lunes, 11 de enero de 2016

Gas natural, fracking y cambio climático: el gas natural no es la solución, sino parte del problema

¿Es el gas natural una fuente de energía limpia? ¿Protege la industria del gas natural el medioambiente? No, según Laura Weis, y aquí explica por qué con esta idea retrasamos la transición energética.
burning natural gas

En vísperas de la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, la industria petrolera se muestra preocupada. No porque recele de su modelo de negocios, basado en suministrar al mundo los mismos combustibles que permanecerán bajo tierra para limitar el calentamiento global. No, la industria petrolera está preocupada por «el desafío y la amenaza que supone el cambio climático» según un comunicado conjunto publicado en mayo por las seis compañías petroleras y de gas más grandes de Europa y una carta abierta dirigida a la Secretaria Ejecutiva de la CMNUCCCi. Y ni que decir tiene que ellos ya tienen la solución: ¡más gas!
Una y otra vez, se ha vendido el gas natural como el combustible fósil más respetuoso con el medioambiente y un «compañero ideal» para las energías renovables, y no solo por parte de la industria petrolera. Nadie parece cuestionarse esta narrativa (sobre todo en Alemania, país que tradicionalmente consumía grandes cantidades de carbón y que ahora se está pasando a las energías renovables), a pesar de que hay buenas razones para hacerlo. Si lo examinamos de cerca, el gas natural no es ni un sustituto del carbón respetuoso con el medioambiente ni complementa enteramente la expansión de las energías renovables. A menudo se afirma que el auge actual del gas de lutita en Estados Unidos tampoco contribuye a proteger el medioambiente. En vez de eso, impide una transición rápida a las energías renovables y el progreso en la eficiencia energética. Bajo cuerda, la industria petrolera no muestra lo que se dice una gran dedicación para proteger el medioambiente, si nos fijamos en su postura en cuanto a la legislación medioambiental.
El gas natural no es un sustituto del carbón respetuoso con el medioambiente
A menudo se presenta el gas natural como una alternativa al carbón respetuosa con el medioambiente. Hace unos años, Shale Gas Europe, una plataforma industrial, afirmó que las emisiones por electricidad que se generan usando gas de lutita son un 49 % más bajas que las que se producen por carbónii. Según anuncia la página web del Ministerio Federal de Economía y Energía alemán (BMWi) «comparado con en otros combustibles fósiles, el gas natural es más respetuoso con el medioambiente ya que produce menos CO2»iii. Incluso organizaciones ecologistas han señalado repetidas veces que el gas natural es el combustible fósil más respetuoso con el medioambiente. Aunque decir que «el gas es menos perjudicial para el medioambiente» parece plausible a primera vista, esta afirmación no se sostiene por dos razones:
Primero hay que reconocer que las emisiones de CO2 provenientes del gas natural son mucho más bajas que las de carbón y petróleo. No obstante, las emisiones de metano que provienen de la extracción y el transporte del gas natural casi nunca aparecen en las estadísticas. El gas natural está compuesto por metano, una sustancia que es 36 veces más perjudicial para el medioambiente que el CO2iv. Dicho de otra forma, incluso cantidades reducidas de metano pueden ser perjudiciales si escapan a la atmósfera. Según los cálculos de la organización Food and Water Watchv, durante un periodo de veinte años el gas natural tiene un impacto mayor que el carbón sobre el medioambiente si solo el 2,8 % del gas escapa a la atmósfera sin ser quemado. 

Las emisiones de metano son difíciles de medir así que no existen cifras disponibles. Según las estimaciones de la organización Food and Water Watch, basadas en recientes publicaciones científicas y mediciones locales, los porcentajes reales de fuga son notablemente más altos, especialmente en el gas obtenido mediante fracturación hidráulica. 
 
El auge de la lutita en Estados Unidos no contribuye a proteger el medioambiente
Otra razón por la cual el gas no contribuye a proteger el medioambiente aparece en el estudio «Limited impact on decadal-scale climate change from increased use of natural gas»vi. Mediante múltiples modelos, este estudio calcula que una expansión mundial del uso del gas proveniente del gas de lutita no tendría ningún efecto positivo relevante sobre el medioambiente. Una de las razones es que el gas no solo desplazaría al carbón del mix energético, sino también aquellas alternativas renovables que no contienen carbón. Puesto que las emisiones de carbón provenientes del gas no son más bajas que aquellas que proceden del mix energético medio global, en el mejor de los casos el ahorro sería extremadamente bajo. Esto contradice la suposición que se hace a menudovii de que la disminución de las emisiones de CO2 en Estados Unidos se debe al incremento del uso del gas natural en el mix energético. 
 
