viernes, 29 de septiembre de 2017

¿Puede Trump lograr sus objetivos energéticos?

A U.S. 100 dollar banknote and Russian 10 roubles coins are seen in this picture illustration taken in St. Petersburg, October 22, 2014. Russian stocks fell on Wednesday and the rouble resumed its decline, a day after Russia and Ukraine failed to finalize a deal on gas supplies, and ahead of a sovereign rating review by Standard and Poor's on Friday. Russian indexes had opened higher, reflecting reviving global risk appetite after Wall Street saw its largest one-day gain of the year on Tuesday. But the gainUna energía dominante de los EE. UU. y el anhelo de la UE por una unión energética pueden encontrarse en el camino, pero se necesitará menos ideología y más pragmatismo.
El presidente Donald Trump anunció la estrategia energética para EE. UU el pasado 30 de junio, donde rompía con el mensaje de previas administraciones de «dependencia energética» con un nuevo mensaje de «dominación de la energía».  Entre los objetivos del programa de Trump parece existir un intento de desregular los mercados energéticos en la medida de lo posible para liberar recursos para el consumo doméstico y las exportaciones a gran escala.  Si bien, la política de Trump sobre la energía puede no diferir mucho de la del presidente Obama, su mensaje es una clara celebración a la producción de gas natural y petróleo provocado por el auge del esquisto.

Europa, sin embargo, aún lidia con problemas de apoyo fundamental.  La posición actual del ruso Gazprom como el principal proveedor de gas natural a parte de Europa ha suscitado una considerable preocupación entre los responsables políticos de la UE. La diversificación en el suministro de gas natural ha sido uno de los objetivos de la política energética de la UE, aunque es discutible si esto implica cambiar un suministrador dominante por otro.

Dado que los objetivos de Washington y Bruselas podrían proporcionar beneficios mutuos, vale la pena examinar cómo una «energía dominante» de la política estadounidense podría encajar en el deseo europeo de una diversificación del suministro del gas natural.

La liberalización del mercado de gas natural de la UE y la diversificación de la oferta: Una verdad incómoda.

Inspirado en la experiencia de los Estados Unidos de gas natural la desregulación en los años ochenta, los países europeos se han comenzado a liberalizar los mercados de energía regulada en el decenio de 1990. Para Europa, la explicación era que las compañías están mejor equipados para tomar decisiones de inversión, facilitar la elección del consumidor, y entregar productos y servicios a precios competitivos. El precio debe ser el principal impulsor de las decisiones de inversión.

Durante la última década, Europa ha sufrido un par de grandes perturbaciones en el suministro de gas tras controversias comerciales entre empresas rusas y ucranianas. Mientras Rusia fue, y es, el proveedor de menor costo de gas a Europa, las interrupciones han revitalizado las preocupaciones sobre la dependencia del gas natural de Rusia, en particular en los países de Europa Central y Oriental (que acaba de incorporarse a la UE). También levantó las alarmas en Washington, donde las preocupaciones sobre la dependencia europea del gas natural Soviético se remontan a principios de los ochenta, momento en el que estas fueron ampliamente ignoradas.

La estrategia de Europa para hacer frente a los riesgos de suministro de gas se basa en varios pilares clave, como la integración de los mercados, el fortalecimiento del marco legislativo y reglamentario, y el apoyo al funcionamiento de los mercados y la diversificación de la oferta. A pesar de que continúa siendo un trabajo en progreso, esta estrategia claramente ha proporcionado importantes beneficios a Europa. Para una mejor interconexión de los mercados nacionales, en los que se facilite el libre flujo de gas a través de las fronteras, la inversión en infraestructuras adicionales para crear el acceso a varias fuentes de suministro, simplificación de regímenes regulatorios nacionales y la creación y fortalecimiento de una autoridad reguladora europea. Europa se ha convertido en un mercado resistente y en gran parte líquido de gas.  Con más de cuatrocientos millones de consumidores, es un mercado que atrae a empresas competitivas, y aquellos que no respetan las normas terminan en los tribunales, como el ruso Gazprom ha comprobado en múltiples ocasiones.

Sin embargo, no todo funciona como se preveía. Uno de los pilares fundamentales antes mencionados, que Europa se convertiría en una especie de parque infantil, donde docenas de proveedores tendrían que competir por los clientes, similar al de los Estados Unidos, no se ha materializado. En lugar de ello, la demanda de gas de la UE continúa atendida por suministradores internos y complementado por un par de grandes proveedores externos, como el ruso Gazprom, el argelino Sonatrach y el noruego Statoil. Esta expectativa nunca fue realista, dada la estructura del mercado liberalizado. El precio dicta los suministradores favoritos, y los proveedores más competitivos, que ocupan un lugar destacado. Con la disminución de la producción interna, especialmente tras la decisión neerlandesa de disminuir su producción tras una serie de terremotos y la oposición pública, con probabilidad, esta tendencia se verá reforzada en los próximos años.

Estas tendencias han puesto a algunos políticos europeos en una posición incómoda, dadas las incursiones rusas en Ucrania y otras actividades externas en los últimos tres años. Sin embargo, a pesar de la creciente brecha entre la UE y Rusia en el plano político, y con independencia del número de memorandos e investigaciones que demanden la diversificación de suministradores, el flujo real de gas natural no cambiará. Todos los escenarios realistas sobre el futuro del suministro de la UE incluyen volúmenes importantes de gas ruso. A pesar de las preocupaciones en materia de seguridad, el precio ruso es demasiado competitivo como para no considerarlo en un futuro y un reparto substancial de la demanda continúa ligado a contratos a largo plazo.

