Ignorar el
posible aumento de las emisiones de metano de las futuras
exportaciones de gas natural licuado (GNL) no hará que el cambio climático desaparezca,
simplemente traerá peores consecuencias
Un petrolero de
Freeport con GNL en la fotografía. Freeport LNG Expansion, L.P. es una
de las empresas energéticas que ha presentado múltiples solicitudes
al Departamento de energía de los Estados Unidos para exportar GNL
de producción nacional. / Michael Scott, flickr 60Share291
El gobierno de Obama
avanza hacia una mayor expansión de las exportaciones de gas natural
y una de las cuestiones más peliagudas que se plantean es cómo
afectará este crecimiento a las emisiones de gases de efecto
invernadero, que posiblemente agraven el problema del calentamiento
global.
Aunque el gas contiene
menos carbono que otros combustibles fósiles, emite más metano, un
gas de efecto invernadero mucho más potente a corto plazo que el
CO2. El metano se libera a la atmósfera mediante los
pozos productores de gas y los oleoductos que suministran el gas a
los terminales de exportación. Por eso, hay que contar las emisiones
de
CO2 desde la gran cantidad de energía requerida para
licuar el gas con el fin de que se pueda transportar al exterior. Al
final, es probable que las exportaciones disparen los precios del
gas, y ello podría fomentar la quema de un carbón más sucio.
Cuantificar toda esta
contaminación es muy complicado, y los intentos de hacerlo pueden
llevar a resultados sorprendentes, como
se muestra en el nuevo estudio del
Departamento de energía del Laboratorio nacional de tecnología
energética. Ha llegado al asombroso hallazgo de que, en lo que a las
emisiones de gases de efecto invernadero se refiere, que China compre
gas natural licuado (GNL) de los Estados Unidos puede que no sea más
limpio que quemar su propio carbón. Joe Romm de Climate Progress
(aquí)
y Steve Mufson del Washington Post (aquí)
explican las conclusiones del estudio con más detalle.
El descubrimiento del
Laboratorio nacional es importante porque, dado que China está
intentando dar un cambio en cuanto al carbón para hacer frente a la
creciente contaminación, el GNL importado está visto como “una
parte importante de la solución”, tal como señaló la seria
Agencia internacional de energía esta semana. La AIE predice que
China va a duplicar su uso de gas en los próximos cinco años. Esto
convertiría al país en el mercado principal de GNL para los Estados
Unidos, suponiendo que el Departamento de energía apruebe un número
importante de los nuevos terminales de exportación que están
examinando actualmente.
Los grupos ecologistas
que se oponen a esta expansión afirman que el panorama del gas de
efecto invernadero es incluso peor de lo que sugiere el estudio del
Laboratorio nacional. Una coalición de 16 grupos ecologistas que se
oponen a un terminal de exportación concreto (de 3,8 mil millones de
dólares), el de Cove Point en Lusby (Maryland), señala lo
siguiente: “Creemos que la implementación de un plan masivo de
exportación de GNL bloquearía la infraestructura y la dinámica
económica, lo que haría casi imposible evitar el catastrófico
cambio climático”.
En
una carta con fecha de 18 de marzo dirigida al presidente Obama,
esta coalición le pide que ordene a la Comisión nacional de
regulación de energía (FERC, por sus siglas en inglés) la
realización de una declaración completa sobre el impacto
medioambiental para el proyecto en lugar de aceptar la valoración
menos exhaustiva que la agencia ha considerado suficiente.
Según Daniel Weiss,
del Center for American
Progress, el gobierno de Obama ha aprobado condicionalmente
suficientes terminales de exportación nuevos como para gestionar
casi un quinto de la producción nacional de gas natural esperada en
2020. Para entonces, se estima que las exportaciones aumenten 14
veces más, y se espera otro cuadruplicado para 2030.
En
una audiencia reciente del Congreso,
Weiss señaló que: “ignorar el posible aumento de la
contaminación por metano de las futuras exportaciones de GNL no hará
que el cambio climático desaparezca, simplemente traerá peores
consecuencias”.
No obstante, las veces
que la FERC ha realizado declaraciones completas sobre el impacto
medioambiental de los terminales de exportación, ha rechazado
examinar en detalle las emisiones de gases de efecto invernadero que
acarrearían los proyectos. Normalmente, considera solo las emisiones
de dióxido de carbono en el mismo lugar de los proyectos de
exportación: una fracción de las emisiones de todo el ciclo de vida
que comienzan cuando se perfora la tierra y acaban cuando se consume
el gas, quizá al otro lado del mundo.
