miércoles, 15 de enero de 2014

El Infierno del fracking: ¿cómo se vive realmente cerca de un pozo de shale gas?



Náuseas, dolores de cabeza y hemorragias nasales, olores químicos invasivos, perforaciones constantes, caída de los precios de las propiedades – bienvenidos a Ponder, Texas, donde el fracking ha pillado desprevenida a la ciudad.
http://www.theguardian.com/environment/video/2013/dec/14/fracking-ponder-texas-video

Link al vídeo: Fracking in Ponder, Texas: the real cost (Fracking en Ponder, Texas: el verdadero coste)


Veronica Kronvall puede, ahora incluso, recordar lo emocionada que se sintió al comprar su casa en el año 2007. Era la primera vez que poseía una casa y, para celebrarlo, su tía equipó la cocina del color favorito de Kronvall: morado. Todo, desde el microondas hasta los tazones. Un primo tomó fotos de ella tendida en el suelo de la habitación que se convertiría en su dormitorio. Ella plantó rosas y se dijo a sí misma que aprendería a cultivarlas.


Lo que Kronvall no se imaginó entonces – incluso aquí en el norte de Texas, corazón de la industria del petróleo y el gas – fue que cuatro años después la compañía energética perforaría cinco pozos detrás de su casa. Los dos más cercanos están a menos de 300 pies de su pequeña parcela de jardín, y los tubos y depósitos se ciernen sobre la cerca. Cuando las perforaciones comenzaron, Kronvall, de 52 años, empezó a tener hemorragias nasales, náuseas y dolores de cabeza. Su casa perdió cerca de un cuarto de su valor y algunos de sus vecinos hipotecaron sus casas. “Pasó de ser una vida pacífica a una pesadilla”, dice ella.


Analistas de la energía en los Estados Unidos se han sorprendido igual que Kronvall de la rapidez con la que el fracking ha proliferado. Hasta hace cinco años, la producción de petróleo y gas de los Estados Unidos estaba en constante disminución, a medida que las reservas de fuentes convencionales se secaban. Entonces, un perforador de Texas, George Mitchell, comenzó a experimentar con nuevas tecnologías sobre el yacimiento Barnett Shale, la formación geológica situada bajo la ciudad de Fort Worth, Texas, y en las ciudades más pequeñas al norte, donde Kronvall vive. Mitchell no inventó la técnica. La fractura hidráulica, o fracking, fue utilizada por primera vez en los años 40 para sacar el gas de los pozos convencionales. A medida que el hueco del pozo descendía hacia la capa de pizarra, el perforador introduciría de 2 a 4 millones de galones de agua (1 galón = 3.785 litros), arena y un cóctel de productos químicos en la parte de abajo del hueco a gran presión, creando miles de pequeñas grietas en la roca para liberar el gas.


Lo innovador de Mitchell fue combinar la tecnología con la perforación direccional, girando una excavadora descendente un ángulo de 90 grados para perforar de forma paralela al suelo durante miles de pies (1 pie = 0.3048 metros). Le tomó más de 15 años de perforar agujeros por todo el yacimiento de Barnett para conseguir la mezcla correcta de agua y químicos, pero al final encontró un modo de hacer comercialmente viable llegar hasta el gas metano en las capas más fuertemente unidas del shale o esquisto. La nueva tecnología ha convertido a Barnett Shale en la reserva de gas natural en tierra más grande de los Estados Unidos. Otros operadores, que toman prestado el trabajo de Mitchell, comenzaron a perforar en Colorado, Dakota del Norte, Ohio, Pennsylvania y, más recientemente, California. Más de 15 millones de estadounidenses viven actualmente a una distancia inferior a una milla (1 milla = 1.609 kilómetros) de un pozo de petróleo o de gas, 6 millones de ellos en Texas.


La industria ha sido rápida en publicitar los aparentes beneficios del fracking. Los costes de la electricidad y de la calefacción han caído. La actividad del sector del petróleo y del gas ha ayudado a mantener a flote una economía nacional enferma y a pagar nuevas escuelas en ciudades del país. El pasado octubre, los Estados Unidos produjeron, por primera vez desde 1995, más petróleo de lo que importaron.


