Varios países esperan explotar grandes reservas de gas natural a través del fracking, pero los intentos de perforación llevados a cabo han sido decepcionantes.
Los grandes surtidores de petróleo subían y bajaban en un segundo plano mientras el primer ministro británico David Cameron lucía un mono industrial de color azul para promover una controvertida técnica de perforación conocida como fracturación hidráulica o fracking. En el año 2014, durante su visita a un lugar potencialmente perforable en el este de Inglaterra, Cameron expuso los beneficios de usar las formaciones de esquisto de Gran Bretaña para extraer valioso gas natural. “Apostemos por el esquisto”, declaró, “traerá consigo más puestos de trabajo y más oportunidades para los ciudadanos, así como seguridad económica para nuestro país”.
Cameron espera repetir el aumento en la producción de gas natural que ha experimentado Estados Unidos gracias al fracking, técnica que consiste en inyectar fluidos en la roca para liberar las reservas de hidrocarburos apresadas en ella. La revolución del fracking ayudó a revitalizar la economía estadounidense, y el Partido Conservador de Cameron busca desencadenar en Reino Unido un boom del gas similar. En agosto de 2015, el recién elegido gobierno ofreció licencias de perforación para depósitos de esquisto y anunció que “la inversión en esquisto podría alcanzar los 33.000 millones de libras (unos 36.500 millones de euros) y proporcionar 64.000 puestos de trabajo”.
Durante los últimos años, la fiebre del fracking se ha extendido por muchos países europeos, entre los que se encuentran Dinamarca, Lituania, Rumanía y especialmente Polonia, donde se han realizado más exploraciones de esquisto que en cualquier otro país de Europa. El fracking podría ayudar a aumentar la producción de gas en Europa, en un momento en el que este sector está sufriendo un acusado declive. Las existencias de los viejos campos petroleros del Mar del Norte se están acabando, al igual que los depósitos de Alemania, Italia y Rumanía. La escasa producción ha provocado que Europa dependa más del gas importado, procedente sobre todo de Rusia. Los líderes europeos sienten cada vez mayor recelo a depender de este socio, sobre todo desde que las relaciones diplomáticas con Rusia se enfriaron tras invasión de Ucrania en 2014. Pero Europa podría necesitar aún más gas, ya que está intentando reducir la emisión de gases invernadero, lo que conllevará probablemente reducir el consumo de carbón. La Comisión Europea asegura que “el gas será decisivo para la transformación del sistema energético”.
Esto significa que países como el Reino Unido han depositado enormes esperanzas en el petróleo de esquisto. Pero un examen profundo de esta industria sugiere que estamos aún lejos de un boom del fracking en Europa, y algunos expertos auguran que nunca llegará.
A pesar de que se han realizado perforaciones exploratorias durante varios años, aún no hay pozos comerciales de gas de esquisto en Europa. Las pruebas sobre el potencial de esquisto de la zona han sido limitadas y los resultados arrojados hasta ahora han sido, por lo general, decepcionantes, según geólogos y expertos en energía. Sigue siendo muy difícil saber cuánto gas sería recuperable con las tecnologías actuales, y aún más difícil predecir qué cantidad de ese gas es rentable extraer.
Todo esto nos lleva a hacernos grandes preguntas sobre las esperanzas de Europa en el sector del esquisto, asegura Jonathan Stern, experto en gas natural del Instituto de Estudios Energéticos de Oxford, situado en Oxford, Reino Unido. “Se ha dado una cantidad ridícula de bombo al gas de esquisto en Europa.”
A la espera de una revolución
Hace diez años, Estados Unidos se encontraba en una situación similar a la que ahora sufre Europa, enfrentándose a unas pésimas perspectivas en el sector del gas natural. La producción en los campos convencionales estaba disminuyendo y los geologos no esperaban que las fuentes de gas alternativas pudieran compensar esa escasez. Pero en poco años el panorama mejoró de repente, gracias a los avances en la tecnología de perforación y fracking, que dio uso a las reservas de gas que antes eran inaccesibles y desencadenó un boom que se conoció como la revolución del esquisto. El esquisto es casi impermeable al petróleo y el gas, por lo que las compañías tienen que fracturar la roca para liberar esos hidrocarburos.
La idea de que semejante cantidad de energía sin explotar pueda estar bajo el suelo europeo es atractiva desde el punto de vista económico. Pero los geologos saben relativamente poco sobre el potencial de las formaciones de rocas de esquisto en Europa, ya que ha habido menos perforación en tierra firme que en Estados Unidos. En ocasiones, las compañías Europeas han perforado el esquisto para llegar a otras formaciones rocosas, pero rara vez han tomado medidas detalladas o han extraído muestras de las capas de esquisto.
