viernes, 11 de julio de 2014

Gas de esquisto: la falsa prohibición alemana

El pasado 4 de julio, dos ministros del gobierno alemán anunciaron su proyecto de ley sobre el tema del gas de esquisto y del fracking, la fracturación de la roca necesaria para extraerlo. Se vendió como una prohibición de la explotación de los gases de esquisto. Pero dista mucho de ser tan obvio.

El concepto de “fracking” provoca una gran preocupación en buena parte de la población, al igual que en el seno de nuestro partido”, escriben el ministro de economía, Sigmar Gabriel, y su colega de Medio Ambiente, Barbara Hendricks, ambos socialdemócratas, en una carta dirigida a los diputados de su partido. “Aún no podemos calcular las consecuencias de la explotación de gases de esquisto y de hulla”, puntualizan. A priori, el mensaje es claro: quieren prohibir la explotación del gas de esquisto y de carbón en Alemania.


Perforaciones experimentales

Pero los problemas se esconden en los detalles. En efecto, el documento habla de prohibir la explotación de los gases que se hallen “por encima de los 3.000 metros de profundidad”. ¿Por qué esa cifra? « No se sabe de dónde sale esa cifra. No está justificada técnicamente. Es totalmente arbitraria », responde Andy Gheorghiu, de la coordinadora de iniciativas ciudadanas alemanas contra el fracking, Korbacher Resolution. “Creemos que es fruto de un trabajo de grupos de presión industriales.” Por otra parte, el proyecto ministerial contempla reconsiderar la prohibición en 2021, a la vista de cómo evolucionen las tecnologías y el conocimiento sobre el fracking. “La fecha de 2021 sugiere que la idea es dar tiempo a las industrias para presentar una técnica de fracking “verde”, sin productos químicos”, teme Andy Gheorghiu. El texto prevé además la autorización de perforaciones experimentales.

Peor aún, los dos ministros excluyen de la prohibición al “tight gas”, gases contenidos, al igual que el gas de esquisto, en arenas compactas. “Las operaciones de fracking para explotar el “tight gas” están permitidas”, dice el proyecto, incluso se habla de “fracking convencional.” “El documento intenta crear un concepto de fracking convencional para que no afecte a la explotación del tight gas”, interpreta el activista alemán. “Pero el tight gas están clasificados como gases no-convencionales por la Agencia Federal Alemana de Geología [1], e incluso por Exxon [2].” Los ministros alemanes explican que el tight gas se explotan en Alemania desde los años sesenta sin que se hayan detectado riesgos para la salud o para el agua potable. ¿De veras?


Falta de datos

Al respecto, los activistas anti-fracking alemanes se remiten a un estudio de la Agencia Federal del Medio Ambiente de 2012. En él se indicaba que, a falta de datos disponibles, los autores sólo habían podido analizar una cuarta parte de las 300 operaciones de fracking realizadas en Alemania desde 1983 [3]. Los autores subrayaban también que carecían de gran cantidad de información sobre los fluidos utilizados en las operaciones de fracturación analizadas y que, por tanto, les resultaba imposible pronunciarse sobre su toxicología y sus efectos a largo plazo sobre el medio ambiente.

Andy Gheorghiu observa, sin embargo, un aspecto positivo en este proyecto: la prohibición total del fracking en las zonas de protección del agua potable se amplía a toda una serie de zonas naturales protegidas. En cualquier caso, este proyecto de ley sólo compromete por ahora a los dos ministros, del partido socialdemócrata (SPD), que lo han redactado. Ahora bien, el actual gobierno alemán asocia al SPD con el partido conservador de Angela Merkel (CDU). “La CDU todavía no se ha pronunciado sobre este proyecto”, subraya Andy Gheorghiu. Por tanto, no hay razón alguna para que las decenas de agrupaciones ciudadanas de la otra orilla del Rin comprometidas contra los gases de esquisto y la fracturación hidráulica bajen la guardia.


Notas
[1] Ver aquí.
[2] Ver aquí. Total también sitúa a los tight gas, junto a los gases de esquisto y de carbón, entre los gases no-convencionales.
[3] Ver aquí, p 29.



publicado por Rachel Knaebel - 9 de julio de 2014 en Bastamag