jueves, 5 de abril de 2018

El llamado "gas renovable" ni es limpio, ni es ecológico



La industria de los combustibles fósiles se está esforzando en promocionar el gas como "sostenible" o "verde". Existen diferentes métodos de producir el gas que la industria llama “renovable”, pero es un término engañoso. ¿Es sostenible o es verde crear dependencia de los residuos, cortar árboles para fabricar biomasa o producir metano con la misma estructura química y las mismas características que el gas de origen fósil?
(traducimos hoy en el blog este artículo escrito por Por Frida Kieninger, de Food and Water Europe)

¿Por qué la industria de los combustibles fósiles quiere fomentar la idea del gas no fósil? Dado que las grandes compañías presionan a favor de la utilización del gas en Europa, la idea mágica del gas renovable resulta muy apropiada para justificar décadas de construcción de infraestructuras que servirían tanto para el gas de origen fósil como no fósil. La pregunta es: ¿Qué aporta? ¿Reducirán este tipo de gases las emisiones de CO2 de forma significativa? ¿De dónde proceden las materias primas para originar estos gases? ¿Tiene todo esto algún sentido desde el punto de vista económico?

Veremos algunos aspectos a tener en cuenta cuando hablamos de gas "renovable" de origen no fósil.

Biogás: el déjà vu de los biocombustibles

Desde que aparecieron, los biocombustibles se han ganado muchas críticas por su papel en la expropiación de terrenos, el desplazamiento de cultivos de producción agrícola en favor de producción energética, la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la contaminación. Mientras que los biocombustibles —combustibles líquidos generados a partir de biomasa— han terminado por parecernos una muy mala idea, parece que se ha colado algo muy similar por la puerta de atrás: el biogás. El biogás es una mezcla de gases generada por descomposición de materia orgánica mediante digestión anaerobia (digestión en ausencia de oxígeno).

Las materias primas utilizadas en la obtención de biogás pueden ser, por ejemplo, residuos, lodos residuales de depuradoras, cultivos específicos para la producción energética, estiércol o biomasa. Utilizar residuos para generar energía puede tener sentido en unos pocos casos, pero no puede convertirnos en una sociedad que dependa de producir la suficiente cantidad de residuos para poder calentar las casas o cocinar. Asimismo, utilizar estiércol se volvería un problema tarde o temprano, dejando aparte el hecho de que el estiércol no produce automáticamente metano y debería evitarse en gran medida. La producción de biogás no justifica las grandes industrias agrarias; pero en Europa, las grandes granjas industriales parece que solo se han construido porque se han comprometido a producir biogás.

Biometano: ¿el hermano pequeño del gas fósil?

El biogás se puede limpiar de impurezas y mejorar hasta que su contenido de metano sea lo suficientemente alto para poder inyectarse en la red. Este gas resultante se denomina biometano. A diferencia del biogás, que solo se puede consumir de forma local, el biometano se puede transportar utilizando la misma infraestructura que se usa para transportar el gas fósil. Su nombre ya revela gran parte del problema que conlleva el biometano: como el gas natural, está compuesto principalmente por metano y se pueden producir escapes durante el transporte, procesamiento, distribución y uso. Y también emite una cantidad significativa de CO2 durante la combustión, como el gas natural. Dado que Europa está en un proceso de transición hacia una economía baja en carbono, el biogás no debería tener ningún papel en nuestro futuro energético.

Power-to-gas: la pérdida de la eficiencia

El llamado "hidrógeno renovable" se produce utilizando el excedente de electricidad generado en instalaciones solares y eólicas para dividir las moléculas de agua en oxígeno e hidrógeno mediante un proceso llamado "power-to-gas" (P2G). Un problema de este proceso es que se pierde mucha energía: la eficiencia total de un sistema de calefacción con pila de combustible se estima en un 45%; menos de la mitad de la energía introducida en el proceso se puede utilizar después en el sistema de calefacción.

Otro problema con el P2G es que no se puede inyectar en la red de gas que disponemos en la actualidad: solo se puede añadir aproximadamente un 10% de hidrógeno en el sistema. Hay un proyecto piloto en Leeds (el proyecto Leeds City Gate) para adaptar la red local de gas de modo que pueda transportar hidrógeno. Aun así, esta opción no solo es muy costosa, sino que está lejos de poder ser aplicable a gran escala.

Power-to-gas para producir metano sintético y gas natural sintético

Otra forma de producir metano es utilizar energías renovables y la tecnología "power-to-gas" para generar metano sintético o gas natural sintético (GNS).
Si añadimos un paso en la última parte del proceso de generación de hidrógeno, éste reaccionará con el CO2 y se transformará en metano. Comparado con el uso directo de la energía renovable, este proceso es muy ineficiente y solo una pequeña parte de la energía original añadida al proceso estará disponible al final en forma de GNS. Esto implica que se necesitarían cantidades ingentes de energía renovable (y de superficie de terreno) para lograr que toda la energía requerida se convierta en metano.

Otra cuestión es de dónde procederá el CO2. Mientras que el uso de CO2 proveniente de procesos industriales disminuye la eficiencia del proceso y solo es posible llevarlo a cabo en las cercanías de las zonas industriales, la captura de CO2 del aire podría ser la única forma de conseguir, de alguna manera, una balance de carbono neutro. No obstante, la superficie de las instalaciones de captura directa de aire directa con capacidad para un gigavatio necesaria para producir GNS es del orden de 27-180 campos de fútbol. Por tanto, el GNS no solo necesitaría una superficie enorme para la captura de CO2, también para crear la energía renovable necesaria en el proceso.

El GNS tiene exactamente la misma composición (similar al biometano) y, por tanto, el mismo impacto negativo en el clima que el metano procedente del gas natural; no obstante, las emisiones de metano que se producen durante la extracción de gas natural de origen fósil no aplican al GNS.



Los gases de origen no fósil evitan alcanzar soluciones verdes reales
 
Aparte de los problemas de baja eficiencia, el hecho de generar metano perjudicial para el cambio climático mediante energía renovable limpia es más que irónico. No solo es una solución más costosa, que emplea superficie de terreno y que es más o menos igual de nocivo para el clima que la combustión de gas fósil, sino que también bloquea el desarrollo de soluciones realistas para tratar el excedente de energía renovable, como baterías, conexiones para llevar la energía eléctrica generada a los consumidores y sistemas de almacenamiento inteligente a diferentes escalas.

Además, el gas de origen fósil siempre será más barato que los denominados gases renovables. Entonces, ¿cuál sería el incentivo para la industria del gas para cambiar teniendo en cuenta que ya comercializan gas fósil asegurando que es un recurso de valor para nuestro clima? Solo una legislación más estricta podría forzar un cambio real hacia los gases no fósiles y evitar que la industria continúe con el negocio de la forma en que lo hace ahora. Pero, ¿queremos que estos gases se sitúen en primera posición? Mirando seriamente hacia nuestro clima, con el potencial de las energías renovables y las soluciones de almacenamiento, y teniendo en cuenta que al biogás le aguarda el mismo destino que a los biocombustibles, la respuesta debería ser: no. La eficiencia energética y las energías verdaderamente renovables son el camino correcto y no el gas, ese lobo con piel de cordero “verde”.

"Traducción del artículo "Renewable Gas” Is Not Clean or Green" publicado el 23 de marzo de 2018 en Food and Water Europe, y realizada por María Santos Vicente, miembro de Traductoras/es en Acción, la red de traductoras/es e intérpretes voluntarios/as de Ecologistas en Acción"