Por ahora, los formaciones de esquisto situadas en Polonia son las que más han llamado la atención de Europa. Este país depende en gran medida del carbón, y el gas natural que usa proviene exclusivamente de Rusia. A mediados de los 2000, el boom del esquisto desencadenado en Estados Unidos empujó al gobierno polaco a ofrecer licencias de perforación de esquisto, que fueron otorgadas tanto a compañías locales como a grandes empresas energéticas del panorama internacional, incluyendo las estadounidenses ExxonMobil y Chevron y la francesa Total. El Ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Radoslaw Sikorski, declaró en 2010 que Polonia se convertiría en “una segunda Noruega”. Noruega es el segundo mayor productor de gas natural de Europa, solo por detrás de Rusia.
El entusiasmo se incrementó en 2011 gracias a un informe de la Advanced Resources Internacional (ARI), empresa de consultoría con sede en Washington DC que fue contratada por el Departamento de Energía de Estados Unidos para estudiar los recursos de gas de esquisto a nivel mundial. Dicho estudio hacía una estimación de la cantidad de roca de esquisto y de otros parámetros como el contenido orgánico total de la roca, que constituye la fuente de petróleo y gas. Del mismo modo, ARI realizó una estimación de diversos parámetros para mostrar el riesgo de que algunas zonas de esquisto podrían no dar signos alentadores, o bien que solo una parte de esas zonas pudiera perforarse. Con estos supuestos, ARI calculó que las reservas de gas de esquisto polacas contenían aproximadamente 5.295 miles de millones de metros cúbicos (bcm) de gas técnicamente recuperable, cantidad que supera a cualquier otro país europeo. Si pudiera extraerse todo ese gas, equivaldría a 325 años de la demanda de gas actual en Polonia.
Mientras las compañías comenzaban a perforar decenas de pozos de prueba en Polonia, el Instituto Geológico de Polonia (PGI, por sus siglas en inglés), situado en Varsovia, hizo su propia estimación en marzo del 2012. Teniendo en cuenta la considerable incertidumbre sobre los datos, el PGI calculó que Polonia tenía entre 346 y 768 bcm de gas de esquisto recuperable en sus costas, lo que supone una décima parte de la cifra aportada por el ARI.
En julio del 2012, el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) publicó otro estudio sobre los recursos de gas de esquisto en Polonia. La agencia supuso que los pozos individuales producirían aproximadamente la mitad de los estimado por el PGI, y que la zona que presumiblemente contienía gas recuperable ocupaba en realidad solo un tercio de la superficie calculada por ellos. Por lo tanto, la USGS ofreció una estimación aún menor que la de los otros dos organismos, con un pobre resultado de solo 38 bcm de gas recuperable y un gran rango de incertidumbre, de 0 a 116 bcm. La media de sus resultados rondaba el 10% de los estimados por el PGI y el 1% de los estimados por el ARI.
“En un informe, un potencial enorme. Un año más tarde, nada”, declara Hubert Kiersnowski, geólogo del PGI. “La escala de incertidumbre es tan grande.”
Mientras tanto, empezaron a salir a la luz los resultados de los pozos de prueba. De los 72 pozos perforados hasta finales de 2015, 25 de ellos fueron fracturados con éxito para extraer el gas. Sin embargo, estos pozos solo produjeron entre un tercio y una décima parte de la cantidad que sería necesaria para que dieran beneficios, asegura el geólogo especialista en petróleo Pawel Popawa, de la AGH Universidad de Ciencia y Tecnología de Cracovia, en Polonia, que en el pasado fue miembro del PGI. Ninguno de los pozos ha llegado convertirse en un productor comercial.
En 2013, en la cima del interés por este sector, las compañías adquirieron licencias para la perforación de esquisto en un tercio de la superficie de Polonia. Pero durante los años 2013 y 2014 las grandes compañías energéticas internacionales se dieron por vencidos con sus licencias de exploración de esquisto y abandonaron el país, a menudo citando resultados decepcionantes. El último en abandonar fue ConocoPhillips, de Texas, en junio de 2015. En la actualidad, la perforación de esquisto en Polonia está casi paralizada.
Uno de los mayores obstáculos para el desarrollo es que es muy caro perforar el esquisto de Polonia, ya que se encuentra enterrado a una profundidad de entre 3 y 5 kilómetros, comparado con los 1 o 2 kilómetros de Estados Unidos, que ayuda a que tenga más éxito. Además, parte del esquisto de Polonia contiene grandes cantidades de arcilla, lo que hace que la roca sea más difícil de perforar. Y las exploraciones llevadas a cabo en una de las formaciones de esquisto más prometedoras de Polonia, situada al norte, junto al Mar Báltico, mostraron que existía una barrera geológica que limitaría la cantidad de gas que podría utilizarse para los pozos individuales, declara Poprawa. Los resultados de la perforación sugieren que el ARI “sobrestimó la extensión, el grosor y la calidad del esquisto”, asegura.