Sin embargo, nuevas evidencias han comenzado a mostrar que el fracking, al mismo tiempo que reduce el consumo de carbón, no disminuye de forma significativa las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el cambio climático.


Opositores alertan que el fracking está obligando a los Estados Unidos, incluso más severamente, a un futuro dependiente del combustible fósil y profundizando los riesgos del cambio climático. Han habido historias de propietarios relativas a químicos provenientes del fracking filtrándose en su agua potable, imágenes de video de llamas saliendo del grifo de la cocina por las fugas de metano. Compañías han sido multadas por soltar residuos radioactivos en los ríos.


En el norte de Texas, donde vive Kronvall, el número de pozos de petróleo y gas nuevos ha aumentado cerca de un 800% desde el año 2000. Es imposible conducir cualquier distancia sin ver indicios, incluso después de que las plataformas se hayan movido de lugar: cuadrados vacíos de tierra aplanada, diversidad de depósitos condensados, estaciones de compresión y tuberías, y grandes hoyos abiertos de aguas residuales. Prácticamente ningún sitio está fuera del alcance. Las compañías de energía han establecido pozos de fracking en la propiedad de la iglesia, instalaciones de la escuela y en urbanizaciones privadas. El pasado noviembre, una compañía de petróleo puso un pozo sobre el campus de la Universidad del Norte de Texas cerca de Denton, justo al lado de unas pistas de tenis y atravesando la carretera desde el estadio deportivo principal y una plataforma de aerogeneradores gigante. En Texas, como en muchas partes de los Estados Unidos, los propietarios no siempre poseen los “derechos mineros” – los derechos a los recursos subterráneos – así que por lo general tienen poco poder de decisión sobre cómo se desarrollan.


Kronvall se trasladó del área de Forth Worth a la pequeña ciudad agrícola de Ponder – población: 1,400 – por la paz y la tranquilidad, y los asequibles precios de las casas; lo que también significó facilitar el desplazamiento a su trabajo en el centro de investigación de encuestas en la Universidad del Norte de Texas. Wesley y Beth Howard se mudaron al barrio de Remington Park el mismo año, dos puertas más abajo, después de hacer los mismo cálculos. Estaba cerca de donde Beth trabajaba como diseñadora gráfica en la Universidad de la Mujer de Texas. Wesley, 41, un ingeniero de apoyo en IBM, trabaja desde casa. El barrio estaba aún parcialmente construido, pero los promotores dijeron que se planeaban 150 nuevas casas, un parque y senderos para caminar sobre la pradera, detrás de su casa. “Era la primera casa que teníamos juntos”, dice Wesley. “Contemplábamos estar aquí por un par de décadas. “Nuestra expectativa y esperanza era que esto crecería y que el valor de propiedad mejoraría y los servicios se ampliarían.”


En febrero de 2011, Beth, de 31 años, acababa de descubrir que estaba embarazada cuando la pareja se dio cuenta de que algunas estacas de madera con brillantes tiras de plástico habían aparecido en la pradera de detrás de su casa.


Kronvall también las había visto y asumido que los trabajadores estaban cercando los callejones para la siguiente fase de casas. Ella estaba fuera, en una conferencia de trabajo en mayo de 2011, cuando recibió una llamada de otro vecino: había llegado personal con equipo pesado para remover la tierra. La pradera estaba a punto de ser perforada para hacer un pozo.


Ningún vecino recibió ninguna noticia oficial, ni por parte de la compañía de energía ni de las autoridades de la ciudad. “La ley en aquel momento no les exigía decirnos o dar ninguna noticia pública o algo”, dice Wesley. “Ellos podían darnos una sorpresa, y así lo hicieron.” En ese momento, la ley de Texas no exigía a las compañías revelar qué químicos estaban usando para establecer pozos de fracking. Los residentes dijeron que, hasta ese día, nadie tenía ni idea, aunque ahora hay un registro voluntario de divulgación química en fracfocus.org.


