(Traducción del artículo "Fracking Dispute Under NAFTA Highlights Potential Pitfalls of EU-U.S. Trade Agreement" publicado por Baskut Tuncak el 7 de octubre en CIEL WorldView)
Mientras los negociadores se preparan para la siguiente ronda de
negociaciones entre los EUA y la UE para un nuevo tratado de
comercio, un inversor ha presentado una demanda judicial contra
Canadá, amaparándose en un tratado anterior. Lone Pine Resources demandó el Tratado
de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) buscando 250 millones
de dólares canadienses en concepto de daños y perjuicios debido a
la moratoria del Quebec al uso del fracking para la obtención de gas natural.
Según NAFTA y
otros acuerdos internacionales que contienen cláusulas para «la
resolución de disputas entre inversores-gobiernos», las empresas
extranjeras pueden evitar los tribunales nacionales y demandar a los
gobiernos en tribunales privados por encima de la salud pública y
las medidas de protección medioambientales que, según las empresas,
incumplen las cláusulas de los inversores en los acuerdos
comerciales. En ese caso, Lone Pine trata de socavar la moratoria
del Quebec en cuanto al fracking.
No se debe confundir con la extracción de gas natural
convencional, el fracking es un método de extracción muy
controvertido que inyecta una mezcla secreta de elementos químicos
en el subsuelo. El fracking ha producido tal controversia debido a
cinco factores: primero, ha habido numerosos ejemplos de
abastecimiento de agua contaminados; en segundo lugar, no hay certeza
de que los productos químicos que se quedan bajo tierra sean
seguros; tercero, la falta de suficientes garantías públicas de que
los fluidos restantes del fracking se puedan eliminar con seguridad;
en cuarto lugar, las comunidades cercanas no pueden tomar decisiones
sin conocer todos los productos químicos que se usan y los riesgos
asociados a ellos; y, por último, existen dudas legítimas sobre si
la huella de los gases de efecto invernadero del gas natural que se
recoge del fracking es en realidad tan pequeña como los defensores
afirman que es.
Mientras los defensores argumentan que el porcentaje
de productos químicos en los fluidos del fracking es bajo, el
volumen total de productos químicos no es insignificante. Este
pequeño porcentaje asciende a toneladas de productos químicos que
se inyectan en cada pozo de extracción.
La inclusión de estas cláusulas para los inversores tan extremas
en los tratados y acuerdos de inversión ha permitido a intereses
poderosos, desde las tabacaleras hasta las compañias mineras, a usar la resolución de disputas entre
inversores-gobiernosa para retar y perjudicar a los consumidores, la salud
pública y las protecciones medioambientales. Según los tratados de
comercio recientes estadounidenses, unos 15 casos han desafiado a las
medidas para prevenir la exposición a productos químicos tóxicos,
incluidos algunas sustancias importantes que ahora están restringidos por
la convención de Estocolmo de Contaminantes Orgánicos Persistentes.
Las empresas han creado filiales en los EUA y otros países
simplemente para aprovecharse de esas cláusulas, como en el caso de
Lone Pine Resources, una empresa con operaciones exclusivas en Canadá
y que ha creado una sucursal en los EUA para tener acceso a esas cláusulas
de los inversores del NAFTA.
Hoy en día, muchas si no la mayoría de empresas gozan de
presencia internacional, incluyendo a los EUA y la UE. Si las
cláusulas de resolución de disputas inversores-gobierno se incluyen
en el potencial tratado de comercio e inversión transatlántica
(TTIP, por sus siglas en inglés) esto dará lugar a toda una nueva
legislación creada para esas empresas, que evitará los
procedimientos legales públicos a favor de los tribunales privados
que carecen de transparencia y responsabilidad, así como se reducirá
la oportunidad de la participación y aportación pública. Los
asuntos de salud pública relacionados con el uso de productos
químicos en el medio ambiente son precisamente eso, asuntos de salud
pública. Las cláusulas de resolución de disputas
inversores-gobierno no solo privan al público de un debate
transparente y abierto en esas materias, sino que también pone al
público en una situación que solo sale perdiendo, ya sea retrasando la
creación o implementación de medidas de salud pública y
medioambientales, o usando recursos públicos para compensar a los
inversores.
Ambos, los EUA y la UE, ya disponen de un sistema legal fuerte en
su lugar. Mediante los juzgados ordinarios de los EUA y la UE se
puede forzar a la aceptación del TTIP. No existe pretexto para
llevar a los europeos y a los norteamericanos a una situación en la
que saldrán perdiendo, una situación que tendrá efectos
escalofriantes en el futuro desarrollo de legislación y medidas para
proteger la salud pública y el medioambiente.