ambientales estatales determinaron que la explotación de petróleo y gas dañaron los suministros deagua de al menos 161 viviendas, granjas, iglesias, y negocios dePensilvania.

Los hallazgos en Pensilvania son importantes ya que algunos forman parte de la primera investigación oficial que confirma la contaminación del agua provocada por la fractura hidráulica, una industria que, según grupos ambientalistas, no es tomada en serio por la Agencia de Protección Ambiental y agentes federales, además de que los reguladores estatales no cuentan con lo necesario para controlar adecuadamente.

El año pasado, el Auditor General estatal Eugene A. DePasquale anunció que su oficina está realizando una auditoria del desempeño del programa de prueba de agua del DEP de Pensilvania para “determinar la idoneidad y efectividad del monitoreo de la calidad del agua, realizado por el DEP, al verse afectada potencialmente por las actividades de explotación de gas de esquisto” entre 2009 y 2012.

Dos fuentes
 Shale gas development in Washington County, Pa. (Photo: Vanessa Lamers)
Explotación de gas de esquisto en el condado de Washington, Pa. (Foto: Vanessa Lamers)

Ambientalistas de Keystone State, junto con biólogos y toxicólogos, relacionaron los problemas de salud con dos posibles líneas de contaminación.

Las filtraciones de los fluidos de las perforaciones y otros contaminantes provenientes de las tuberías de revestimiento son la primera fuente potencial de contaminación. “Uno de cada veinte pozos se filtra inmediatamente, y con el tiempo el porcentaje aumenta”, explicó Anthony Ingraffea, profesor de ingeniería en la Universidad de Cornell.

La tubería de revestimiento es una cuestión muy importante”, dijo Lamers a Truthout. Durante el proceso de fractura hidráulica se ejerce una intensa presión sobre el pozo (algunas veces tan alta como de 124.000 a 138.000kPa).

Toda esa presión viene del fracking y de las perforaciones”, explicó Lamers. “Luego, al final del proceso, que puede llevar de tres semanas a tres meses, se recupera el fluido de fractura, que vuelve en forma de aguas residuales. El agua residual volverá a pasar a través de la tubería de revestimiento. Y si ésta todavía no se encuentra en buenas condiciones, despues de sufrir tanta presión, eso sí es un problema [para la posible contaminación]”.

La segunda línea posible es la gran cantidad de galones de aguas residuales producidas durante el fracking. Monika Freyman, científica del programa sobre el saneamiento del agua de Ceres (Coalition for environmentally responsable economies), es una de las especialistas. A Freyman le preocupa la manera en que se almacena el agua residual, su transporte, y tratamiento. “Y ahora están hablando de comercializarla”, dijo Freyman. La científica pasó meses investigando el efecto de la industria en los recursos hídricos, incluyendo los innumerables caminos por los que pueden pasar los fluidos del fracking luego de que se fractura un pozo.

Hilton señala un estudio realizado el año pasado por la Universidad de Duke el cual muestra que algunas de las aguas residuales del esquisto Marcellus se vierten directamente rio abajo en las fuentes de agua para Pittsburgh y otras ciudades, con consecuencias para la salud inciertas.

Además, las infracciones iniciadas por el DEP estatal contra las empresas, que abarcan desde incumplimientos a la hora de informar sobre un derrame hasta el mal almacenamientos de aguas residuales, muestran exactamente lo peligroso que es la industria en Pensilvania, explicó Hilton a Truthout.

Durante su posgrado en Yale, Lamers pasó un año en el condado de Washington investigando los impactos del fracking en el agua. En el verano de 2012, la científica y un equipo de investigación analizaron muestras de agua de 140 hogares y realizaron 180 encuestas anónimas sobre la salud.

Algunos de los estudios de Lamers se encuentran bajo evaluación por pares y pronto se harán públicos en dos artículos. Lamers encontró una importante cantidad y variedad de sustancias químicas y compuestos peligrosos en las aguas subterráneas, como arsénico, cloruro, bario, y radio (un elemento radioactivo que se pierde durante el proceso del fracking).

