ProPublica
hace un estudio de algunas investigaciones recientes sobre las
posibles implicaciones sanitarias de la fracturación hidráulica.
Desde
hace años, los ecologistas y la industria de la prospección de gas
han tenido una batalla campal sobre las posibles implicaciones
sanitarias de la fracturación hidráulica. Pero en gran medida, el
debate, al igual que los pleitos emergentes y las diferentes
regulaciones propuestas en numerosos países, se ha ralentizado por
una falta de datos científicos. En 2011, cuando ProPublica informópor primera vez sobre los diferentes problemas sanitarios que afectan
a la gente que vive cerca de las operaciones de prospección de gas,
solo se habían publicado un puñado de estudios sanitarios. Tres
años más tarde, la ciencia está lejos de llegar a un acuerdo, pero
existe un creciente conjunto de investigaciones que deben tenerse en
consideración.
A
continuación, ProPublica ofrece una visión general de parte de ese
trabajo. Los estudios incluidos no son en absoluto una revisión
completa de la bibliografía científica. Existen otros que describen
los productos químicos en los fluidos del fracking, emisiones a la
atmósfera y la descarga de residuos. Algunos presentan resultados de
estudios a escala comunitaria.
Además,
todavía tiene que emprenderse un estudio sistemático a largo plazo
de los efectos adversos de la prospección de gas en comunidades. Los
investigadores han señalado la escasez de fondos disponibles para
estudios a gran escala como un gran obstáculo para abordar este
asunto.
Un
análisis de estudios relacionados con la salud publicado el mespasado en Environmental Science & Technology concluía que la
bibliografía científica actual presenta “tanto importantes
preocupaciones como grandes incertidumbres que deben abordarse”.
Para
algunos, esperar a más estudios para clarificar esas incertidumbres
antes de adoptar salvaguardias más serias es erróneo y peligroso.
Como resultado, varios investigadores y activistas locales han estado
presionando para que haya una vigilancia más activa inmediatamente.
La
industria, en su mayor parte, ha considerado que los estudios
efectuados hasta la fecha (unos cuantos de ellos aseguran haber
encontrado mayores tasas de enfermedad entre los vecinos cercanos a
pozos de perforación) son mayormente anecdóticos y menos que
convincentes.
“El
sector de la salud pública ha estado ausente de este debate”,
explicaba Nadia Steinzor, investigadora en el “Proyecto sobre la
responsabilidad en el Petróleo y el Gas” de la ONG medioambiental
Earthworks.
Los
departamentos de Sanidad solo han empezado a involucrarse en estados
como Nueva York y Maryland, donde los reguladores respondieron a la
insistencia general sobre los análisis de la salud pública y el
medio ambiente antes de desistir en sus operaciones de fracking.
Actualmente, los estados tienen una moratoria sobre el fracking.
De
hecho, la comisaria sanitaria del estado de Nueva York Nirah Shah
está llevando a cabo un análisis de los estudios sanitarios para
presentárselo al Gobernador Andrew Cuomo antes de que tome una
decisión sobre si permitir el fracking en el estado. No está claro
cuando estarán disponibles públicamente los resultados del
análisis.
Otros
estados, como Pensilvania o Texas, en cambio han apoyado mucho más a
la industria gasística. Por ejemplo, Texas ha estado concediendo
permisos para el fracking a ritmo siempre creciente, mientras que al
mismo tiempo la Comisión Texana sobre la Calidad Medioambiental, la
agencia que vigila la calidad del aire, ha visto recortado
considerablemente su presupuesto.
1. An
Exploratory Study of Air Quality near Natural Gas Operations (Un
estudio explicativo sobre la calidad del aire cerca de actividades
para extraer gas natural.). Human and Ecological
Risk Assessment, 2012.
Este
estudio, realizado en el condado de Garfield, Colorado, entre julio
de 2010 y octubre de 2011, lo llevaron a cabo investigadores de The
Endocrine Disruption Exchange, una organización sin ánimo de lucro
que examina el impacto de una baja exposición a productos químicos
en el ambiente y la salud humana.
