martes, 23 de febrero de 2016

El modelo de negocio de las compañias fósiles, bajo presión

BP, Chevron y Exxon sopesan entre ganar dividendos o inviertir en operaciones. 
Gorgon, un proyecto de gas natural licuado enorme que se lleva a cabo en la costa noroeste de Australia, es una de las maravillas de la era moderna. Su costo valorado en 5400 millones hace que al menos en términos simbólicos sea uno de los proyectos de ingeniería más costosos alguna vez culminado.
Sin embargo, podría convertirse en el último monumento al esfuerzo de las grandes compañías de petróleo.



Algunos comienzan a cuestionar si es deficiente el modelo de negocios de las grandes compañías internacionales de petróleo y gas como Chevron, ExxonMobil y Royal Dutch Shell, los tres socios principales en Gorgon, desde que el crudo en Estados Unidos tocó el mínimo en 12 años la semana pasada.

Debido al envío de su primer cargamento de Gas natural licuado, Gorgon es el tipo de proyecto que justifica la existencia de las grandes compañías de combustibles fósiles. Chevron, que actúa como líder, es uno de un grupo de negocios que tienen la capacidad técnica y la fuerza financiera para aceptar un desafío de esa magnitud.

No obstante, después de la caída de los precios del crudo, las ambiciosas inversiones en gas natural licuado, exploración en aguas profundas y las arenas bituminosas de Canadá son cada vez menos frecuentes.

El analista Morgan Stanley calcula que sólo nueve grandes proyectos, de más de 230 que están esperando luz verde mundialmente, se consideran “candidatos reales” para ser aprobados este año. Podrían incluirse el proyecto petrolero Mad Dog 2 de aguas profundas en el Golfo de México con un presupuesto estimado en 10000 millones de dólares y el proyecto offshore de gas Zohr en Egipto de la multinacional italiana Eni. La compañía Total, de Francia, no piensa aprobar ningún proyecto.

En toda la industria, se esperaba invertir 400000 millones, pero fueron cancelados o postergados.

Cuando las juntas directivas de las grandes compañías de petróleo hablan de una recesión en la industria, creen que se trata de una condición temporal. Explican que el crudo a menos de 30 dólares el barril es muy bajo para incentivar la inversión, ya que la sobreoferta en el mercado del petróleo se corregirá y los precios se recuperarán a niveles que les permitirán hacer ganancias substanciales.

Los directores de BP y Shell argumentaban de acuerdo a los resultados de sus compañías de 2015 que el mercado podría volver a balancearse este año. Como lo explicó Bob Dudley de BP, sus expectativas con respecto a los precios son “se mantendran bajos un tiempo, pero no para siempre”.

¿Pero qué pasa si están equivocados? Philip Verleger, un economista especialista en energía, defiende que “el fin se acerca” para las multinacionales del petróleo, amenazadas, por un lado, por el incremento de la energía renovable y las políticas climáticas que frenan el crecimiento de la demanda de combustible fósil, y por el otro lado, por compañías más pequeñas y diestras que lideran la industria del petróleo de esquisto y del gas.

Agrega que “Las compañías que se aferran a proyectos de altos costos, como las aguas profundas en Brasil, van a tener que considerar reconsideraciones valorativas”. “La probabilidad de que esas inversiones se rentabilicen en los próximos 20 años es muy baja.”

También opina que las compañías que ponen sus esperanzas en una recuperación del petróleo no serán cumplidas.

Como el precio del petróleo podría subir tarde o temprano, muchos directores y analistas de la industria creen que una recuperación substancial provocará un resurgimiento rápido de la perforación de esquisto en los Estados Unidos, causando una mayor producción y, de hecho, poniendo un techo a los precios.

Desde este punto de vista, la caída del precio es comparable al impacto de un asteroide: productores de esquisto pueden sobrevivir, pero los pesados dinosaurios del petróleo están condenados.

