lunes, 29 de septiembre de 2014

La industria de los combustibles fósiles es el mayor peligro financiero de este ciclo


La inversión acumulada en la exploración y la producción energética en los últimos seis años ha sido 5.4 billones de dólares pero el retorno ha sido escaso. El epicentro de la conducta irracional en los mercados globales se ha desplazado al conjunto de combustibles fósiles formado por petróleo, gas y carbón. Ahí es donde los inversores han estado despilfarrando el dinero.


Es probable que se queden con unos cuantos proyectos sin valor mientras que las tecnologías renovables arrasan de forma desapercibida, y el eje Washington-Pekín apoya un plan más respetuoso con el medio ambiente.

Según datos del Bank of America, la inversión en petróleo y gas en Estados Unidos se ha disparado hasta 200 mil millones de dólares al año y ha alcanzado el 20 % del total de la inversión fija privada en Estados Unidos, es decir, el mismo porcentaje que la construcción de vivienda, algo que nunca antes había ocurrido en la historia de Estados Unidos, ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial cuando la producción de petróleo era un imperativo estratégico.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) afirma que la inversión global en el suministro de combustibles fósiles se ha duplicado en términos reales hasta alcanzar los 900 mil millones de dólares de 2000 a 2008 conforme se aceleró la expansión. Desde entonces se ha estabilizado en una cifra muy alta, cercana a los 950 mil millones de dólares el año pasado.

La continua apuesta por la exploración y la producción energética en los últimos seis años ha costado 5.4 billones de dólares, aunque se ha conseguido poco. La producción de las plataformas convencionales alcanzó su máximo en 2005. No ha habido ni un solo proyecto de envergadura en casi tres años que se haya puesto en marcha con un precio de costo por debajo de 80 dólares el barril.


«Lo sorprendente es que los costes en la industria petrolera se han triplicado desde el año 2000 pero la producción tan solo ha aumentado un 14 %», afirma Mark Lewis, de la empresa Kepler Cheuvreux. Hasta ahora se ha ocultado el daño puesto que las grandes empresas petroleras utilizan sus baratas reservas heredadas.
«Se están viendo obligados a buscar petróleo en las plataformas situadas en aguas profundas en África y Brasil, o en el Ártico, donde es mucho más difícil. El coste marginal para muchas zonas ricas en esquisto es ahora de entre 85 a 90 dólares el barril».


Un informe elaborado por el grupo de expertos Carbon Tracker afirma que las empresas van a dedicar 1.1 billones de dólares en la próxima década a proyectos que requieren un precio de costo por encima de los 95 dólares. Las arenas bituminosas canadienses suelen tener un precio de costo de entre 80-100 dólares. Algunos de los proyectos del Ártico y de aguas profundas necesitan 120 dólares. Otros necesitan 150 dólares. Petrobras, Statoil, Total, BP, BG, Exxon, Shell, Chevron y Repsol se están jugando en conjunto 340 mil millones de dólares en estas zonas hostiles.
Martijn Rats, de la empresa Morgan Stanley, afirma que los mayores grupos petroleros de Europa (BP, Shell, Total, Statoil y Eni) se gastaron 161 mil millones de dólares en operaciones y dividendos el año pasado, pero generaron 121 mil millones de dólares en flujo de caja. Se enfrentan a un déficit de 40 mil millones de dólares a pesar de que los precios del barril de Brent se mantenían cercanos a los 100 dólares, debido a los altercados en Libia, Irak y algunas partes de África. «La explotación del petróleo es tan costosa que muchos proyectos no tienen sentido», afirmó. 
 