El personal procedió a alisar la tierra e instalar una torre de perforación roja y blanca de 200 pies que asomaba muy por encima de sus casas. Los convoyes de los camiones articulados retumbaban en la carretera principal. “Fue terrible”, dijo Kronvall. “Había un montón de golpes y sonidos metálicos. El número de camiones era espectacular, y los gases de escape, el humo en el aire, fue de 24/7 (todas las horas del dia, los siete dias de la semana).”


Ella dice que las actividades al otro lado de la valla depositaron una capa de polvo blanco en las encimeras. El sonido del personal gritando por los megáfonos invadió su dormitorio. La fuerte iluminación atravesaba sus cortinas y se le hacía dificil dormir. El estruendo de los camiones y el equipo agitaba los cristales en su armario, y el olor – una mezcla de químicos – lo penetraba todo.


Mi esposa estuvo embarazada todo el tiempo que la plataforma de perforación estuvo allí”, dice Wesley. Estaba el estrépito de los generadores de gasóleo escupiendo hollín, y una mezcla nauseabunda de químicos que competían con el aroma de la cena. El ruido y los olores penetraban sobre la calle siguiente, donde vive Christina Mills. Como Howards y Kronvall, Mills, de 65 años, se sintió atraída por Ponder debido a su insomnio, y compró la cuarta casa construida en todo el desarrollo cuando se trasladó a la ciudad en 2001. “Pero cuando la torre de perforación estuvo terminada, uno pensaría que estaba en Las Vegas”, dice ella, “y vivo a una calle más”.


Devon Energy Corporation, la firma que está perforando detrás de sus hogares, instaló una cortina de sonido para intentar amortiguar el ruido. Devon – que compró la parte de George Mitchell y se ha convertido en uno de los operadores de extracción de shale gas más grandes – dice que está comprometido a apoyar a los vecinos. “Estamos trabajando siempre para encontrar nuevos y mejores modos de hacer lo que hacemos con el impacto más pequeño posible sobre nuestros vecinos”, dice Tim Hartley, un portavoz de Devon. “Donde quiera que estamos, queremos tener una operación saludable, segura, la mejor en su clase, así que estamos comprometidos a ello y hemos cumplido con ello en el yacimiento de Barnett durante muchos años”.


La cortina hizo muy poco para amortiguar el sonido o reducir los otros efectos del fracking, dicen los vecinos. El bebé de Howard, Pike, llegó varias semanas antes. La pareja dice que no hay forma de saber si esto estuvo conectado al fracking, pero ellos estuvieron muy nerviosos por la posible exposición a sustancias químicas. “Tenía muy buena salud, pero seguía siendo un recién nacido”, dice Wesley. “Cuando puedes oler los gases del diesel y recibes otros olores inusuales, y todo lo que no sabes sobre lo que sucede con las cosas industriales, puede ser estresante. No sabíamos lo que estábamos respirando en ningún momento, y él también lo estaba respirando. Esto era lo que hacía su llegada tan estresante”.


Dos puertas más abajo, Kronvall dice que sus ojos lloraban constantemente cuando estaba en casa, y que sólo paraban después de estar en el trabajo una o dos horas. También tenía ataques de náusea y dolores de cabeza punzantes, sordos, y había sangre cuando se sonaba la nariz. “Tuve muchas hemorragias nasales durante todo el proceso”, dice ella.


Devon afirma que no está al tanto de ninguna queja sobre problemas de salud sufridos después de que comenzaran sus actividades en Remington Park, aunque los representantes de la compañía asistieron a reuniones públicas a partir de 2011, y fueron acusados por los vecinos de ser desdeñosos ante las preocupaciones de salud. Como respuesta, Hartley dijo, “Sería inapropiado para nosotros discutir públicamente las reclamaciones presentadas”.