El estudio «Drivers of the US CO2 emissions 1997-2013»viii contiene pruebas empíricas que sostienen esta hipótesis. Muestra que el incremento del uso del gas como resultado de la expansión de la lutita solo era el responsable de una pequeña parte de la reducción de las emisiones de CO2 en Estados Unidos. La causa principal del descenso del 11 % en las emisiones de CO2 de 2007 a 2013 fue la recesión tras la crisis financiera. Los autores del estudio atribuyen el descenso del 4,4 % en las emisiones de CO2 en el mix energético a una tendencia a largo plazo a alejarse del carbón que hubiera tenido lugar incluso sin la expansión de la fracturación hidráulica. El estudio muestra que la afirmación de que las emisiones de CO2 disminuyeran en Estados Unidos drásticamente debido al éxito del gas de lutita es un mito y que se llegó a este resultado incluso sin tener en cuenta las emisiones de metano mencionadas anteriormente. Así, el estudio demuestra que una manera efectiva de reducir los gases de efecto invernadero no sería usar más gas natural, sino disminuir el crecimiento. 
 
Las reservas no convencionales deben permanecer bajo tierra
Si de verdad queremos limitar el calentamiento global a 2 °C, la mayor parte de los combustibles fósiles restantes deben permanecer bajo tierra. Incluso el economista jefe de British Petroleum (BP), una de las compañías petroleras más grandes del mundo, admitió hace poco que es poco probable que las reservas de petróleo sean explotadas por completo debido a la preocupación por el cambio climáticoix. La iniciativa «Carbon Tracker» opina que cuatro quintosx de las reservas mundiales conocidas de combustibles fósiles deben permanecer bajo tierra sin quemar si queremos alcanzar el objetivo de los 2 °C. La explotación de reservas adicionales mediante fracturación hidráulica o excavación petrolera en mar abierto en el Ártico va en contra de este objetivoxi. A pesar de todas las palabras bonitas en torno al objetivo de los 2 °C previas a la conferencia de la Naciones Unidas sobre el cambio climático en París, las acciones de los legisladores (incluso en Alemania, país que parecía ir a la cabeza en la transición a las energías renovables) se quedan cortas, ya sea en cuanto a eliminar lo antes posible el carbón o regular la fracturación hidráulica. 
 
La fracturación hidráulica de roca combinada con la perforación horizontal ha hecho posible la explotación de petróleo, gas de lutita y otras reservas no convencionales desde que comenzó el milenio. De esta manera, las reservas de combustibles fósiles viables tanto técnica como económicamente han incrementado de forma significativa. El auge de la fracturación hidráulica comenzó en Estados Unidas y llevó al país a ser el mayor productor del mundo de petróleo y gas. Como resultado, el precio del gas natural en Estados Unidos y el del petróleo a nivel mundial han disminuido drásticamente. Tras haber alcanzado un precio de más de 100 $ el barril a mediados de 2014, el precio del crudo se situó por debajo de los 50 $ a principios de 2015 y desde entonces no ha superado los 60 $ o 70 $. Desde la perspectiva medioambiental, se trata de un arma de doble filo: mientras que el bajo precio del crudo hace que los inversores se muestren cada vez menos proclives a participar en proyectos que dañan el medioambiente y cuyo coste es muy elevado (como la explotación de arenas bituminosasxii), no hay garantías de que estos recursos permanezcan bajo tierra cuando el precio del crudo vuelva a subir. Al mismo tiempo, el bajo precio del crudo reduce la motivación para ahorrar energía o invertir en el desarrollo de energías renovables. 
 