El PGI declara que que sus anteriores previsiones, más limitadas, se ven reforzadas con las últimas. Informes aún sin publicar que se basan en las recientes pruebas de perforación de esquisto. El portavoz de PGI, Andrzej Rudnicki, afirma que las estimaciones mucho más elevadas de ARI son “entusiastas, pero surrealistas desde el punto de vista geológico”.
“Los resultados en Polonia hasta la fecha han sido decepcionantes”, reconoce el geólogo Scott Stevens, del ARI. Asegura que el principal motivo por el cual los pozos no son productivos es la “enorme cantidad” de presión en la roca, que hace que el fracking sea menos efectivo. “No había forma de las compañías de exploración supieran eso con antelación”, apunta. Sin embargo, argumenta que “es demasiado pronto para desestimar el amplio potencial de Polonia en el sector del esquisto”. Dado que los datos disponibles son limitados, no ve razón para revisar las estimaciones del ARI.
Incluso las limitadas estimaciones arrojadas por el PGI sugieren que hay una sustancial cantidad de gas en el esquisto de Polonia. No obstante, no se sabe si la extracción de ese gas será rentable. “Mantengo la esperanza”, asegura Poprawa. “Pero las esperanzas iniciales no eran realistas”.
La carrera por el gas
Aunque las compañías corrieron a atrapar concesiones en Polonia, la actividad en el Reino Unido se ha atenuado. En el año 2011, Cuadrilla Resources fracturó el primer pozo de esquisto del Reino Unido, situado cerca de Blackpool, en el norte de Inglaterra. Pero esto provocó dos pequeños terremotos, lo que llevó al gobierno a establecer una moratoria de un año para poder seguir con la fracturación. Tras la moratoria, las compañías comenzaron lentamente a competir por hacerse con el esquisto de Reino Unido.
Según el informe publicado en 2013 por ARI, el esquisto del Reino Unido contiene 17.600 bcm de gas. De ellos, solo 728 bcm se consideran técnicamente recuperables: si pudiera extraerse de forma rentable, cubriría la demanda de gas del Reino Unido durante aproximadamente una década.
El Servicio Geológico Británico (BGS, por sus siglas en inglés) ha evaluado los recursos de gas de esquisto en las tres mayores formaciones del Reino Unido, construyendo un modelo en 3D del subsuelo mediante el uso de registros de perforaciones y estudios sísmicos, que le han permitido estimar de forma aproximada el volumen de roca de esquisto. Pero el geólogo Ian Andrews, del BGS, insiste en que esta estimación es solo un primer paso, basado en la información sísmica disponible, “que es escasa y bastante pobre”.
A través del estudio de testigos de núcleos rocosos que almacena el gobierno, el BGS pudo también medir algunas de las propiedades del esquisto del Reino Unido, como el contenido total de carbón orgánico (TOC, por sus siglas en inglés). Las formaciones exitosas en Estados Unidos tienen normalmente unos valores de TOC superiores al 2%. Aunque las mediciones del TOC para el Reino Unido son escasas, los datos disponibles sugieren que hay grandes volúmenes de roca por encima del umbral del 2%. Pero los datos carecen de otros parámetros clave, como la porosidad de la roca, que es una más de las incertidumbres de estos pronósticos.
La BGS estimó que tres de las formaciones de esquisto recogidas en su informe contenían hasta entonces unos 39.900 bcm de gas, con un rango incierto que iba desde los 24.700 hasta los 68.400 bcm. Esto es más que la estimación del ARI, pero este estudio solo consideró la roca más prometedora. La BGS no trató de estimar cuánto de ese gas sería técnicamente recuperable. “No creo que aún nadie sepa cuánto podemos sacar del suelo, porque no se ha comprobado mediante perforación”, apunta Andrews.
Aunque los estudios de la BGS trataron las formaciones de esquisto de Estados Unidos como análogas para parámetros cruciales, ambas naciones tienen historias geológicas diferentes. Estados Unidos tiene grandes depósitos de esquisto que no son muy gruesos y que se han arrugado poco con el paso del tiempo. El esquisto de Reino Unido es más complicado, según asegura el geocientífico especializado en petróleo Andrew Aplin, de la Universidad de Durham, Reino Unido. “Ha pasado por más”, creando más pliegues y fallas.