Ciertamente, la presión que sienten las grandes compañías de petróleo es intensa en este momento. Después de que Eni recibió menos dividendos el año pasado, seguido por ConocoPhillips y otras compañías de producción de los Estados Unidos, el creciente rendimiento en las ganancias de las compañías más grandes sugiere que algunos inversionistas están cada vez más preocupados por si sus ganancias se mantendrán.

Los analistas creen que serán capaces de mantener sus dividendos. A diferencia de Conoco, que separó sus negocios de refinamiento, químicos y tuberías en la empresa Phillips 66 en el 2012, las compañías más grandes conservaron operaciones significativas de tratamiento del crudo. Estas operaciones actúan como un seguro, permitiendo ganancias importantes aún cuando los precios del crudo y del gas natural son inferiores.

Las multinacionales del petróleo tienden a ser burocráticas, con muchas posibilidades de hacerse más escasas. Robin West del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales afirma que “Son organizaciones que entregan proyectos multimillonarios, por eso hay razón de que sean como son”. Y agrega que “Necesitan volverse más ágiles y hacer bajar sus costos de producción.”

La mayoría de las corporaciones petroleras ya anunciaron reducción de personal. Shell declaró que tiene planes de reducción de 10000 puestos de trabajo, incluyendo la racionalización seguida de la compra inminente del grupo BP; Chevron recortó 3200 puestos de su personal el año pasado y espera reducir 4000 puestos más este año, mientras que BP espera eliminar cerca de 7000 entre el 2015 y el 2016.

Las compañías han estado disminuyendo la inversión de capital en pozos de perforación, reservas descubiertas y campos en explotación, con reducciones previstas para este año entre el 6% para Shell y 25% para Exxon.

Los efectos de ese recorte de personal fueron mixtos. Standard & Poor’s, la agencia de calificación de riesgos, bajó de categoría a la Chevron y la Shell este mes. Decía que no esperaba ningún cambio adicional en la calificación de la Chevron, pero la Shell podría bajar más de categoría. Están considerando quitarle a la Exxon su valioso y raro status AAA.

Además, esas calificaciones están basadas en las suposiciones de S&P sobre el petróleo a 40 dólares este año, 45 el siguiente y 50 en el 2018, un camino muy por encima del precio actual. Si el petróleo permanece por debajo de 30 dólares, las compañías tendrían que enfrentar decisiones difíciles entre abandonar el compromiso con sus dividendos y reducir aún más sus inversiones.

Los recortes en la inversión de capital ya se han visto reflejados en las expectativas de la producción a futuro. Total y Chevron disminuyeron la meta de producción, aunque siguen creciendo gracias al impulso de proyectos de inversión que se llevan a cabo actualmente.

BP se encuentra en una situación complicada. Ya casi toca fondo cuando tuvo que disponer de más de 40000 millones de activos después del desastre del Deepwater Horizon. El señor Dudley se muestra reacio a recortar más las inversiones proyectadas.

Para los accionistas, la presión de gastar podría ser bienvenida. Lydia Rainforth, analista en Barclays, afirma que el problema de las compañías petroleras no ha sido la “sobredistribución” de las ganancias entre los inversionistas, sino “el gasto excesivo” en proyectos.

Rainforth agrega que “un enfoque más disciplinado y riguroso impuesto por la necesidad de cobrar el dividendo podría ocasionar mejores opciones de inversión.”

Phil Gresh de la JPMorgan concuerda en que si las grandes corporaciones del petróleo no logran crecer, no es necesariamente una mala noticia para los inversores, mientras que devuelvan el capital por medio de los dividendos y compartan la recompra cuando el precio del petróleo suba. La recompra significa que la producción por acción puede crecer, incluso si la producción total no lo hace.

Para algunos directivos, este rol del declive de la gestión podría parece no lo suficientemente ambicioso. La alternativa es seguir el ejemplo de la Shell y crecer por medio de adquisiciones.