El gas natural: más bien un competidor para las energías renovables que su aliado
Siempre que se alaba al gas natural como un combustible respetuoso con el medioambiente, suele haber también alguna referencia a su buena compatibilidad con las energías renovables. La página web del BMWi describe el gas natural como una «fuente de energía flexible y versátil para generar electricidad». La compañía petrolera y de gas alemana Wintershall ensalza su producto diciendo que es un «aliado para las energías renovables»xiii. La asociación alemana de petróleo y gas WEG considera que el gas natural es un «complemento perfecto» para las energías renovablesxiv. Incluso un estudio de 2010 llevado a cabo por Greenpeace Alemania describe el gas natural como un «puente hacia la era de las renovables».
Esto no tiene por qué ser incorrecto. En realidad las turbinas modernas de gas están mejor equipadas para compensar las fluctuaciones en la generación de electricidad con fuentes renovables que las plantas de carbón. Mientras que las plantas energéticas de carbón están diseñadas para funcionar constantemente, las plantas de gas pueden dejar de hacerlo si hay viento o luz solar. En vista de eso, mantener las modernas plantas de gas alemanas en reposo mientras que las de carbón producen tanta energía día y noche que tiene que ser vendida a países vecinos durante las horas punta es una locura. 
 
Sin embargo, esto es solo la mitad de la historia, puesto que el gas ya está compitiendo con energías renovables por hacerse hueco en el mix energético del futuro. Esta carrera se está disputando tanto en el terreno económico como en el político. La caída del precio de los combustibles fósiles debido a la expansión del gas de lutita ha reducido los incentivos económicos para el desarrollo de las energías renovables y el ahorro energético. Varios estudiosxv han concluido que el incremento de la producción de gas y los bajos precios que eso conlleva están desplazando alternativas respetuosas con el medioambiente como las renovables. Al mismo tiempo, esto lleva a un incremento del consumo energético primario global debido a la reducción de los incentivos para ahorrar energía. Incluso la IEA (cuyas siglas corresponden a Agencia Internacional de Energía) concluyó en su recientemente publicado informe World Energy Outlook 2015 que la transición a las energías renovables podría retrasarse si el precio del crudo sigue siendo bajo a largo plazoxvi
 
En el terreno político, existe una competición clara en la Unión Europea: a pesar de la demanda decreciente en la UE desde 2010, se prevé que la infraestructura del gas en forma de tuberías y terminales de gas licuado aumente en los próximos añosxvii. Cualquiera que esté desarrollando hoy la infraestructura del gas no va a cortar su consumo mañana. Considerando los largos periodos de amortización implicados, las decisiones que conciernen a la infraestructura siempre son decisiones sobre el futuro. De hecho, la Comisión Europea considera que el gas natural junto con la captura y almacenamiento de carbono son un combustible potencial para el futuro, afirmando que «si la captura y almacenamiento de carbono está disponible y se aplica a gran escala, el gas podría convertirse en una tecnología de bajo carbono»xviii. No obstante, la captura y almacenamiento de carbono no ha pasado de la fase experimental. Aun así, las esperanzas de su aplicación a gran escala son la gota que colma el vaso para justificar lo de siempre. Pero el gas natural es más bien un competidor para las energías renovables que su aliado por las razones mencionadas anteriormente.
Las empresas de petróleo y gas no son ecologistas
Los grupos de presión de la industria del petróleo y del gas en Bruselas representan un papel importante en este tipo de decisiones. El año pasado, BP, Shell, Statoil, Total y otras hicieron lo posible para evitar que se establecieran objetivos obligatorios nacionales para el desarrollo de la energía renovable y el aumento de la eficiencia energética para después de 2020. Las subvenciones de la UE para tecnologías limpias serán eliminadas gradualmente en 2017xix. A pesar de este golpe para las energías renovables, empresas como Total, Wintershall y Shell siguen infiltradas en los órganos representativos del sector de las renovables en Alemania y en la UE a gran escala. En vísperas de la COP21, la industria del petróleo y del gas se muestra como baluarte del clima, como aparece en la carta arriba mencionada. Podemos esperar que siga preciándose de haber contribuido a proteger el clima también durante esta conferencia. Sin embargo, un estudio de Influence Mapxx muestra que la industria es inconsecuente con sus afirmaciones: siempre que en el pasado se han puesto sobre la mesa propuestas para introducir un precio para el carbono, sus líderes no se caracterizaron precisamente por su apoyo. 
 
Así pues sigue siendo cierto que el gas no es un combustible respetuoso con el medioambiente y que las compañías asociadas a él no están, por definición, preocupadas por proteger el clima. Cualquier afirmación que diga lo contrario debe tomarse con cautela. Cualquiera que quiera sacar provecho del carbón, el petróleo o el gas no puede pretender proteger el clima a la vez.