En este
estudio, los investigadores establecieron una estación de muestreo
cerca de un pozo y recogieron muestras de aire cada semana durante 11
meses, desde que los pozos de gas se perforaron hasta después de que
la producción comenzase. Las muestras presentan pruebas de 57
productos químicos diferentes, 45 de los cuales creían que podían
afectar a la salud humana.
En casi
el 75 por ciento de todas las muestras recogidas, los investigadores
descubrieron cloruro de metileno, un disolvente tóxico que la
industria no había revelado anteriormente que estuviese presente en
las actividades de perforación. Los investigadores se dieron cuenta
de que el mayor número de productos químicos se detectaba durante
la fase de perforación inicial.
A pesar
de que el estudio catalogaba los diferentes productos químicos
encontrados en las emisiones a la atmósfera de las actividades de
perforación, no señalaba los niveles de exposición y sus posibles
efectos. Los niveles encontrados no excedían las normas actuales de
seguridad, pero se ha debatido mucho sobre si las normas actuales no
abordan de forma adecuada las amenazas sanitarias hacia las mujeres,
los niños y los ancianos.
Losinvestigadores admitieron que su trabajo estaba comprometido por su
falta de acceso total a las instalaciones de perforación. Las
muestras de aire se recogieron en una estación cercana a lo que se
conoce como plataforma de pozos, pero no en la plataforma en sí.
La
industria de la perforación de gas ha buscado limitar la divulgación
a los investigadores de información sobre sus actividades. Han
rechazado revelar públicamente los productos químicos que se
emplean en el fracking, han conseguido el secreto de sumario en casos
legales y han restringido la capacidad de los investigadores para
acercarse a sus lugares de trabajo. En un caso muy publicitado delaño pasado, se impuso secreto de sumario para toda la vida a dos
niños que formaron parte de un caso legal que acusaba a una compañía
de gas de actividades de fracking inseguras que les provocaron caer
enfermos.
En 2009,
la Independent Petroleum Association of America (asociación
independiente estadounidense del petróleo) comenzó Energy in Depth,
un blog que hace frente a activistas que están luchando para
prohibir el fracking y desafía a las investigaciones que de algún
modo representan el fracking como inseguro.
Energy
in Depth respondió a este estudio del condado de Garfield y criticó
la falta de una metodología apropiada. Esa publicación en el blog
también cuestionaba la objetividad de los investigadores, afirmando
que “ya estaban decididos”.
La
industria también ha estado realizando su propia serie de estudios.
El año pasado, por ejemplo, un estudio financiado por la industria
sobre las emisiones de metano de los pozos del fracking se publicó
en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of
Sciences. Concluía que solo cantidades muy pequeñas de metano, un
conocido contribuyente del cambio climático, se estaba emitiendo a
la atmósfera durante las actividades de fracking.
El
estudio fue duramente criticado por el investigador de la Universidad
de Cornell Robert Howarth, que dos años antes había publicado un
trabajo que aseguraba que las emisiones de metano en las actividades
de extracción de gas de esquisto eran mucho más significativas.
“Este estudio se basa solo en la evaluación de recintos y periodos
elegidos por la industria”, proclamaba.
2.
Birth Outcomes and Natural Gas Development (Resultados en los
nacimientos y desarrollo del gas natural). Environmental
Health Perspectives, 2014.
Este
estudio examinaba a bebés nacidos entre 1996 y 2009 en zonas rurales
de Colorado (el estado ha sido el centro del fracking durante más de
una década). Lo realizó la Escuela de Salud Pública de Colorado y
la Universidad de Brown.
El
estudio afirmaba que las mujeres que vivían cerca de los pozos de
gas tenían más probabilidades de parir hijos con una variedad de
defectos, desde hendiduras bucales hasta problemas de corazón. Por
ejemplo, aseveraba que los bebés nacidos de madres que vivían en
áreas con muchos pozos tenían un 30 por ciento más de
probabilidades de sufrir defectos cardiacos congénitos.
Los
investigadores, en cambio, no pudieron incluir datos sobre salud
maternal, asistencia prenatal, genética y una multitud de otros
factores que se ha demostrado que aumentan el riesgo de defectos al
nacer porque esa información no se había hecho pública. Una
crítica común hacia muchos estudios científicos es que no analizan
en profundidad la posibilidad de otros factores contribuyentes.