La mayor complejidad podría suponer retos. Uno de los riesgos es que el bombear fluido dentro de la roca puede provocar terremotos si los pozos están cerca de fallas o fracturas naturales. “Es mejor mantenerse alejado de ellos, especialmente si están cerca de zonas muy pobladas” apunta el experto en gas natural Rene Peters, de la Organización Holandesa de la Investigación Científica Aplicada (TNO, por sus siglas en inglés), de La Haya. Pero ha habido relativamente pocos escaneos sísmicos de alta resolución en Europa, asegura, por lo que “no todas estas fracturas se conocen”. Las pequeñas fallas pueden suponer otro reto. Si el fluido del fracking se filtra en una falla, la presión de la roca se reduce y el fracking es menos efectivo. Dados estos obstáculos geológicos y la gran densidad de población del Reino Unido, podría ser difícil encontrar muchos lugares para perforar que sean prometedores y aceptables.
Lejos de la rentabilidad
Se espera que el apetito de gas del Reino Unido aumente de forma acentuada. En noviembre, el gobierno se puso el objetivo de eliminar las centrales de carbón de forma gradual hasta 2025, a no ser que estas tuviesen captura de carbono y sistemas de almacenamiento. El gobierno espera que la energía nuclear, eólica y solar ocupen el lugar dejado por el carbón. Pero el gas natural sería el eje, ya que produce menos dióxido de carbono y menos contaminación en general que el carbón y, además, las infraestructuras existentes pueden utilizarse para producir electricidad a partir del gas. “Solo procederemos cuando estemos seguros de que el cambio al nuevo gas puede hacerse dentro de estos periodos de tiempo”. Amber Rudd, Secretario de Energía del Reino Unido, pronunció un discurso en el que anunciaba el cambio de política. “Actualmente, importamos aproximadamente la mitad del gas que necesitamos, pero para el año 2030 esta cifra podría elevarse hasta el 75%. Este es el motivo por el cual estamos animando a invertir en la exploración de nuestro gas de esquisto, para así poder aportar nuevas fuentes de recursos propias”.
Otros países europeos también cuentan con el gas natural para que les ayude a reducir su consumo de carbón y así cumplir con los compromisos adquiridos bajo el tratado climático de la ONU, firmado en París en diciembre. Pero el gas de esquisto podría no ser la solución. En junio de 2015, en la Conferencia Mundial del Gas de París, los portavoces de la industria se mostraron pesimistas ante la posibilidad de que Europa viviera un boom del fracking como el ocurrido en EEUU. Philippe Charlez, gerente de desarrollo de recursos no convencionales en Total, afirmó que, dados los costes actuales de los pozos de esquisto, “en Europa estamos muy, muy lejos de la rentabilidad”.
Muchos estudios llevados a cabo durante los últimos dos años, incluidos los realizados por la Agencia Internacional de la Energía y los gigantes petroleros BP y ExxonMobil, coinciden en que no parece que Europa vaya a producir mucho gas de esquisto, y que la producción de gas convencional continuará disminuyendo. Y si la importaciones de gas no pueden compensar la diferencia, asegura Stern, “Europa tendrá aún más dificultades a la hora de reducir las emisiones de carbón”.
Los signos más recientes revelados en todo el continente no son favorables para el sector del esquisto. Además de la retirada de Polonia, las grandes compañías petroleras han abandonado sus esfuerzos por la perforación de esquisto en países como Rumanía, Lituania y Dinamarca, a menudo hablando de un rendimiento decepcionante. Varios miembros de la Unión Europea, desde Bulgaria hasta Francia, han impuesto moratorias o prohibiciones al fracking, al igual que han hecho Escocia, Gales e Irlanda del Norte, todos ellos alegando preocupación por el medio ambiente.
En Inglaterra sobreviven algunos de los pocos intentos por producir gas de esquisto que aún quedan en Europa. Muchas compañías han solicitado permiso para perforar, lo que podría finalmente revelar si los depósitos de esquisto del Reino Unido serán un tesoro o un fiasco. Pero los ecologistas han llevado a cabo una dura lucha y los permisos han tardado en concederse.
Cuadrilla solicitó en enero de 2015 aprobación para perforar en los ondulantes campos de Lancashire, pero el consejo del condado rechazó la petición en junio, alegando problemas en el tráfico, y el ruido y el impacto visual que el fracking provocaría. Esa decisión, junto con las numerosas dificultades a las que se enfrenta el fracking en Europa, dejan el futuro del gas natural en este continente en el limbo. Para llegar a descubrir si algún lugar tiene potencial, las compañías tienen que perforar entre 50 y 100 pozos. Pero la oposición popular y los pobres resultados que han obtenido las perforaciones hasta ahora hacen que las compañías no tengan ganas de poner tanto esfuerzo en el fracking en Europa ahora mismo, según afirma Stern. “No se me ocurre ningún país, incluyendo el Reino Unido, en el que esto vaya a suceder pronto”.
Traducción realizada por Marta Ruiz Carlet, miembro de Traductoras/es en Acción, la red de traductoras/es e intérpretes voluntarios/as de Ecologistas en Acción.
Traducción del artículo "Can fracking power Europe?" publicado el 1 de marzo de 2016 en la revista Nature