miércoles, 14 de octubre de 2015

Relacionan el fracking con los partos prematuros


Una nueva investigación sugiere un riesgo mayor de efectos adversos en el embarazo en madres que viven cerca de pozos de fracking.
Las embarazadas que viven cerca de pozos activos de gas natural de la industria del fracking en Pensilvania están bajo un mayor riesgo de parto prematuro y de embarazos de alto riesgo, sugiere la nueva investigación de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins.

Los descubrimientos, publicados online la semana pasada en la revista Epidemiology, echaron luz sobre los posibles efectos secundarios para la salud asociados con la industria del fracking, que ha ido prosperando durante una década desde que se excavaron los primeros pozos. Las autoridades sanitarias están preocupadas por los efectos de este tipo de perforación en la calidad del aire y del agua, así como el estrés de vivir cerca de un pozo, dado que solamente el desarrollo de las obras para el pozo puede requerir 1000 viajes de camiones en carreteras anteriormente tranquilas.

El crecimiento de la industria del fracking está muy por encima de nuestra capacidad de evaluar cuáles son los impactos en el medio ambiente e, igualmente importantes, en la salud pública”, dice el líder del estudio Brian S. Schwartz, doctor en medicina y profesor en el Departamento de Ciencias de la Salud Ambiental de la Escuela Bloomberg. “Más de 8000 pozos de gas no convencional se han perforado sólo en Pensilvania y permitimos que esto pase sin saber prácticamente nada sobre cómo puede afectar a nuestra salud. Nuestra investigación aporta pruebas a los pocos estudios que se han llevado a cabo para mostrar los efectos adversos para la salud asociados con la industria del fracking”.

En 2006 había menos de 100 pozos de gas no convencional en Pensilvania; ahora hay más de 8000.

Para su estudio, Schwartz y sus compañeros analizaron datos del Sistema de Salud Geisinger, que abarca 40 condados en el norte y centro de Pensilvania. Estudiaron los historiales de 9384 madres que dieron a luz a 10 946 bebés entre enero de 2009 y enero de 2013. Compararon los datos con información sobre los pozos perforados para fracking y observaron lo cerca que estaban de las casas de las madres embarazadas, así como la etapa de perforación en la que estaban los pozos, la profundidad con la que se excavaban y cuánto gas se producía en los pozos durante los embarazos. Con esta información, desarrollaron un índice de la actividad de los pozos y de su cercanía a las mujeres.

Los investigadores descubrieron que vivir en el cuartil más activo de la perforación y producción guarda relación con un aumento del 40% en la probabilidad de que la mujer dé a luz antes de 37 semanas de gestación (considerado prematuro) y un aumento del 30% en la posibilidad de que un obstetra considere el embarazo de alto riesgo, una designación que puede incluir factores como hipertensión o aumento de peso excesivo durante el embarazo. Observando todos los embarazos del estudio, el 11% de los bebés fueron prematuros, con la mayoría (79%) nacidos entre las 32 y 36 semanas.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU declaran que las causas de muerte relacionadas con la prematuridad ascienden al 35% de la mortalidad infantil en 2010, más que cualquier otra causa. Nacer prematuramente también es una causa importante de discapacidades neurológicas a largo plazo en niños. Afirman que el nacimiento prematuro le costó al sistema sanitario estadounidense más de 26 000 millones de dólares (casi 23 000 millones de euros) en 2005.

Mientras que el estudio no puede precisar por qué las mujeres embarazadas tienen peores efectos cerca de los pozos más activos, Schwartz defiende que cada paso del proceso de perforado tiene un impacto ambiental. Cuando se crean las plataformas de pozos, se emplea maquinaria diésel para despejar acres (1 acre = 4000 m2) de terreno, transportar equipamiento y perforar los pozos. Para perforar verticalmente miles de pies (1 pie = 30,48 cm) y muchos miles más en horizontal, se requiere maquinaria pesada para romper la pizarra donde se encuentra el gas. La fracturación hidráulica (fracking) implica la inyección de millones de litros de agua mezclados con químicos y arena para fracturar la pizarra. Después los fluidos son bombeados de nuevo a la superficie. El propio gas también libera sustancias contaminantes.

Schwartz también dice que la construcción de un pozo cerca resulta en un aumento del ruido, el tráfico y otros cambios que pueden incrementar los niveles de estrés materno.

Ahora que sabemos que esto está pasando, nos gustaría descubrir por qué”, dice Schwartz. “¿Es la calidad del aire? ¿Es el estrés? Son los dos principales candidatos que estamos considerando en este momento”.

Las compañías energéticas se pasaron a la excavación de pozos de gas natural mediante fracking cuando los precios del gas eran altos y las reservas eran bajas. Mientras que el estado de Nueva York ha prohibido completamente el fracking y hay una moratoria sobre él en Maryland, Pensilvania ha acogido esta industria.

En pleno auge en 2011, Pensilvania excavó 1900 pozos y el gas estaba a 12,11 $ por mil pies cúbicos (aproximadamente 0,37 € por m3). Y, mientras la producción ha bajado por el desplome de los precios –el estado planea menos de 500 nuevos pozos en 2015 con el precio a 3,69 $ por mil pies cúbicos (unos 0,11 € por m3) en julio– Schwartz predice que la economía cambiará de nuevo a favor del fracking.

Sin embargo, Schwartz considera que los legisladores deben comprender que puede haber riesgos reales en su toma de decisiones sobre futuros pozos. Aunque la investigación aún está en su fase inicial, Schwartz afirma que todo lo obtenido hasta ahora debería dar a los legisladores un motivo para preocuparse.
Todos los primeros estudios han mostrado impactos en la salud”, dice. “Los legisladores necesitan tener en cuenta descubrimientos como estos a la hora de pensar cómo permitir que esta industria avance”.

Unconventional Natural Gas Development and Birth Outcomes in Pennsylvania, USA” (desarrollo del gas natutal no convencional y sus efectos en la natalidad en Pensilvania, EEUU) fue escrito por Joan A. Casey, David A. Savitz, Sara G. Rasmussen, Elizabeth L. Ogburn, Jonathan Pollak, Dione G. Mercer y Brian S. Schwartz. El estudio se financió con subvenciones del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental de los Institutos Nacionales de la Salud (ES023675-01, ES071541), el Programa para Académicos en Salud y Sociedad de la Fundación Robert Wood Johnson y el Programa de Prácticas de Investigación y Educación Integral para Graduados de la Fundación Nacional para la Ciencia.







Traducción del artículo "Study: Fracking Industry Wells Associated With Premature Birth" publicado en Bloomber School of Public health el 8 de octubre de 2015