Christina Mills in Ponder, Texas 
CHRISTINA MILLS EN PONDER, TEXAS
Además de confrontar el ruido y los olores, dice Christina Mills, había polvo: “Quitó la pintura de mi coche”. Foto: Deia Schlosberg para the Guardian


Además de confrontar el ruido y los olores, dice Christina Mills, había polvo. Una mañana encontró un polvo blanco arenoso sobre todo el coche, por lo que paró en un lavacoches de camino al trabajo. “Fui allí a lavar esa cosa, y la pintura negra del coche se desprendió también”, dice ella, todavía sorprendida. “Quitó la pintura de mi coche”.


Los tres vecinos han intentado para el fracking, o al menos conseguir una compensación. Buscaron asesoría legal y apelaron a las autoridades locales y a los reguladores medioambientales del estado. Los inspectores del regulador medioambiental de Texas aparecieron en casa de Kronvall, compadecidos por el olor, recogieron muestras de aire, solo para informar unas semanas después de que habían sido incapaces de detectar emisiones peligrosas.


Mientras que los vecinos pronto descubrieron que, tanto ellos como los promotores que poseían la pradera de detrás de las casas de Kronvall y Howards, no tenían autoridad porque no tenían el control de los derechos mineros. Las autoridades locales habían cambiado ya los reglamentos de zonificación para permitir el fracking cerca de sus casas, y lucharon contra todo intento de celebrar una reunión pública sobre la perforación. Incluso ahora, Mills está furioso por el modo en que el ayuntamiento trató a Remington Park: “Ellos continuaron permitiéndoles construir y vender casas, sabiendo perfectamente que estaban preparándose para perforar detrás de nosotros.”


Para su sorpresa, está enojada también con la compañía energética. Es la primera vez para Mills. Contable, comenzó su carrera haciendo auditorías en los campos de petróleo de Oklahoma. Se considera a sí misma partidaria del petróleo y del gas. “En 17 años en Oklahoma, nunca les vi meterse sobre un área densamente poblada. Aquí hicieron algo personal, y entonces es cuando tuve un problema... Entraron en la parte posterior de nuestro vecindario, a 300 pies de la cerca trasera. Es tan intrusivo.”


Han habido casos donde las compañías energéticas han compensado a los vecinos por daños a la salud y a la propiedad como resultado del fracking. Los detalles de estos pactos son celebrados a puerta cerrada debido a los acuerdos de confidencialidad. Los residentes de Ponder, sin embargo, no pudieron conseguir que su abogado prosiguiera el caso, porque sus valores de propiedad son demasiado bajos: el abogado les dijo que los potenciales daños de propiedad no eran suficientes para que su tiempo valiera la pena.


Todo lo que los vecinos pudieron hacer, durante los ocho meses que les tomó poner a producir los pozos, fue mirar. Finalmente, se desmanteló y trasladó la plataforma, dejando dos pozos de petróleo y tres depósitos de residuos en el área justo detrás de sus casas. Se erigieron otros tres pozos, seis depósitos de residuos más y un gran estanque al aire libre al otro lado de la pradera. Camiones pesados continuaron deteniéndose casi cada día para vaciar los depósitos al lado de la plataforma de operación.


También han habido sustos. A comienzos de este año, un fuerte silbido llegó de los depósitos y los vecinos se preguntaban si alguno de los pozos estaría a punto de estallar. Algunos simplemente vendieron – algunos por menos de lo que habían pagado – o alquilaron sus casas y se mudaron.


Mills ahora usa un inhalador después de desarrollar asma. “Nunca estoy enferma”, dice, “pero en los pasados 18 meses he tenido neumonía tres veces”. Ha perdido unas ocho semanas de trabajo.


Parece que esto ha sido toda mi vida”, dice Kronvall. “Es difícil recordar cómo era antes, porque se trató de un hecho muy dramático. Te sientes violada. ¿Cómo pueden entrar y hacer esto, y ni siquiera consultar con la persona? Sin respeto a ningún tipo de decencia humana o derechos, nada más tomar lo que quieren. Lo mismo harán en el Reino Unido, si no se aprenden muchas lecciones.”