Encontramos más material en el agua de lo que esperábamos”, explicó Lamers a Truthout. Sin embargo, conectar las sustancias químicas con la actividad del fracking es complicado ya que antes de la fractura hidráulica, existió una historia de minería y perforaciones petrolíferas y de gas en Pensilvania; industrias que también pudieron ser responsables por haber dejado compuestos peligrosos.

Es un poco sospecho encontrar grandes cantidades de arsénico en las aguas subterráneas”, dijo Lamers.

Hay demasiadas sustancias dañinas en el suelo de Pensilvania. Encontramos todo lo que se esperaba y todo lo que no se esperaba. Pero fue muy difícil localizar de donde provenían, sin realizar pruebas de pre-taladro”, explicó Lamers.

Investigadores y científicos han presionado para que la industria utilice fluidos de seguimiento. Estos fluidos se utilizarían para rastrear los fluidos del fracking y las aguas residuales a través del sistema hidráulico de una región. Pero la industria no ha querido utilizarlos. “Dichos rastreadores harán responsables a las empresas ante el medio ambiente, ante los terratenientes, y ante los accionistas”, dijo Lamers a Truthout.


No hay suficiente supervisión

Scott Perry, director de la Oficina de Gestión de Petróleo y Gas del Departamento estatal de Protección Ambiental, le reconoció a Truthout que los derrames del embalse ocurrieron en raras ocasiones, especialmente en los viejos embalses llamados “minas” abiertas. 

 
Perry explicó que la industria en Pensilvania parece estar cambiando a un sistema cerrado que contiene el agua residual antes de ser tratada o transportada a los profundos pozos de inyección de residuos en Ohio. Sin embargo, las empresas todavía utilizan grandes estanques para almacenar el agua residual. Estos nuevos estanques cumplen estrictamente con los requisitos sancionados en 2012 que exigen paredes dobles y sistemas de detección de derrames. 

 
Los representantes de la industria dicen que la explotación del abundante y económico gas natural, proveniente de las formaciones de esquisto como la de Marcellus, ha dado origen a un futuro energético más seguro para todo el país. La nueva tecnología en el campo - como los sistemas cerrados de almacenamiento y las plantas móviles de filtración diseñadas para revertir el filtrado – permite a la industria hacer un mejor trabajo con respecto al tratamiento de las aguas residuales producidas durante el fracking, explicó Joe Massaro, director de campo junto con Energía en Profundidad. El nuevo equipo de filtración se convertirá en el “método más eficaz” de la industria.

Perry dijo que el almacenamiento, tratamiento, y disposición final de las aguas residuales permanece, sin embargo, como uno de los “problemas ambientales más importantes” de la Oficina de Gestión de Petróleo y Gas del DEP en relación al fracking. Por ese motivo, los reguladores e inspectores han “presionado a la industria como nadie para evitar los derrames de aguas residuales”, explicó Perry a Truthout.

Basándose en observaciones en el suroeste de Pensilvania, a Hilton le preocupa que algunas de las regulaciones más estrictas no sean suficientes y que la agencia estatal no cuente con los elementos necesarios para controlar los miles de pozos de la región. “¿Hay suficiente personal como para monitorear efectivamente los pozos o embalses? ¿Son las leyes adecuadas para proteger nuestra salud? Absolutamente no”, dijo la ambientalista.

La Agencia federal de Protección Ambiental no supervisó mucho los fluidos y aguas residuales del fracking ya que la industria estuvo eximida de la Ley de Agua Potable Segura durante la presidencia de George W. Bush en 2005.

Pero eso podría cambiar luego de que la agencia federal concluya una investigación en la que lleva embarcada varios años para demostrar los peligros de la industria planteados para el agua potable. La investigación analizara el impacto de las sustancias químicas inyectadas profundamente en la tierra durante el ciclo completo del agua en la industria que se encuentra eximida en su mayor parte del control federal. Mientras la investigación podría dar lugar a la consideración de nuevas recomendaciones para el fracking, cualquier cambio en la actual regulación federal de la industria necesitara de la acción federal legislativa.

Traducción del artículo "Concerns Accumulate With Fracking Boom in Pennsylvania" publicado el 14 de marzo de 2014 por Roger Drouin en Truthout. 

"Traducción realizada por Jesica Butera, miembro de Traductoras/es en Acción, la red de traductoras/es e intérpretes voluntarios/as de Ecologistas en Acción".