La Agencia de
protección ambiental, encargada de supervisar el trabajo de otras
agencias cuando realizan estudios de impacto, ha encontrado en
repetidas ocasiones estudios de la FERC y alienta a la agencia que
tenga una visión más amplia sobre las emisiones de gases de efecto
invernadero.
En
una carta reciente en la que se revisa
el borrador de la declaración de impacto de la FERC para una planta
de Texas, la EPA solicita a la FERC que considere si el proyecto
propuesto aumentaría la demanda de gas natural nacional y los
impactos medioambientales asociados con cualquier producción
adicional. La EPA respondió en la carta que: “Sugerimos que EIS
cuantifique todas las emisiones de gases de efecto invernadero
asociadas al proyecto, incluyendo las emisiones relacionadas con la
producción, el transporte y la combustión del gas natural”.
La FERC ha respondido
en casos similares que, mientras es razonable suponer que las
exportaciones de gas aumentarían la producción, no es posible decir
de dónde vendría el gas adicional o cómo se produciría o
transportaría. En otro caso señaló: “Los impactos
medioambientales de producción inducida y transporte por oleoducto
que pueden producirse por el desarrollo de gas natural adicional no
se pueden predecir”.
La organización
Sierra Club, con extensos comentarios a la FERC, ha rebatido esta
postura diciendo que no solo es factible un análisis completo, sino
que es obligatorio según la ley nacional relativa al medio ambiente.
No solo debería realizarse este tipo de análisis para cada
instalación de exportación propuesta, según afirma la organización
de abogados, sino que deberían calcularse todos los efectos
acumulados de todos estos proyectos para evaluar los efectos
climáticos totales del proyecto.
El nuevo estudio del
Departamento de energía da un paso en esta dirección: el
departamento lo ha presentado como parte del futuro expediente de
reglamentación de cada caso de implementación de GNL que está bajo
consideración. No obstante, el estudio no ha tenido en cuenta los
efectos reales de cada proyecto, sino que más bien ha sido un
intento de pensar en términos generales sobre cómo podrían
compararse las crecientes exportaciones de gas natural con el status
quo bajo suposiciones sobre mercados energéticos, tecnología, etc.
Esto da forma al debate, pero no soluciona la cuestión.
Un enfoque más
exhaustivo sería realizar un análisis de todo el ciclo de vida,
teniendo en cuenta las exportaciones de gas natural en todos los
proyectos que se contemplan: una llamada declaración “programática”
de impacto sobre el medio ambiente. Sin embargo, es difícil saber en
esta fase cuántas de las solicitudes de permiso se llevarán a cabo
en realidad, así que incluso esta visión global dejaría muchos
interrogantes.
Uno de los problemas
para determinar la huella de gases de efecto invernadero sobre
aumentar la producción del gas natural es que las estimaciones de
fuga se han hecho en todo el mapa.
Robert W. Howarth de
la Universidad Cornell, uno de los primeros científicos que advirtió
que la contaminación de fugas de metano podría eliminar la ventaja
del gas natural como combustible bajo en carbono, acaba
de publicar un nuevo artículo
basado en un gran volumen de investigación realizado en los últimos
dos o tres años.
Señala que: “Usando
esta nueva y mejorada información y un periodo de tiempo de 20 años
para comparar el potencial de calentamiento del metano comparado con
el dióxido de carbono, la conclusión muestra que tanto el gas de
esquisto y como el gas natural convencional tienen una huella de
gases de efecto invernadero más grande que el carbón o el
petróleo”.
Dice lo siguiente:
“¿Recomiendo que sigamos utilizando carbón y petróleo en lugar
de reemplazarlos por gas natural? En absoluto. La sociedad necesita
desacostumbrarse de esa adicción a los combustibles fósiles lo
antes posible, pero reemplazar unos combustibles fósiles (carbón,
petróleo) por otro (gas natural) no será suficiente para asumir el
cambio climático”.
Traducción del artículo "US. Natural Gas Exports No Better for Climate Than China’s Coal, Experts Say" publicado en Inside Climate News el 12 de junio de 2014