Ahora es el momento de que Gran Bretaña decida si quiere un trozo de “América Saudita”. Un informe del Servicio Geológico Británico el pasado julio incrementaba de forma significativa las estimaciones de la cantidad de gas situado debajo del norte de Inglaterra, lo que aumentó la esperanza de replicar la fiebre del gas de los Estados Unidos. El informe sugiere que habría prácticamente 1,300 toneladas por pie cúbico de gas sobre un área que se extiende de Lancanshire a Yorkshire y baja hasta Lincolnshire. Dependiendo de qué cuánto de esto se puede recuperar, el gas podría abastecer a Gran Bretaña durante décadas. El gobierno comenzó a promover la idea de que sería irresponsable no aprovechar, y habló de abrir terrenos para fracking no sólo en el norte de Inglaterra, sino también en el sudeste y en Gales.


La presentación del presupuesto de otoño del ministro la pasada semana incluía generosas desgravaciones fiscales para las compañías de fracking. “Quiero que Gran Bretaña explote los nuevos recursos energéticos de bajo coste como el shale gas”, dijo George Osborne. “El shale gas es parte del futuro y haremos que suceda.” David Cameron ha dicho que desbloquear el yacimiento de shale transformará a Gran Bretaña como lo ha hecho con Estados Unidos, bajando los precios de la energía, creando decenas de miles de trabajos y proporcionando nuevos ingresos para los ayuntamientos locales.


El fracking no ha tenido un comienzo fácil en Gran Bretaña. En abril de 2011, tuvieron lugar dos pequeños sismos y docenas de réplicas cuando Cuadrilla Resources perforó su primer pozo en Weeton, Lancanshire. Los temblores pudieron sentirse hasta en Blackpool. La compañía interrumpió las operaciones para realizar una investigación sísmica, pero continuó las obras en los otros pozos.


Los opositores forzaron a las compañías a retrasar o a alejarse de otras zonas de pozos. Pero incluso con estos desafíos, la industria permanece comprometida a seguir adelante. Al menos seis compañías de gas y petróleo han anunciado proyectos para rastrear el shale gas en Gran Bretaña. Cuadrilla ya ha perforado pozos de exploración en Singleton y Becconsall en Lanshire, y está buscando otro en Balcombe en West Sussex. Celtique Energie y Coastal Oil and Gas han solicitado perforar en Kent, West Sussex y Gales.


El principal organismo de la industria, el United Kingdom Onshore Operators Group (UKOOG), espera que un número de estos pozos de exploración entren en producción en 2014 o 2015. El Instituto Directivo a favor de la industria dijo en un informe que podría haber 100 zonas de pozos en todo el país en los próximos 10 o 15 años.


La industria mantiene que el fracking en Gran Bretaña será muy diferente del de los Estados Unidos, a causa de la naturaleza de la geología y las normativas más estrictas. El yacimiento de Bowland es mucho más grueso que el de Barnett, por ejemplo, lo que significa, dicen expertos de la industria, que las compañías de energía podrán excavar muchos más pozos en espiral desde un solo sitio, lo que limita el impacto del fracking sobre la superficie. “La realidad es que habrá un mucho menor impacto para la industria”, dice Ken Crinin, jefe ejecutivo de UKOOG. “La otra realidad es que tenemos un sistema de regulación mucho más amplio en el Reino Unido.” A diferencia de Pennsylvania, donde han habido múltiples quejas de pozos de agua potable contaminados, Gran Bretaña exige que los perforadores monitoreen la calidad del agua durante el proceso de fracking.


Las normativas también exigen a las compañías revelar los químicos que se están utilizando, y el Gobierno británico ya ha restringido algunos químicos que se usan en los Estados Unidos.


Cronin dice que Gran Bretaña también tendría estándares más altos para tratar con las enormes cantidades de agua residual tóxica y radioactiva que resulta del fracking – unos 280 millones de galones el pasado año sólo en los Estados Unidos, según un informe de Environment America. Lo suficiente para inundar todo Washington DC bajo un lago tóxico de 22 pies de profundidad.


A diferencia de Texas, donde el agua residual del fracking a veces se deja evaporar en hoyos abiertos, Gran Bretaña exigirá sellar unidades de disposición. Y a diferencia de Dakota del Norte, donde los productores simplemente queman el exceso de gas, arrojando gases de efecto invernadero a la atmósfera, las compañías lo capturarán e introducirán en el suministro nacional de gas.