El gas natural de los EE. UU se globaliza

Entonces, ¿cuáles son las implicaciones de estas realidades en los objetivos energéticos de la administración de Trump, específicamente el objetivo de exportar más suministro de EE. UU a los mercados exteriores. En primer lugar, conviene recordar que no siempre fue bien promocionado, pero el sector de gas natural de EE. UU floreció bajo la presidencia de Obama.  La producción nacional se disparó, el departamento de energía aprobó dos docenas de licencias de exportación GNL, los procesos de aprobación se simplificaron, y la gran mayoría de las propuestas de transmisión de los proyectos de gasoducto se aprobaron y construyeron. En 2016, por primera vez en décadas, el gas natural fue exportado en forma de GNL de nuevo. Al mismo tiempo, el envío de gas por gasoductos a México aumentó vertiginosamente. En los próximos años, el mercado espera varios proyectos de exportación, lo que convertirá a EE. UU en uno de los participantes a nivel mundial de GNL. Aunque la administración actual podría intentar ponerse el mérito por estas adiciones, la realidad es que no tenían ninguna influencia sobre ellos. Pero hay cuestiones que van mucho más allá de que administración se queda con el mérito por el auge en la producción de gas natural.  Durante los primeros dieciocho meses de Sabine Pass, el primer proyecto de GNL para transportar gas desde la parte inferior de los cuarenta y ocho estados, han demostrado que los cargamentos procedentes de los EE. UU pueden llegar a cualquier lugar del mundo donde se pague el precio justo. En la actualidad, dado el actual entorno de precios, hay algunas dudas sobre la competitividad del GNL de los EE. UU en los mercados exteriores.

No está tan claro cómo el triunfo de la administración política de Trump sobre la dominación energética podría cambiar este panorama, pero merece la pena examinar las herramientas potencialmente a su disposición para apoyar a la industria del gas en el mercado interno.  Desde que Trump asumiera el cargo, la Agencia de Protección Medioambiental se ha concentrado en las normas que, en virtud de la administración anterior, se diseñaron para reducir las emisiones de metano procedentes de la producción de petróleo y gas, aunque no está claro que estas regulaciones hayan tenido un impacto negativo sobre el resultado. De hecho, este tipo de desregulación puede ser contraproducente si futuros presidentes cambian de manera brusca el enfoque de Trump en cuanto a la energía y el medio ambiente y tratan de reparar y compensar las medidas adoptadas bajo su administración, y proponen medidas aún más exigentes y ambiciosas.

La administración ha manifestado, también, su intención de apoyar la construcción de infraestructuras de gas natural en EE. UU como medio de aumentar la competitividad del combustible. Sin embargo, es importante señalar que, excepto un par de proyectos de infraestructuras de alto perfil, la mayoría de los gasoductos en este país, de manera histórica, tienden a ser autorizados ( y luego construidos, con la esperanza de que la economía se mantenga en alza). En otras palabras, queda por ver si queda margen de mejora, especialmente si el principal obstáculo para nuevas inversiones es no permitir emisiones, en lugar de la opinión del mercado y el acceso al capital.

Por último, es importante considerar que el movimiento de la administración de Trump para conseguir reestructurar la EPA o eliminar el Plan de energía limpia es su manera de enfocar el auge por el crecimiento de la demanda de gas en el sector energético en los próximos años. La administración prefiere comprar la maltrecha industria del carbón, y prometer a sus componentes algo que las fuerzas del mercado probablemente evitarán que ocurra.

Hay medidas que podrían tomarse para fomentar las ventas de gas natural de Estados Unidos en el extranjero, y concretamente en Europa. En primer lugar, la administración podría resultar un fuerte apoyo para el comercio mundial, y asegurarse de que los compradores de todo el mundo se sienten cómodos firmando contratos a corto y largo plazo con empresas estadounidenses. Retirarse de los acuerdos de comercio envía la señal exactamente opuesta a los compradores, y por lo tanto no apoyan a la empresa americana. En segundo lugar, la administración puede apoyar el proyecto de integración del mercado europeo si fuera necesario. Los mejores compradores europeos están posicionados para aprovechar el gas natural de los EE. UU, las mejores compañías estadounidenses pueden competir. Las empresas de gas de EE. UU pueden incluso encontrar clientes dispuestos a pagar una prima por el gas natural a los Estados Unidos, pero esto no será lo habitual. Esto, a su vez, será un excelente incentivo para la industria del gas para evaluar dónde en la cadena de suministro de GNL puede reducir costes y donde puede competir mejor con los proveedores de la región. En tercer lugar, la administración Trump puede recordar a los gobiernos de ciudades como Sofía, Budapest y Varsovia su responsabilidad de desarrollar sus mercados y abrirlos para los negocios. Sin un compromiso local, el crecimiento de la demanda, suficiente demanda y competencia, la diversidad en el suministro no se materializará.

En resumen, hay margen para una energía dominante por parte de los EE. UU y el anhelo por parte de la UE de que una unión energética se encuentren la una a la otra. Pero se necesitará menos ideología y más pragmatismo.

Traducción del artículo "Can Trump Achieve His Energy Goals?", publicado en The National Interest el 23 de septiembre de 2017. Traducción realizada por Cristina Sevilla, miembro de Traductoras en Acción, la red de traductoras/es e intérpretes voluntarios/as de Ecologistas en Acción