Eric Oudenot del Boston Consulting Group asegura que la terrible posición financiera de las compañías independientes en la industria de esquisto de los Estados Unidos, con muchas deudas y casi sin pozos que perforar que sean rentables a 30 dólares el barril, significa que si los precios siguen bajos durante los próximos dos o tres años, la mayoría fracasará o será reemplazada.”

Eso significa que la crisis de las grandes corporaciones podría significar una gran oportunidad. Miles de millones de barriles de reservas en los pozos de esquisto podrían salir a la venta, con un precio tal que los acreedores puedan recuperar su dinero. 
 
Las transnacionales del petróleo pueden absorber los activos de las pequeñas y medianas empresas”, asegura Oudenot. “Cuando el precio del petróleo se recupere, si han logrado reducir sus costos, podría ser muy rentable.”

Podría parecer una recomendación súper ambiciosa para unas compañías que apenas tienen dinero.

Culturalmente, las corporaciones de petróleo no han estado a la altura del negocio del esquisto. Si estas grandes corporaciones quieren sobrevivir esta ola de extinción potencialmente alta, necesitarán evolucionar. Acaparar la industria del esquisto podría ser la manera de lograrlo.

La evolución del precio del petróleo apunta a nuevas formas de recortar costes.
Cuando las transnacionales del petróleo intentan reducir costos, hay dos maneras de hacerlo generalmente: hacer bajar las tasas que les cargaron sus proveedores; y encontrar mejores maneras de trabajar. La primera forma suele ser la más fácil, pero la segunda es mucho más valiosa, porque es más duradera. Los precios de los proveedores aumentarán a la vez que la actividad ascienda en la industria.

Total, de Francia, dio algunos ejemplos de las ganancias eficientes el septiembre pasado, argumentando que las mejoras como por ejemplo, tener operadores capaces de realizar varios roles, significó que entre 2014 y 2017 podrían reducir el número de trabajadores en el Bloque 17 en Angola en un 30%, y en sus campos en Inglaterra en un 20%.

Las compañías están buscando nuevas formas de trabajar juntas. General Electric, el grupo industrial de Estados Unidos que ha estado construyendo un negocio del petróleo y el gas, anunció la semana pasada un trato innovador con Diamond Offshore, una contratista de perforación, para el mantenimiento de obturadores de explosión, el montón de válvulas usadas al tope de un pozo para evitar cualquier fuga.

El modelo tradicional es que una manufacturera vende obturadores de explosión para la contratista de perforación, quien asume la responsabilidad para su mantenimiento, pasando por la compañía que lo requiera. Dentro de este acuerdo, General Electric compró el equipo de cuatro de los barcos de perforación de Diamond, dándole a la compañía 210000 millones de dinero y un contrato de 10 años de servicio.

El contrato le da a General Electric una recompensa por disponibilidad, pagando más si los obturadores de explosión se mantienen en buen funcionamiento y si pasan las inspecciones. Como consecuencia, afirma Chuck Chauviere, el presidente de los sistemas de perforación de General Electric, que sus incentivos están alineados con los de los clientes.

Con antelación, la manufacturera podría haber estado buscando algún trabajo de mantenimiento lucrativo cuando algo saliera mal. Ahora todos quieren los obturadores de explosión listos para ser usados tanto como sea posible. El modelo es “cuando obtienes resultados, te pagan”, afirma Chauviere. “Eso cambia completamente la cultura.”

Robin West del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales argumenta que los productores de petróleo y las compañías de servicios necesitan plantearse muchas ideas creativas similares.

Las relaciones entre las compañías productoras y las compañías de servicios han sido muy conflictivas”, asegura Robin West.

Las compañías de servicio y los productores de petróleo no han reconocido completamente la profundidad de su codependencia. Necesitan encontrar soluciones juntos.”


Traducción del artículo " Oil majors’ business model under increasing pressure" publicado en The Finantial Times en febrero de 2016