De esta
manera, el estudio ha sido atacado tanto por la industria como por
funcionarios de salud pública del estado. En una declaración, el
Dr. Larry Wolk, el Director de la sanidad del estado, afirmó que “la
gente no debería apresurarse a juzgar” ya que “muchos factores
que se sabe que contribuyen a los defectos al nacer se ignoraron”
en el estudio.
Pero
Lisa McKenzie, una de las autoras principales del estudio, argumentó
que el trabajó sí tenía valor. “Lo que creo que nos está
diciendo el estudio es que debemos investigar más para ir
descubriendo lo que ocurre y ver si estos primeros estudios resisten
cuando hagamos investigaciones más pujantes”.
En
Pensilvania, Elaine Hill, una estudiante de postgrado de la
Universidad de Cornell, obtuvo datos sobre pozos de gas y nacimientos
entre 2003 y 2010. Entonces comparó el peso de los bebés al nacer
en áreas de Pensilvania donde se había permitido un pozo pero no se
había perforado y áreas donde se habían perforado pozos. Hillhalló que los bebés nacidos de madres que vivían a menos de 2,5
kilómetros de instalaciones de perforación de gas tenían un 25%
más de probabilidades de tener un bajo peso al nacer en comparación
con aquellos nacidos en áreas sin perforaciones. Se considera que
los bebes tienen un bajo peso al nacer si están por debajo de los
2.500 gramos.
El
trabajo de Hill todavía lo está revisando una revista científica,
proceso que podría llevar tres o cuatro años.
3.
Health Risks and Unconventional Natural Gas Resources
(Riesgos para la salud y recursos de gas natural no convencionales).
Science of the Total Environment, 2012.
Entre
enero de 2008 y noviembre de 2010, investigadores de la Escuela de
Salud Pública de Colorado recogieron muestran de aire en el condado
de Garfield, Colorado, que había experimentado actividades
intensivas de perforación. Los investigadores hallaron la presencia
de numerosos hidrocarburos, incluido benceno, trimetilbenceno y
xileno, los cuales se ha demostrado que plantean riesgos para la
salud a ciertos niveles. Los investigadores mantuvieron que los que
vivían a menos de un kilómetro de un pozo de gas tenían un mayor
riesgo de sufrir problemas de salud. El estudio también encontró un
ligero aumento en el riesgo de padecer cáncer y afirmaba que la
exposición al benceno contribuía en gran parte a este riesgo.
“Según
los datos que teníamos, parecía que la fase final del pozo era el
mayor contribuidor a estas emisiones”, afirmaba Lisa McKenzie,
autora principal del estudio.
Durante
la fase final de la perforación, una mezcla de agua, arena y
productos químicos se lanza por el pozo a gran presión, la cual es
devuelta hacia arriba. La mezcla que regresa, que contiene materiales
radiactivos y parte del gas natural de la formación geológica, se
supone que es recogida. Pero en ocasiones la mezcla vuelve a una
presión mayor que la que puede resistir el sistema y el exceso de
gas se suelta directamente a la atmósfera.
“Creo
que deberíamos centrarnos en el problema completo de principio a fin
porque gran parte de los posibles riesgos no están alrededor del
propio paso de fracturación hidráulica”, aseguraba John Adgate,
jefe del Departamento de Medio Ambiente y Salud Laboral de la Escuela
de Salud Pública de Colorado y co-autor del estudio.
Energy
in Depth, el blog de la industria, respondió en detalle a esteestudio y citó varias “aportaciones malas” que habían afectado
a los resultados del estudio. Se criticaron las hipótesis de los
investigadores y los datos. Por ejemplo, los investigadores habían
asumido que los residentes en Garfield se quedarían en el condado
hasta la edad de 70 años para estimar el periodo sobre el cual se
expondrían a las emisiones. “A menos que la ‘ciudad’ sea en
realidad una cárcel, esta es una hipótesis fundamentalmente errónea
sobre el período y la extensión de exposición”, proclamaba
Energy in Depth.
Traducción del artículo "Drilling for Certainty: The Latest in Fracking Health Studies" publicado en Propublica el 5 de marzo de 2014
Traducido
por Manuel Escudero Escudero, miembro de Traductoras/es en Acción,
la red de traductoras/es voluntarias/os de Ecologistas en Acción