Por supuesto, hay otros candidatos para la burbuja del actual ciclo económico, que se encuentra ahora en su vigesimosegundo cuarto y se enfrenta al viento en contra del ajuste monetario en Estados Unidos. La expansión de la vivienda en China recuerda a la explosión de la burbuja en Tokio en 1989, y abarca hasta cuatro veces más que las hipotecas subprime de Estados Unidos en 2006, basado en la relación precio / ingresos.
La moda de los bonos soberanos para las residencias de verano de lujo (como Club Med) que se extendió en 2007 surge a pesar del aumento del coeficiente de deuda, que ha empeorado debido a la incipiente deflación. Esta apuesta se basa solamente en la suposición de que Alemania dejará al Banco Central Europeo imprimir dinero sin control, un cálculo político que roza la ilusión. 
 
Sin embargo, la verdadera escala de «activos obsoletos» y potenciales pérdidas en la industria de los combustibles fósiles genera escepticismo. La empresa IHS Global Insight afirmó que el rendimiento medio de la exploración de petróleo y gas en Norteamérica ha caído hasta un 8.6 % , más bajo que en 2001 cuando el petróleo se vendía a 27 dólares el barril. ¿Qué ocurriría si el petróleo vuelve a caer a los 80 dólares el barril mientras que Libia cierra por fuerza mayor sus centros petrolíferos e Irán vuelve a subirse al carro de la economía mundial? 
 
Una gran parte de la inversión estadounidense se destina a empresas de gas esquisto que se encuentran o bien devaluadas o bien cubriendo gastos, víctimas de su propio éxito al crear un exceso de suministro. Un director ejecutivo anunció de forma mordaz en la conferencia global sobre el esquisto organizada por la empresa TPH que la única vez que su empresa de esquisto tuvo un flujo de caja por debajo de cero fue el día que la vendió a un extranjero ingenuo.




El Instituto de Estudios Energéticos de Oxford afirma que la plataforma de gas seco Eagle Ford, la formación Marcellus WC T2 y los Condados «C», Powder River y Cotton Valley, entre otros, están perdiendo dinero con el actual precio al contado en Henry Hub de 4.50 dólares. «La benevolencia de los mercados de capital estadounidenses no puede ser eterna», indicó. 
 
Esto no quiere decir que el esquisto haya sido un error. Los más optimistas aún esperan que alcance un «punto de inflexión positivo» en unos cinco años, lo que constituiría un modelo normal en una industria emergente. Algunas empresas perforadoras se han cambiado a proyectos petrolíferos más estrictos que son mucho más rentables puesto que el crudo está estrechamente ligado a los precios globales. Sin embargo, ya se ha recogido la fruta madura y los costes están aumentando. En la formación Three Forks McKenzie de Montana el precio de equilibrio es de 91 dólares.

Y tampoco quiere decir que Estados Unidos haya cometido un error. El esquisto ha sido un disparo con puntería que ha ayudado a la economía estadounidense a «huir a gran velocidad» de la Gran Depresión, a diferencia de Europa, que volvió a recaer en la recesión. 
 
Ha reducido el déficit en cuenta corriente de Estados Unidos, que ahora supone solo el 2 % del PIB. El abaratamiento de los precios del gas (un tercio de su precio en la UE y una cuarta parte del precio en Asia) ha supuesto que la industria estadounidense resurja de sus cenizas, y quizá dure lo suficiente para que el país se mantenga durante otras dos décadas en supremacía energética. Pero hacer negocio del esquisto es otra cuestión. 
 
Incluso si las empresas de combustibles fósiles salen de la próxima recesión global más o menos ilesas, se encuentran en la insostenible situación de registrar grandes activos que no se podrán quemar sin incumplir algunos acuerdos globales sobre cambio climático.
La AIE afirma que dos tercios de sus reservas serán ficticias si se produce un acuerdo vinculante que limite los niveles de CO2 a 450 partículas por millón (ppm), el máximo necesario para evitar que la temperatura del planeta aumente más de dos grados centígrados sobre los niveles pre-industriales. Ya superó el umbral de las 400 ppm esta primavera, lo que supuso el nivel más alto en más de 800 000 años.