Traducción del artículo "Natural gas, fracking and climate change – gas is not a solution, but part of the problem" publicado por Heinrich Böll Stiftüng el 30 de noviembre de 2015

Traducción realizada por María de la Torre, miembro de Traductoras/es en Acción, la red de traductoras/es e intérpretes voluntarios/as de Ecologistas en Acción.




ii Corporate Europe Observatory (2012): “Foot on the Gas”: Lobbyists push for unregulated shale gas in the EU,http://corporateeurope.org/sites/default/files/shale_gas_lobby_final.pdf


iv United States Environmental Protection Agency:http://www3.epa.gov/climatechange/ghgemissions/gwps.html;
        Gunnar Myhre et al. (2013): Anthropogenic and Natural Radiative Forcing, in: IPCC: Climate Change 2013. The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Fifth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change: https://www.ipcc.ch/pdf/assessment-report/ar5/wg1/WG1AR5_Chapter08_FINAL.pdf 
vi
Haewon McJeon et.al. (2014): Limited impact on decadal-scale climate change from increased use of natural gas, in: Nature:http://www.nature.com/nature/journal/v514/n7523/full/nature13837.html  
vii
cf. For example: EU-Kommission (2014):Ein Rahmen für die Klima- und Energiepolitik im Zeitraum 2020-2030, COM(2014) 15, Brussels, 22 January, 2014:http://eur-lex.europa.eu/legal-content/DE/TXT/PDF/?uri=CELEX:52014DC0015&from=DE
viii
Kuishuang Feng, Steven J. Davis, Laixiang Sun, Klaus Hubacek (2015): Drivers of the US CO2 emissions 1997–2013, in: Nature Communications 6, July 2015:http://www.nature.com/ncomms/2015/150721/ncomms8714/full/ncomms8714.html
ix
The Guardian (2015): Oil unlikely to ever be fully exploited because of climate concerns – BP: http://www.theguardian.com/environment/2015/oct/13/oil-unlikely-to-ever-be-fully-exploited-because-of-climate-concerns-bp?CMP=share_btn_tw,      BP (2015): New economics of oil, Executive summary:http://www.bp.com/en/global/corporate/press/speeches/new-economics-of-oil.htm
x
Carbon Tracker Initiative: Unburnable Carbon – Are the world’s financial markets carrying a carbon bubble: http://www.carbontracker.org/wp-content/uploads/2014/09/Unburnable-Carbon-Full-rev2-1.pdf
xi
McGlade/Ekins (2015): The geographical distribution of fossil fuels unused when limiting global warming to 2 °C, in: Nature:http://www.nature.com/nature/journal/v517/n7533/full/nature14016.html
xii
Mike T. Klare (2015): Double-Dip oil Rout, in: Huffingtonpost:http://www.huffingtonpost.com/michael-t-klare/doubledip-oil-rout_b_7982896.html
xv
Haewon McJeon et.al. (2014): Limited impact on decadal-scale climate change from increased use of natural gas, in: Nature 514, p. 482–485, 23 October 2014:http://www.nature.com/nature/journal/v514/n7523/full/nature13837.html      UBA (2015): The impact of shale gas on the costs of climate policy:https://www.umweltbundesamt.de/sites/default/files/medien/378/publikationen/climate_change_03_2015_the_impact_of_shale_gas_1.pdf

xvi
IEA (2015): World Energy Outlook, Summary:http://www.iea.org/Textbase/npsum/WEO2015SUM.pdf
xvii
E3G (2015): Europe’s declining gas demand: http://www.e3g.org/news/media-room/europes-declining-gas-demand
xviii
European Commission (2011): Energy Road Map 2050, COM(2011) 885,http://eur-lex.europa.eu/legal-content/EN/TXT/PDF/?uri=CELEX:52011DC0885&from=EN
xix
The Guardian (2015): BP lobbied against EU support for clean energy to favour gas, documents reveal: http://www.theguardian.com/environment/2015/aug/20/bp-lobbied-against-eu-support-clean-energy-favour-gas-documents-reveal
xx
InfluenceMap (2015): Big Oil and the Obstruction of Climate Regulations, October 2015:http://influencemap.org/site/data/000/099/InfluenceMap_Oil_Sector_October_2015.pdf