Quizás lo más importante de todo, dice Cronin, es que habría estrictos estándares para la calidad del pozo, e inspecciones regulares para asegurar que no hay escape de fluidos o de gas en el suministro de agua.


Cuadrilla cree que estas normativas ponen a Gran Bretaña muy lejos de los Estados Unidos en términos de la protección a la salud y al medioambiente. Sin embargo, la compañía ya ha sido advertida por los ministros sobre sus acciones por no reconocer la importancia del daño de su pozo tras los sismos de 2011 y por no informar durante seis meses, según los documentos publicados en virtud de la libertad de información.


La compañía responde sólo a preguntas escritas a través de su firma de relaciones públicas, que continua manteniendo que Gran Bretaña está mejor preparada para el fracking que los Estados Unidos, declarando: “La estandarización normativa y los reglamentos basados en el desempeño de clase mundial hacen que Reino Unido esté mejor preparado para el creciente sector de la industria del shale gas.”


Los oponentes al fracking siguen sin estar convencidos. “Ningún sistema es infalible”, dice Caroline Lucas, la diputada del Partido Verde arrestada en agosto por bloquear una zona de perforación en Balcome. “Ningún sistema es totalmente sólido. Tenemos que hacer un balance de los riesgos y las compensaciones, y a mí me parece que con el fracking, incluso si las normas son más duras que en los Estados Unidos, hay riesgos que no necesitamos correr.”


Lucas dice que está preocupada por los recortes de agua – se necesitan grandes volúmenes para un pozo de fracking – especialmente en el sureste, y por los riesgos de llevar una nueva industria a territorios mucho más densamente poblados que el corazón estadounidense del fracking.


Pero el temor más grande de Lucas es que lanzar la revolución del fracking en Gran Bretaña destruirá cualquier posibilidad de acción sobre el cambio climático. “Los científicos nos están diciendo que necesitamos dejar 4/5 de los combustibles ya probados en la tierra si queremos tener alguna posibilidad de evitar el calentamiento de dos grados. Por lo tanto, estar cazando nuevos recursos de combustibles fósiles parece particularmente perverso.”


Otro prominente opositor al fracking, el terrateniente Lord Crowdray, dice que si el fracking prosigue, puede prever un escenario de plataformas de producción desperdigadas por todo South Downs. Algunos de los lugares propuestos alrededor de Fernhust en West Sussex, dice, se encuentran a menos de 600 pies de las casas particulares, unas dos veces la zona de Ponder de la casa de Veronica Kronvall, pero continua estando muy cerca.


Sin embargo, lo que más teme Cowdray, es que las compañías de petróleo no están preparadas, o suficientemente aseguradas, para lidiar con con un suceso mayor de contaminación como una fuga de fluidos o residuos de fracking al suministro de agua. “No confío en la industria”, dice. “Creo que han habido demasiados sucesos de contaminación en el pasado alrededor del mundo – muchos sobre los que sabemos y algunos sobre los que posiblemente no sepamos nada.”


¿Puede Gran Bretaña hacerlo de forma distinta? Volviendo a la pequeña ciudad en Texas, Wesley Howard dice que, a medida que el fracking se extiende de estado a estado por todos los Estados Unidos, él a menudo escucha la misma canción. “Es el mismo tipo de cosa que se dice en Ohio cuando la gente dice, 'Mira lo que ha sucedido en las Dakotas.' En cada estado de los Estados Unidos, escuchas que la historia se ha contado de alguna forma u otra: que el suelo aquí es diferente, que los tipos de shale son difrentes, que las reglas son diferentes, que las compañías lo están haciendo de distinta forma.” Él continúa: “Siempre es diferente pero, tarde o temprano, es lo mismo.”

Traducción del artículo "Fracking hell: what it's really like to live next to a shale gas well" publicado por Suzanne Goldenberg en The Guardian, el 14 de diciembre de 2013