martes, 19 de marzo de 2013

Las plantas de aguas residuales no consiguen un tratamiento completo de los residuos derivados de operaciones de fracturación hidráulica


El agua usada en la producción de gas natural puede presentar altos niveles de contaminación, incluso después de haber pasado por las plantas de tratamiento de aguas residuales



Traducción del artículo "Sewage Plants Struggle To Treat Wastewater Produced By Fracking Operations"
publicado el 18/3/2013 en Chemical and Engineering News

(Environ.Sci. Technol., DOI: 10.1021/es301411q).


Por Leigh Krietsch Boerner

Los caudales de aguas residuales, ya tratadas, desembocan procedentes de una planta de tratamiento en Pennsylvania. Instalaciones como esta, a veces, se encargan del tratamiento del agua procedente de la producción de gas natural.
Cuando las empresas de energía extraen el gas natural enterrado en el subsuelo, aportan al agua sustancias altamente contaminantes, como el benceno y el bario. En ocasiones, los productores de gas despachan el agua contaminada mandándola a plantas de tratamiento de aguas residuales, donde además se tratan otros residuos y aguas procedentes de otras actividades industriales. No obstante, un nuevo estudio apunta a que estas plantas no pueden afrontar tales niveles de contaminación en el agua: el agua que sale de las plantas y llega al medio ambiente aún conserva niveles de contaminación elevados procedentes de la producción de gas natural.
En 2010, cerca del 23% del gas natural producido en EE.UU. se obtenía a través de un proceso llamado fracturación hidráulica o fracking. Consiste en que los operadores inyectan grandes cantidades de agua, a alta presión, en el terreno, con el objeto de ampliar las fracturas existentes en el sustrato rocoso y liberar el gas natural soterrado. Hasta un 80% del agua inyectada vuelve a la superficie, donde se recicla como agua residual.
Actualmente, las empresas gestionan este sobrante de agua reutilizándolo e inyectándolo en pozos profundos de almacenamiento, o directamente, mandándolo a través de plantas de tratamiento de aguas residuales.
Sin embargo, en mayo de 2011, el Departamento de Protección Medioambiental de Pennsylvania pidió a las plantas de tratamiento públicas que dejasen, voluntariamente, de usar la fracturación hidráulica. La petición se hizo en respuesta a la inquietud pública sobre los elevados niveles de bromuro en la cuenca del río Monongahela, en Pennsylvania, un área con instalaciones que tratan el agua procedente de la producción de gas natural. Los científicos no habían identificado de una forma definitiva al fracking como la fuente de contaminación. A grandes rasgos, los investigadores no haaestudiado cómo la fracturación hidráulica afecta a la calidad del agua una vez que abandona las plantas de aguas residuales.
Para una mayor indagación, Kyle J.Ferrar —un titulado de la Universidad de Pittsburgh— y sus compañeros analizaron el agua procedente de las instalaciones de tratamiento: inicialmente, el agua de plantas de tratamiento que trataban agua sobrante obtenida de la fracturación, y que una vez tratada, cumplía con las recomendaciones del Gobierno. Tomaron muestras de una instalación privada y dos públicas en Pennsylvania, que trataban el agua procedente de la región cercana Marcellus Shale, la mayor cuenca de esquisto en los EE.UU. Recogieron muestras tanto antes como después de la petición del departamento.
Usando varias técnicas espectroscópicas, este equipo midió los niveles de algunas sustancias químicas que tipicamente en los residuos de la producción de gas, que no son característicos de otras aguas residuales industriales. Aunque los niveles de sustancias químicas variaron ampliamente entre las tres plantas de tratamiento, en general las concentraciones disminuyeron significativamente después de que las plantas dejasen de reutilizar el agua sobrante de la fracturación –dijo Ferrer.
Por ejemplo, en una planta municipal en el condado de Green, el promedio de la concentración de bario cayó desde un 5,99 a un 0,14 mg/l. Sin embargo, cuando las plantas seguían usando el sobrante, los niveles de sustancias químicas excedían los estándares de agua potable establecidos por la Agencia Estadounidense de Protección Medioambiental (U.S. Environmental Protection Agency, EPA). En la planta del condado de Greene, los niveles de bario y de estroncio —dos metales tóxicos encontrados en el agua sobrante de la fracturación— se mantenían en un promedio de 5,99 y 48,3 mg/l. respectivamente. Los estándares de agua potable de la EPA para estos dos tipos de metales son de 2 y 4 mg/l. respectivamente.
Carl Kirby, profesor de geología de la Universidad de Bucknell —que estudia el impacto medioambiental de la producción de gas en Marcellus Shale— dice que el impacto que los elevados niveles de contaminación del agua sobrante de la fracturación tienen sobre la salud humana no está claro, ya que la muestra que usaron los investigadores no se usa, de forma directa, como agua potable. Sin embargo, apunta que la contaminación de la fracturación sí puede alcanzar otros sistemas de agua mayores, que sí se usan para el agua potable, si bien en concentraciones ya significativamente diluídas.
Ferrar coincide en que no hay una preocupación inmediata por estos niveles de contaminación sobre la salud pública. Sin embargo, lo que si le preocupa es cómo estos altos niveles pueden afectar a ecosistemas acuáticos que reciben agua de plantas de tratamiento. Espera que, más adelante, los investigadores estudien el impacto que tiene desechar el sobrante a través de las plantas de tratamiento de aguas residuales.