Traducción del artículo "FORMER SHELL OIL PRESIDENT: Everybody Knows Some Fracking Wells Go Bad" publicado por Kevin
Begos, Associated
Press 28 de julio de 2013
El boom de la explotación de las bolsas de gas y petróleo, también conocido como fracking, ha traído consigo empleos, miles de millones en royalties y beneficios económicos, e incluso algunos medioambientales. Sin embargo, algunos expertos consideran que la arrogancia, la falta de transparencia y una mala comunicación por parte de las industrias de perforación han alimentado el enfado colectivo sobre el proceso de fractura hidráulica, o fracking.
El boom de la explotación de las bolsas de gas y petróleo, también conocido como fracking, ha traído consigo empleos, miles de millones en royalties y beneficios económicos, e incluso algunos medioambientales. Sin embargo, algunos expertos consideran que la arrogancia, la falta de transparencia y una mala comunicación por parte de las industrias de perforación han alimentado el enfado colectivo sobre el proceso de fractura hidráulica, o fracking.
“Es
un debate muy importante para la industria. Les he demandado una
mayor transparencia, es la única forma de poder mantener una
conversación sincera con la población”, declara John Hofmeister,
ex-presidente de la empresa Shell Oil y autor del libro, “Why We
Hate Oil Companies”.
Por ejemplo, dice Hofmeister, algunos
directivos de la industria sugieren que el boom del fracking nunca ha
provocado la contaminación del agua. Pero mientras la amplia mayoría
de los pozos no causan problemas, “todo el mundo sabe que algunos
pozos no tienen un buen funcionamiento”, menciona Hofmeister.
Durante los últimos 5 años, los avances en la
tecnología empleada han provocado una oleada de perforaciones en
estados como Pensilvania, Colorado, Arkansas o Dakota del Norte.
Gracias al fracking, se han abierto los depósitos de petróleo de
esquisto que antes estaban inaccesibles. Se trata de unas técnicas
en las que se inyectan a gran profundidad en el subsuelo grandes
cantidades de agua, arena y otros componentes químicos para provocar
una rotura en las rocas.
Uno de los grandes defensores de las
perforaciones de esquisto en Marcelus (Pensilvania), considera que
mientras aquellos que se oponen al fracking han exagerado algunos de
los riesgos que conlleva, la industria tampoco ha sabido manejar
siempre algunos de los asuntos primordiales.
Penn Engelder, geólogo de Penn State, menciona
el famoso caso de la localidad de Dimock (Pensilvania), en el que 18
familias mostraron sus quejas en el año 2009 por la contaminación
de sus suministros de agua con gas metano y compuestos químicos
tóxicos, provocada por las perforaciones cercanas.
Los responsables medioambientales del estado
acordaron, finalmente, sancionar con grandes multas a la empresa
Cabot Oil & Gas Co, situada en Houston, además de prohibir
temporalmente a la empresa realizar perforaciones en un área de 9
millas cuadradas alrededor de la localidad. Cabot pagó las multas,
pero rechazó ser el responsable de la contaminación vertida.
Engelder declaró que algunos de los errores de
la industria no han sido intencionados y están causados por la falta
de experiencia. En Dimock, la tierra posee muchas capas de roca, y el
boom de las perforaciones era tan novedoso, que tanto la industria
como los responsables lucharon para intentar comprender y explicar
los problemas provocados por los pozos de agua, según Engelder.
George Stark, portavoz de Cabot, declaró que,
en retrospectiva, la empresa se ha dado cuenta de que el área
geológica que rodea Dimock es “altamente inusual”, y que la
realización de pruebas de metano antes de la perforación habría
ayudado a determinar qué pozos poseían contaminación natural por
metano.
Según Stark, en 2010 Cabot comenzó a celebrar
picnics en verano en la zona de Dimock para responder a las preguntas
de la industria acerca de las perforaciones y la geología local. Más
de 8000 personas asistieron al acto celebrado a mediados de julio,
unas 2000 personas más que el primer año, declara el portavoz de
Cabot.
Mientras todavía existen muchos asuntos
importantes en juego, declara Engelder, los expertos empiezan a
considerar que las técnicas de construcción de pozos utilizadas en
los primeros años del boom de las explotaciones en Pensilvania “eran
inadecuados para la tarea” de proteger el agua subterránea de la
zona. La legislación para los trabajos en los pozos de cemento
fueron posteriormente reforzada de forma considerable, pero en aquel
momento, el enfado y la publicidad negativa ya habían comenzado y el
daño ya estaba hecho.
Engelder y Hofmeister declaran que el boom de
las perforaciones ha traído numerosos beneficios. Muchas comunidades
no han tenido grandes problemas y agradecen los empleos y royalties
derivados que pueden llegar a los cientos, miles o miles de millones
de dólares para un único propietario de un terreno explotado.
Pero Engelder declara que la industria no sólo
puede centrarse en lo positivo. “Nunca habrá ninguna industria
gasística en Pensilvania que no constituya un riesgo, lo mismo que
nunca se está libre de riesgos al conducir un coche”, ha dicho.
Engelder cree que la industria debería
trabajar de forma más cercana con sus detractores y proporcionar
explicaciones detalladas sobre la geología del lugar, los riesgos y
los beneficios de las perforaciones. “Haría cualquier cosa que
fuera necesaria para intentarlo y comprometer a estas personas
durante un periodo de tiempo”, declara.
Pero algunas de las personas más críticas son
escépticas. “No se pueden cambiar las manchas en la piel del
leopardo”, declara Jim Switzer, un vecino de Dimock, que denuncia
que las perforaciones han arruinado su agua. “Gastarían miles de
millones de dólares en decir que no eran responsables de algo, antes
de gastar unos cuantos millones en cuidar de aquellas personas a las
que fastidiaron”.
Otra persona crítica con las perforaciones y
que combatió durante 10 años contra la empresa Encana Oil &
Gas (Colorado) sobre los trabajos en sus propiedades, dijo que no
solo le molestaba el ruido y la contaminación, sino también la
actitud de la industria.
“Esa
gente se mudó a nuestro valle como un ejército conquistador”,
declara Thomas Thompson, quién se quejó de que los pesados equipos
que acompañaban las perforaciones en Rifle, Colorado, provocaron
innumerables tormentas de polvo que les provocaron problemas de salud
a él y a su mujer.
Thompson añade que él no se opone a que se
desarrollen los recursos de gas natural en EE UU, pero que debe
hacerse de forma responsable. Tras años de preguntas a las agencias
gubernamentales y a la industria para que se hagan cargo de esos
problemas, Thompson y su mujer se trasladaron a Texas y emprendieron
una demanda por sus peticiones.
La compañía dice que a los Thompson
básicamente “no les gustaba tener actividades de explotación de
gas y petróleo en su propiedad”.
“Somos
conscientes de que este es el caso en muchas ocasiones, especialmente
si un individuo no tiene derechos minerales y no recibe beneficios
económicos derivados de nuestra presencia y actividad”, declara
Doug Hock por email, portavoz de Encana. “Por lo general somos
capaces de alcanzar cierto tipo de acuerdos, pero en otros casos,
como este, no es posible”.
A pesar del enfado de algunos críticos,
Hofmeister considera que muchas personas en la industria permanecen
“casi impasibles” ante la oposición. “Este es un mundo
grande”, declara Hofmeister, “La industria avanzará hacia lo que
tenga más posibilidades de éxito”.