La producción de plástico causa estragos en las personas y el planeta, desde los pozos de fracking y los gasoductos en Pensilvania hasta la contaminación del aire de las plantas de plástico en Escocia.
(Traducimos hoy un post de Wenonah Hauter, directora de Food and Water Watch, publicado recientemente en Yes Magazine)
Estamos estrangulando el planeta con plástico. Desde el dispendio de las botellas de agua hasta las bolsas para la compra de alimentos, todo está contaminando nuestros cursos de agua y poniendo en peligro la vida marina y el medio natural. Vale decir que incluso el consumidor más ocasional de noticias probablemente haya encontrado una publicación en Facebook, un informe de televisión o un segmento de radio sobre la islas flotantes de basura en el Océano Pacífico.
Pero lo que resulta menos conocido es qué está alimentando ese atracón de plásticos: el fracking. Como informó recientemente The Guardian, en menos de una década, se han invertido decenas de miles de millones de dólares en la creación de nuevas fábricas en todo el mundo para convertir los combustibles fósiles en gránulos de resina utilizados para la fabricación de productos de plástico. Las empresas que se benefician de este aumento de los plásticos están contribuyendo a una creciente crisis climática a la vez que generan montañas de basura plástica.
Una compañía detrás de esta oleada de plásticos es la química Ineos, con sede en el Reino Unido. Si bien no es una casa conocida como Shell o Exxon, Ineos está en el centro de esta creciente industria del plástico, pero el daño causado por la compañía se extiende más allá de los montículos de residuos de desecho que ensucian las playas y los cursos de agua. Las 75 plantas de fabricación de la compañía en 22 países son responsables de fugas químicas, incendios, explosiones y contaminación atmosférica y climática. Este registro incluye un incendio químico en Alemania en 2008 y la contaminación del aire en Escocia, donde las instalaciones de Grangemouth de la compañía fueron el mayor emisor en solitario de dióxido de carbono del país en 2016.
Y el modelo de negocio de Ineos depende también de contaminar comunidades a miles de kilómetros de distancia en Pensilvania y Ohio, donde la industria del fracking está llenando el paisaje de cicatrices, contaminando el agua y amenazando la salud pública. La compañía usa el gas líquido que se encuentra en las formaciones de pizarra para alimentar sus plantas químicas. Para satisfacer esa demanda, la compañía construyó recientemente una flota de los llamados "barcos dragón" a fin de transportar los líquidos volátiles asociados al gas a través del Atlántico.
E Ineos quiere seguir con su progresión ascendente. Tras el primer cruce trasatlántico de uno de esos buques de transporte de gas líquido desde los EEUU hasta el Reino Unido, el presidente de Ineos calificó el acontecimiento como un "cambio en las reglas de juego" que podría "desatar una revolución del gas de esquisto", según un comunicado de prensa de la compañía.
La expansión de este negocio requerirá nuevos oleoductos como el Mariner East 2, ahora en construcción a través de Pensilvania. El proyecto pertenece a Sunoco, una subsidiaria de Energy Transfer Partners, la compañía que está detrás del DAPL (Dakota Access Pipeline), el cual generó una gran oposición internacional. También hay un movimiento para detener el Mariner East en lugares de todo el estado donde los residentes han perdido sus tierras en favor de Sunoco mediante el uso de la expropiación por parte de las empresas y se les dice que deben permitir que el oleoducto se construya cerca de sus escuelas, hogares y centros comunitarios.
El historial de seguridad de Sunoco era una preocupación antes de que comenzara la perforación; desde 2010, la compañía ha tenido una tasa de vertidos en oleoductos mayor que sus competidores. Y el récord de vertidos continuó una vez comenzada la construcción de la tubería. Docenas de vertidos y accidentes de perforación y varios casos de suministros de agua contaminados obligaron finalmente al gobierno estatal a clausurar las obras a principios de este año. Los reguladores medioambientales de Pensilvania consideraron que las "violaciones atroces y deliberadas" de las leyes ambientales por Sunoco eran lo suficientemente graves como para poner freno a un proyecto que se había precipitado durante el procedimiento regulatorio por obra de los políticos amigos de la perforación de los dos principales partidos.
El 8 de febrero, el Departamento de Protección Ambiental de Pensilvania permitió que se reanudase la construcción del oleoducto luego de imponer una multa civil de 12,6 millones de $ contra Sunoco.
Mientras la basura plástica que flota en los océanos aparece en los titulares, la verdad es que todo el modelo comercial causa estragos en las poblaciones locales afectadas y en el planeta, desde los pozos de fracking en Pensilvania y los conductos que transportan los materiales en EEUU hasta plantas productoras de plásticos del Reino Unido.
Pensilvania acertó al apretar el botón de pausa en esa tubería de fracking-para-plásticos, pero si tenemos que generar un equilibrio climático y un planeta saludable para todos, necesitamos que los legisladores estatales paren la construcción por completo. Y necesitamos líderes políticos en Europa dispuestos a detener el fracking antes de que comience.
Traducción del artículo "We Are Drowning In Plastic, and Fracking Companies Are Profiting", publicado el 14 de febrero de 2018 en YesMagazine