miércoles, 18 de febrero de 2015

La lucha contra el Fracking en el Sáhara argelino


Desde que empezó el año en curso, concretamente desde el 31 de diciembre, se vienen desarrollando movilizaciones de todo tipo contra el “Gaz de schiste” que es el nombre con el que popularmente se refieren al Fracking en Argelia. Esta crónica, escrita para Ecologistas en Acción por un observador desde el terreno, relata los acontecimientos que allí tienen lugar.

Las movilizaciones comenzaron en la ciudad de In-Salah, que significa “fuente de bondad”, un antiguo oasis convertido en ciudad por mor del desarrollo que los hidrocarburos han llevado al desierto argelino. Las gentes del lugar valoran su agua de una forma diferente, como elemento básico para la vida y como parte de su cultura, de su forma de vida.

El desierto del Sáhara es la mayor reserva mundial de agua subterránea del mundo. Quizás esa sea una de las razones que llevan a pensar a las grandes empresas energéticas que, técnicamente, una actuación que consume grandes cantidades de agua como el Fracking es posible. El problema es que no se trata de un agua cualquiera. Hay mucha, es cierto, pero es agua fósil, es decir no se renueva y está allí desde hace millones de años. Por lo tanto, si se ensucia o se envenena, es para siempre. Las generaciones futuras no podrán volver a utilizar (beber) el agua que bebieron sus antepasados, nunca más.


Donde las grandes empresas ven un gran negocio, las gentes del lugar ven invasión y desastre. Solo eso, pues el negocio de los hidrocarburos en el Sáhara es algo ajeno a las poblaciones autóctonas. Grandes empresas instalan sus “bases de vida”, auténticas ciudades de miles de personas (en su gran mayoría extranjeros) donde se puede encontrar de todo. A varios kilómetros se encuentran las poblaciones donde los habitantes del país recogen las migajas de la riqueza.

Así las cosas, las movilizaciones de In-Salah han sido multitudinarias y continuas: concentraciones, cortes de carreteras, huelgas de hambre, etc. Al principio el Gobierno las ignoró, como suele hacer hasta que no tiene más remedio. Con el tiempo, las movilizaciones se contagiaron a otras ciudades. Ha habido manifestaciones de apoyo en otras muchas ciudades del Sáhara, todas ellas petroleras y/o gaseras. Destaca la de Timimoun y las de las capitales de provincia: Tamanrasset (donde pertenece In-Salah), Adrar, Illizi y Ouargla (capital de la provincia donde se concentra el mayor centro petrolero y de gas: Hassi Messaoud). Esta última solo está a unos 700-800 km. de Argel, muy poco en un país del tamaño de cuatro españas. Es importante señalar que, por el momento, las movilizaciones son masivas, de miles de personas de todo el espectro social e ideológico. El peligro de instrumentalización, sobre todo por parte del integrismo religioso, siempre está presente en Argelia, aunque en este tema, hasta ahora, no se está dejando notar.








En Argel se convocó una manifestación de apoyo el sábado 24 de enero: según iban llegando los manifestantes se los llevaban en los furgones de la policía. Directamente. Por Facebook, los manifestantes enviaban mensajes del tipo: “No al gas de esquisto desde dentro del furgón”. La convocó “Barakat” (=basta), uno de los pocos grupos de oposición argelinos (sino el único) que se niega a dejarse instrumentalizar por los dos grandes poderes del país: el entorno militar conocido popularmente como “la mafia” – que controla el poder político y el económico – y el integrismo religioso – que controla la vida cotidiana de las personas, la cultura y la educación.

Durante más de un mes, solo algunos partidos políticos minoritarios han apoyado las movilizaciones, aunque les ha costado mucho reaccionar, pero solo de palabra. Ni siquiera sus militantes habían acudido a las movilizaciones. De repente, el 3 de febrero la oposición, agrupada en torno a las siglas CNLTD (Coordination nationale pour les libertés et la transition démocratique) ha convocado manifestaciones contra el fracking en las 48 wilayas del país para el próximo día 24 de febrero. Una convocatoria más política que reivindicativa. Los grupos antifracking en Argelia necesitan ayuda, pero difícilmente aceptarían ayuda de un país occidental, aunque proviniese de “los antisistema”. Están solos, pero no dejan de luchar, e incluso pueden ganar.

Maquilón