«Bajo un acuerdo climático global coherente con un mundo de dos grados centígrados, consideramos que la industria de los combustibles fósiles perdería 28 billones de dólares de ingresos brutos en las dos próximas décadas, si se compara con el negocio en una situación normal», explicó Lewis. Tan solo la industria petrolífera se enfrentaría a unos activos en desuso por valor de 19 billones de dólares, concentrados en plataformas en aguas profundas, arenas bituminosas y esquisto.

Con sus acciones, las empresas petrolíferas están desestimando de forma implícita las solemnes promesas climáticas de los líderes mundiales, al considerarlas una pose, aunque los accionistas comienzan a preguntar por qué la dirección dedica tanto dinero a proyectos con tal riesgo político. Esta indiferencia está tentando a la suerte. El nuevo Plan de Acción Climática del presidente Barack Obama pretende reducir para el año 2030 las emisiones en Estados Unidos, situándolas en un 30 % menos que los niveles de 2005. Su Ley de Aire Limpio (Clean Air Act) es un claro ataque a las plantas energéticas que emplean carbón, «un sabotaje industrial mediante medios reguladores», según las palabras de la industria.
También China está intentando romper con el carbón tras varias protestas contra la niebla tóxica que tuvieron lugar en varias ciudades de la costa este. Este año se cerrarán las plantas que emplean carbón en Pekín y existe una prohibición sobre las nuevas plantas de carbón en regiones clave. 
 
El Plan de Cinco Años del Partido Comunista pretende limitar la demanda a 3.9 mil millones de toneladas al año hasta 2015. Puesto que el país consume la mitad del suministro mundial de carbón, esto deja a la industria del carbón en Australia en la estacada, la primera fuente de activos bloqueada por un repentino cambio de política. Se vislumbra un aumento en la demanda de carbón. 
 
En cualquier caso, los sorprendentes avances en energía solar (y pronto también en almacenamiento en baterías) amenazan con debilitar a la industria petrolera a gran velocidad, quizá en una carrera con la energía nuclear barata de una futura generación de reactores de sales fundidas. El Laboratorio Nacional de Energía Renovable de Estados Unidos ya ha almacenado un 31.1 % de la energía solar en un chip solar, pero se siguen batiendo récords. 
 
La empresa Brokers Sanford Bernstein considera que estamos entrando en una era de «deflación energética global» en la que los avances en la tecnología solar deben afectar inexorablemente a la viabilidad del nexo de combustibles fósiles, puesto que tan solo va en una dirección. La perforación en el mar a gran profundidad ya no tendrá sentido. Ya podemos dejar al Ártico en paz. 
 
Una vez que se alcance el punto de cruce (y la energía fotovoltaica ya compite con el petróleo, el combustible diésel y el gas natural licuado en gran parte de Asia sin subvenciones) es muy probable que se convierta en una estampida. Considero que el panorama energético mundial tendrá un aspecto radicalmente diferente a comienzos de la década de 2020.

Lewis, de la empresa Cheuvreux, compara las grandes empresas petroleras con las empresas de servicios públicos europeas, a las que la irrupción de la energía solar y eólica pilló desprevenida hace 10 años, se cuestionó su supervivencia y el precio de sus acciones se recortó en dos tercios desde 2008. «Las empresas de servicios públicos nos dijeron que las energías renovables no afectarían a sus modelos de negocio, y ahora se enfrentan a una crisis existencial», afirmó. 
 
Lord Browne, de BP, tuvo que enfrentarse a algunas burlas cuando comenzó a apoyar la energía solar y renombró su empresa Beyond Petroleum («Más allá del petróleo») en 2000. Sus sucesores rechazaron su idea y volvieron a sus fundamentos conocidos actualmente. Podría haber tenido su dulce momento de justificación. 

Traducción del artículo "Fossil industry is the subprime danger of this cycle" publicado el 9 de julio de 2014 en The Telegraph, por Cristina López, miembro de Traductoras/es en Acción, la red de Traductoras/es e intérpretes voluntarios/as de Ecologistas en Acción.