La “edad de oro del gas “ no ha resultado tanto como los analistas y productores de gas, quienes promocionaban el eslogan unos pocos años atrás, esperaban.
Se suponía que el gas iba a ser el combustible irresistible del futuro. Después del desastre de Fukusima, las centrales de energía nuclear en Japón cerraron y las importaciones de gas natural surgieron, resultando que los precios en el mercado asiático aumentaron más del doble, en ocasiones rozando los 20 dólares por mmbtu. El gas era lo seguro, un combustible fiable y más limpio que el carbón, convirtiéndose así en el sustituto obvio mientras el mundo se concienciaba más seriamente sobre cómo resolver los riesgos del calentamiento global y el cambio climático.A ello se suma que lo que era tradicionalmente un negocio de gasoductos dentro de tres mercados regionales se estaba globalizando mediante GNL– el proceso a través del cual el gas es licuado y posteriormente transportado hasta mercados lejanos en barcos metaneros-. Un floreciente mercado mundial estaba en creación. Para cumplir con el crecimiento prometido de la demanda se necesitarían volúmenes mucho mayores, lo que condujo a una avalancha de inversiones en los muy caros proyectos de GNL.
Después de la arrogancia viene el dolor de cabeza. La demanda global de gas se ha incrementado pero mucho menos que lo predicho. La historia está bien descrita en un informe publicado por SNAM, multinacional del gas con sede en Italia.
La revolución del fracking en EE UU ha cambiado dramáticamente el sector eléctrico en este país, con el gas proporcionando un cierto grado de competencia directa a la arraigada industria del carbón que ni siquiera Donald Trump puede revertir. Pero en Japón las nucleares se están recuperando y en Europa tanto el gas como el carbón están perdiendo posiciones frente a las renovables, lideradas por la energía eólica. Subvenciones y cuotas de mercado obligatorias comenzaron el proceso pero ahora la eólica, tanto en el interior como en zonas de costa, está logrando una reducción de costes hasta el punto en el que los suministradores pueden competir sin ayuda. Los bajos precios para la eólica offshore acordados en las subastas de capacidad de este año en el Reino Unido son la más clara señal de lo que está por venir.
La demanda de gas en Europa es un 12% más baja de lo que era hace 10 años. La demanda china e india continua en expansión, pero las dramáticas ganancias de la energía solar, en la que los costes han caído un 85% desde 2009, están abriendo el mercado. Mientras, en ambos países la fuertemente atrincherada posición de la industria del carbón, fuente de millones de trabajos directos e indirectos, será muy difícil de derribar.
El resultado neto de todo esto es que el crecimiento del suministro de gas ha excedido a la demanda y los precios están cayendo. El GNL ha resultado ser un mecanismo de nivelación, la fuente marginal de suministro que en muchos países se convierte en el precio determinante. Un mercado al contado está emergiendo, lo que produce una competición directa de gas contra gas, algo virtualmente desconocido cuando los campos se desarrollaban únicamente cuando un comprador había firmado un contrato a largo plazo para la producción. La idea de que el precio del gas está simplemente vinculado al petróleo está desfasada – ambos mercados son bastante diferentes.
Tomando el precio de importación alemán como punto de referencia, el coste del gas a sólo 5 $ por mmbtu es más bajo en términos reales que hace 30 años. Muchos proyectos de GNL encargados en la última década están ahora en funcionamiento, pero hay más en construcción y éstos proyectarán una sombra depresiva sobre el mercado mundial del gas durante al menos los próximos dos años.
¿Qué sucede más allá de eso? Es difícil ver que el mercado de la energía se vuelva menos competitivo. No hay escasez de suplemento de gas en el horizonte. EE UU es ahora un exportador, Rusia quiere vender más mientras que Irán, que alberga extensas reservas no desarrolladas, estaría encantado de unirse a la fiesta. Los campos identificados en el este del Mediterráneo y el este de África a efectos están varados (stranded).
La escala de cualquier crecimiento de la demanda, ya sea en Asia o en Europa, dependerá de si los precios del gas pueden reducirse para competir en esos dos mercados con el carbón y las renovables. En la India, por ejemplo, el carbón está atrincherado, con un stock de capital bien establecido y en crecimiento de centrales eléctricas de carbón y plantas industriales y muchos trabajos dependientes. El futuro energético de la India será una mezcla de carbón y energía solar.
En Europa la competición viene de las renovables, apoyadas por políticas públicas, con la perspectiva de que el gas se reduzca al estado de un combustible de equilibrio en el sector de la energía utilizado solo para cubrir la intermitencia de la energía solar y la eólica. Cualquier avance significativo en la tecnología de almacenamiento a nivel de la red empeoraría la situación del gas.
Un precio del carbono establecido en el nivel requerido para cambiar el comportamiento podría ayudar al gas a competir contra el carbón. En Europa sería probable que ayudara al desarrollo de la energía eólica.
En ausencia de un precio del carbono, el asunto competitivo se vuelve a reducir a los costes. ¿Podrían reducirse los costes del GNL de larga distancia? Los contenedores podrían ser más pequeños pero no hay signo de que los costes de licuefacción y regasificación pudieran ser materialmente reducidos. La perspectiva es que el comercio a larga distancia será limitado y que el gas sólo podrá competir en circunstancias locales en las que pueda transportarse a distancias relativamente cortas mediante gasoductos. Eso es una realidad en los EE. UU y lo podría ser en China si se pudieran desarrollar sus amplios recursos de gas de esquisto.
En aquellos lugares donde el gas pueda competir este jugará un importante papel en el mix energético. Pero precios y márgenes no serán elevados. Aquellos que soñaron con volúmenes y precios en constante aumento se sentirán decepcionados. La edad de oro ha demostrado ser una burbuja dorada.
Traducción del artículo "Natural gas golden age becomes golden bubble" publicado en Finantial Times por Nick Butler wl 11 de diciembre de 2017